24 - Where is Aine?

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- Iván, si seguís caminando así, vas a hacer un agujero en el piso. Sentate de una vez por todas –se quejó Santiago viendo como su compa caminaba en círculos en el mismo lugar por casi una hora– ¿Podés decirnos qué te pasa?

Iván soltó un suspiro y se sentó con sus amigos. No sabía nada de Aine desde hacía una semana, no contestaba sus llamadas ni sus mensajes y tampoco Rodrigo ni Goncho le decían dónde estaba.

Iván estaba desesperado y muy preocupado.

¿Dónde estaba su bebé?

- Amigo, no pude ver a Aine en días y, aunque intenté contactarla, es inútil. ¡Me odia! –dijo al borde del pánico.

Aine y él estaban conectados, como una vez le dijo Iván a Aine.

“Si te sentís triste, yo también lo voy a estar, creo que mucho más triste que vos. ¿Sabés por qué? Porque sos mi otra mitad, Ainu. Una mitad no puede ser feliz sin su otra mitad. Así que sonreí y sé feliz y así también lo voy a ser yo”.

En este momento se sentía vacío, como si nada le importara, solo Aine.

Se lo merecía .

- Calmate amigo, estoy seguro de que no te odia –dijo Germán.

- ¿Y cómo lo sabés? –preguntó Iván con esperanza en sus ojos.

- Hasta yo se la respuesta y no soy de los pibes que tienen relaciones serias –soltó Santiago haciendo que sus amigos rieran– ¿Qué? ¿Dije un chiste?

- Sí, boludo –contestó Ger– decís que no sos del tipo que tiene relaciones serias pero últimamente te vi muy apegado a una –Germán sonrió, provocando que Santi se ponga penoso.

- Dale, negalo. Te re gusta esa –molestó Tomás haciendo que Santiago soltara un quejido molesto hasta que vió a la chica que mencionaban pasar por ahí.

Sus miradas se conectaron y sus amigos no tardaron en volverlo a molestar.

- uUuuH, se nos enamoró el badboy chicas –dijo Germán con un tono agudo y milipili.

Y así continuaron las burlas hasta que Iván volvió a lloriquear por Aine.

Traiganle una falda a la nena.

- Se supone que hablábamos de mí. Podrías dejar de llorar y lamentarte, boludazo. Es toda tu culpa lo que está pasando porque no te diste cuenta antes de que te gustaba Aine –habló Santiago, harto– Ahora que la perdiste te diste cuenta de lo mucho que te importaba, ¿no?

- Pero cerrá el orto, Santiago –dijo Iván enojado– Ya recibí muchas quejas para que vos sigas con eso

- ¡No me voy a quedar calladito, gil! –dijo Santi molesto– Iván, dejá de hacerte la víctima, por dios. Aine me odia, Aine se fue, Aine no responde mis llamadas –Soltó imitando la voz de Iván– No te das cuenta de que la trastornaste demasiado

Iván tocaba su sien frustrado. Sí, la había cagado muchas veces, se merecía que Aine lo odiará, pero Santiago es su amigo y lo menos que podía hacer era ponerse de su lado, no insultarlo y sacarle en cara lo idiota que había sido.

- Creí que estabas de mi lado –dijo Iván levantándose del banco.

- No estoy del lado de nadie –se defendió Santi, levantándose igual– Solo digo que te haces el sufrido cuando claramente la que más sufrió en su relación fue Aine y, si te soy sincero, Aine merece algo mejor

- Ah no, vos no dijiste eso

Iván estaba enojado. ¿Cómo pudo decir eso?

- Los amigos se apoyan, no te apuñalan por la espalda –escupió Iván encarando a Santiago, pero solo bastaron 5 segundos para que Iván se percatara de lo que había dicho.

Esperen... Eso era lo que él había hecho.

Ciertamente no fue una buena referencia.

- La traicionaste, fuiste un completo egoísta y aún así pensás que el único que está triste y mal sos vos

Santiago tenía razón, había sido una mala persona, un mal amigo. Lastimó tantas veces a Aine inconscientemente que merecía sufrir sin quejarse de nada.

- Tenés razón, boludo, el que merece sufrir soy yo, merezco el odio de Aine y los reproches de todos –dijo Iván cabizbajo.

- Estoy seguro que Aine no te odia del todo –Santiago se acercó a él, pasando su brazo por los hombros de Iván– lo que ustedes dos tienen es algo especial, todos lo saben. Su conexión no se va a romper. Puede que físicamente se vea rota, pero acá –Santí apuntó con su dedo el pecho de Iván– Está completamente viva e intacta –él sonrió– No la perdiste todavía; pero, si seguís lamentándote y perdiendo el tiempo como lo estuviste haciendo hasta ahora, posiblemente lo hagas

Iván asintió ante las palabras de Santi, nunca había visto esta faceta de él.

- Santu, ¿todo bien? ¿Desde cuándo tan sabio? ¿Cambiaste de cuerpo con Germán? –Santi rió sarcástico.

- Me agrada esa piba y, si no estuviera interesado en otra, sin duda iría por ella –Iván inmediatamente frunció el ceño, celoso de semejante declaración, aunque no le sorprendía en absoluto. Santi estuvo a punto de cogersela– Encima me fumé tremendo porro y flashee esa de psicólogo –declaró divertido– Ah, y acá tengo un pequeño regalo de bodas adelantado –murmuró haciendo que Iván se ponga rojo.

Santiago sacó un papelito de su bolsillo y lo metió en el bolsillo del buzo de Iván, seguido de un guiño.

Iván, sin entender, tomó el papelito con la punta de sus dedos, pero antes de que pudiera hacerlo, Santiago tomó su mano y la volvió a meter en el bolsillo.

- Podrían matarme por esto –miró alrededor, fijándose en que nadie estuviera viéndolos– Lo abrís después, ¿bueno?

Aún confundido, Iván asintió con su mano todavía en su bolsillo.



Aún confundido, Iván asintió con su mano todavía en su bolsillo

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- Ánimo, Iván –se despidió Tomas palmeando su hombro. Iván le sonrió sin ganas y esperó a que sus amigos se fueran para así abrir el dichoso papelito.

Las clases habían acabado hace media hora e Iván era el único que vagaba por las instalaciones de la universidad. Aún no quería ir a casa.

Lentamente, metió la mano en su bolsillo y sacó la bola de papel. Al abrirla, sintió su corazón latir con rapidez y se le hizo difícil respirar.

Santi, te amo.

En la bolita de papel decía que Aine estaba en cada de su abuela y, para la suerte de Iván, estaba escrita la dirección de su casa.

Iván no podía estar más feliz, aunque le pareció extraño que Santiago supiera dónde estaba Aine, pero después se acordó que su amigo tenía una extraña relación con Angie, y Angie con Rodrigo, el mejor amigo de Aine. Sin duda, fue como un tradeo de información.

El pelinegro saltó de la felicidad y salió corriendo de la universidad. Iría a su casa, se cambiaría y buscaría a Aine. Estuvo practicando en el camino las palabras correctas que le diría a Aine para que lo perdonara.

Bebé, mi amor, espero que me perdonés.

SO FUCKIN' CUTE / / Iván BuhajerukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora