capítulo 7

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Macarena no puede creérselo. Está shockeada y al mismo tiempo emocionada.

—Contámelo otra vez. –me pide. —Todo. Con detalles.

Suelto un suspiro y le paso el mate vacío para que ella vuelva a cebar.

—Habíamos ido a Palermo a cenar y Alex se enojó cuando le saqué el tema de Natalia y se fue del lugar. Renzo vino igual, comimos y todo bien, la noche estuvo mejor de lo que pensé. Y después se ofreció a traerme acá y en la vereda… Me comió la boca.

Ella suelta un quejido de felicidad y emoción, como si tuviéramos quince años y fueran nuestras primeras experiencias con chicos.

—No puede ser. –dice. —Igual yo sabía, eh. Me di cuenta de cómo te miraba en el cumpleaños de Ismael.

—¿Podés parar? –le pido. —¿No entendés lo que hice? Le metí lo cuernos a Alex, con su hermano. ¡Su hermano! No puedo ser tan hija de puta.

—¿Y qué? –cuestiona ella, como si no hubiera ningún problema en lo que estoy contándole.

—¿Cómo que «y qué»? Estuvo mal. –digo. —Intenté estar lo más lejos posible de su casa y cuando volví obviamente estaba ahí y…

Ni siquiera sé si quiero contarle esto. Pero Macarena ya está completamente atravesada por la historia así que no tengo más remedio.

—Dijo… Que lo que pasó entre nosotros iba a volver a pasar.

Ella se cubre la boca mientras sofoca un grito.

—Hacelo, Ren. –me anima y yo pongo los ojos en blanco.

—No entiendo porqué te emociona tanto mientras que yo no puedo dejar de cuestionarme lo que pasó. Necesito dejar de ir a la casa de Alex, de última que él venga acá así no tengo que cruzarme con esa tentación personificada…

—Lo que necesitás es encamarte a ese bombón, y que te acomode los ovarios y todo el sistema reproductor que tenés protegido con un diu. No te quedes con las ganas.

—¿Macarena, vos me estás hablando en serio? –cuestiono.

Estoy casi boquiabierta. Y lo peor es que su tono no parece ser en chiste. Ella me mira y lo confirma.

—Vos sabés que yo siempre digo que las relaciones serias son una cagada. –me responde. —Le tenés ganas a Renzo y punto. Fuiste buena novia todos estos años, y perdón por decírtelo así de una pero en el fondo sabés que Alex ya te puso los cuernos con la zorra de Natalia.

—Gracias. –digo seca.

—Lo digo para que no te sientas culpable de tener ganas de que tu cuñado te rompa…

—¡Buenooo! –exagero. —Ya entendí lo que querés decir. Me quedó claro.

—Pensalo… Y más te vale que me lo cuentes.

Empezamos a reírnos y el nudo de nervios en mi estómago se afloja después de tanto sobre pensar.       
          
                               
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Me pongo mis shorts y mi camiseta más desteñida que guardé antes de salir de casa y me meto en la cama de Alex. Agarro el celular mientras espero que termine de bañarse y me pongo a ojear Instagram y Twitter.

Somos solo él y yo hoy porque sus papás tenían una cena con unos amigos y… Y Renzo salió a comer con sus abuelos, según lo que me contó Alex cuando me propuso quedarme a dormir con él hoy. Comimos una tarta de jamón y queso, y ahora vinimos a acostarnos porque la facultad nos dejó agotados a los dos.

Peligrosa Tentación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora