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La alarma comenzó a sonar indicando que ya eran las ocho de la mañana, con las pocas fuerzas que tenía alcance a tomar mi teléfono de la mesita de luz y rápidamente lo desactive.
Volví a dejar el móvil en su lugar, me escondí bajo las sábanas para seguir durmiendo un poco más pero no alcancé ni a cerrar los ojos cuando la puerta se abrió con fuerza por un par de pequeñas rubias con el pijama aún puesto corrieron hacia mi cama para subirse y saltar arriba de esta.
–¡Niñas! Les dije que no molestaran a su hermana– Mamá apareció en mi puerta con Olin en brazos, su cara decía lo enojada que estaba pero intentó calmarse–. Buenos días, cariño.
Con un poco de pereza levanté mi mano para saludarla, Betty e Inez habían dejado de saltar para sentarse al borde de mi cama.
–Bajen a desayunar y dejen que Eris se despierte–pidió la rubia amablemente.
Ambas salieron de mi habitación entre risas siendo seguidas por mi mamá.
Me coloque mis pantuflas antes de dirigirme a abrir la ventana para que la luz y el aire fresco de la mañana entre a mi cuarto, en cuanto corrí la cortina no pude evitar ver hacia la ventana de enfrente, la cual también estaba abierta pero me arrepentí al instante que la puerta de aquella habitación se estaba abriendo.
Con rapidez abrí mi ventana, salí corriendo directo al baño para que no me vea ya que mi cara a la mañana no era precisamente hermosa.
Tomé mi tiempo de hacer mi higiene personal ya que odiaba sentirme sucia, cambie mi pijama por un enterizo de Jean y una remera blanca pero las pantuflas marrones iban a quedarse.
Salí del baño cepillando mi cabello, al tomar mi teléfono note que ya había pasado media hora desde que me desperté así que baje a desayunar.
Entre al comedor vi a Ryan sentado en la punta comiendo unos huevos revueltos al igual que mis hermanas, quienes estaban hipnotizadas viendo Bluey.
