Capitulo 6

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-¿No tienes unas pantuflas verdad?- me dijo mi abuela

-debo tener unas en la mudanza- mentí para ganar tiempo.

-Esta igualita- dijo mi abuelo en un tono de voz triste.

-¿A quien? - pregunte yo.

-A tu papá - dijo mi abuelo.

La abuela se comió la quesadilla que todavía quedaba y regañaría a mis padres por no haberme dado de cenar. Luego mando a dormir al abuelo y a mi sin darnos tiempo de acabarnos el café. Cuando iba subiendo las escaleras, me detuvo:

-¿Desayunas con nosotros, Elisabeth?

-Si, claro- dije.

-Entonces procura estar lista a las nueve, normalmente no desayunamos tan tarde, pero seguro tus padres y tu están cansados. Vestida y peinada. Nada de bajar en fachas.

-Si señor - respondí haciendo un saludo militar.

Al menos no parecía tan aterradora como mi madre decía: una persona que come quesadillas en la madrugada y usa pantuflas de tacón no puede ser tan mala.

En mi imaginación los últimos días de convivencia con mis padres eran la extrañes total: iríamos los tres juntos a conocer mi nueva escuela, los tres juntos a comprar mis útiles, los tres juntos a desayunar,  comer y cenar con los abuelos, los tres juntos al cine, a la estética y al Nido. por supuesto en mi imaginación estas escenas eran de absoluto terror porque una cosa es ponerme sentimental y que sienta que los voy a extrañar un poco cuando se vayan y otra es querer estar con ellos mas de 30 minutos seguidos. Y ellos ... pues tampoco es como si yo fuera su persona favorita. Lo de todo el día juntos fue solo una fantasía masoquista de mi cabeza loca.

Creo que solo estuvimos juntos al día siguiente de nuestra llegada y nada mas un rato. Como le prometí a la abuela Honey me levante temprano, me bañe, me vestí, me peine y baje a la mesa hecha una muñeca de aparador ... si es que en los aparadores aceptan muñecas con jeans negros y rasgados, botas industriales hasta la rodilla y una playera de manga corta de Green Day. Eso si, me hice dos trenzas para terminar mi atuendo.

Cuando baje a la mesa, mi abuelo ya estaba tomando café. Me vio y casi se atraganta, pero no porque le diera miedo o asco mi apariencia y tampoco porque se burlara de mi, mas bien le parecía muy divertido. Mi abuela estaba en la cocina preparando algo en la estufa. El abuelo me hizo señas de que la saludara y yo tras aclararme la garganta, dije:

-¡Buenos días abuela! ¿Dormiste bien?

Volteo y nada mas de verme se puso mas pálida que un vocalista de una banda gótica. Mi abuelo hasta acomodo su silla para ver con mas claridad y no perderse nada del show. Ahí entendí lo que le parecía tan divertido, seguramente yo era justo lo contrario de lo que ella esperaba de una nieta bien vestida".

Mi hobbie, mi vida (Hiccelsa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora