Capítulo 1

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Jueves por la tarde

Horacio salió bastante contento de su entrevista de trabajo, y con razón, puesto a que en tan solo unas horas, la misma mujer que lo había entrevistado lo llamó para confirmarle que el puesto era suyo y que empezaría a trabajar mañana mismo. Era una de las empresas más importantes de todo el país, y para Horacio haber conseguido el puesto era sin lugar a duda una noticia maravillosa tanto a nivel profesional como personal. Al comunicarles las buenas noticias a sus amigos Blake y Sully ambos estuvieron de acuerdo en salir de fiesta para celebrarlo, y pese a que Horacio al principio se mostró un poco reticente, puesto a que prefería no salir y descansar para estar al 100% en su primer día, ambos lo acabaron convenciendo.

—¡Vamos Hori, no seas aburrido! —dijo Sullivan sonriendo.

—Chicos, no es que no quiera, pero no es plan de ir cansado y con resaca en mi primer día.

—Vamos H, solo una copa y nos volvemos rápido para que puedas descansar y estar bien para mañana, ¡pero esto lo tienes que celebrar! —respondió Blake mientras le colocaba la mano en el hombro a Horacio.

—Exacto, además luego seguro que estarás más liado con el trabajo y nos costará más coincidir para poder salir los tres juntos —dijo Sullivan poniéndole cara de pena a Horacio.

—Te prometemos que antes de las doce estarás en tu casa —añadió Blake.

—¡Venga vale, pero solo una copa eh! Si es que siempre me acabáis liando...—respondió Horacio riendo. Blake y Sully se miraron complacidos.

—¡Bien! Pues cámbiate y nos vamos —dijo Blake.

—Tú también deberías cambiarte Blake, ¿o vas a salir así? —añadió Sully.

—¿Qué tiene de malo lo que llevo puesto? —respondió Blake algo indignado.

—Más bien pregúntate qué tiene de bueno —respondió Sully burlón.

—Sully tú tampoco estás para hablar, que de los tres el único con buen gusto y sentido de la moda soy yo —añadió Horacio burlándose de ambos. Los tres amigos rieron al unísono.

Horacio se puso unos pantalones negros ajustados, unas zapatillas negras y una camiseta roja a juego con su cresta. Una vez los tres estaban ya listos fueron andando hasta el nuevo bar que había abierto hacía apenas un mes en la ciudad, puesto a que se encontraba a tan solo cinco minutos del apartamento de Horacio. Cuando llegaron, los tres amigos fueron a pedir unas copas, y brindaron por el nuevo empleo de su amigo.

—¡Por tu nuevo trabajo! —dijo Blake levantando su copa.

—¡Y por qué tu nuevo jefe no sea un capullo como lo son todos! —añadió Sully. Los tres amigos rieron y chocaron sus copas.

—Gracias chicos —dijo Horacio mientras los rodeaba a los dos con sus brazos para abrazarlos—. ¿Vamos a bailar?

Los tres se dirigieron a la pista de baile situada en el centro del bar. Estuvieron bailando, cantando y riendo durante una hora hasta que Blake se detuvo, pues parecía que había visto algo o alguien.

—¿Y esa cara? ¿Qué pasa? —preguntó Horacio extrañado.

—H, ese hombre de la barra no deja de mirarte —Horacio al oír las palabras de su amigo se volteó disimuladamente para poder observarlo. Al girarse vio a un hombre de unos dos metros de altura, con ojos azules a juego con su camisa, pelo grisáceo peinado perfectamente hacía atrás y un cuerpo que parecía esculpido por los mismísimos dioses.

—¡Joder! —soltó Horacio sin siquiera pensarlo.

—Es guapo eh —dijo Blake.

—Guapo es poco, madre mía, ¿qué hago? —respondió Horacio algo nervioso.

Bajo la Luz de la OficinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora