Diez días más tarde
Horacio llevaba ya casi dos semanas trabajando en la empresa y cada vez se sentía más a gusto tanto con sus labores como con el ambiente laboral de la oficina. Cuando hicieron la pausa para ir a comer, algunos de sus nuevos compañeros lo invitaron a unirse a ellos y él aceptó encantado. Una vez todos se habían sentado, empezaron a comer mientras iban conversando.
—Horacio tío, ¿Cuáles son tus primeras impresiones ahora que llevas ya más de una semana en la empresa? —preguntó Jones con una sonrisa.
—Pues de momento todo genial, sobre todo gracias a Monnier, que ha estado todos los días ayudándome —dijo Horacio con una sonrisa agradecido. Alanna lo miró y le devolvió la sonrisa.
—¿Y con el jefe qué tal? ¿Qué opinas de él? —preguntó Brown.
—Pues...bien supongo —dijo Horacio sin estar muy seguro de cómo responder a esa pregunta.
—Tendríais que haber visto la cara con la que salió de su despacho el primer día pobre, seguro que le cayó bronca nada más llegar —dijo Alanna.
—Si bueno...como llegué tarde digamos que no le causé la mejor impresión al jefe—dijo Horacio con una sonrisa nerviosa.
—Chicos...hablando del jefe, tengo un pequeño cotilleo que contaros —comentó Nina con una sonrisa. Todos voltearon su cabeza de golpe para escucharla con atención. Nina rio al ver la reacción instantánea y el interés de todos sus compañeros—. No recuerdo bien cuál era su nombre, pero me he enterado de que la chica que se encarga de la contabilidad de la planta 15 le pidió una cita al jefe.
—¿Enserio? —respondió Alanna sorprendida.
—A ver es comprensible, el señor Volkov es atractivo —añadió Jones.
—Yo creo que las dos chicas de la cafetería también están pilladas por él, una de ellas lo llama terroncito —añadió Brown.
—¿Terroncito? —repitió Nina riéndose.
—Si es que el jefe las tiene a todas locas —dijo Alanna sumándose a las risas. Horacio no pudo evitar fruncir un poco el ceño al escuchar lo que sus compañeros estaban diciendo. Alanna se fijó en ello—. ¿Todo bien Horacio?
—Sí, sí, estaba pensando en otra cosa, perdón —dijo Horacio disimulando ahora con una sonrisa—. Y Nina... ¿sabes qué le dijo el señor Volkov?
—La rechazó, le dijo que no estaba interesado —respondió Nina.
—Yo creo que el jefe es inaccesible, en todo el tiempo que llevo trabajando aquí nunca lo he visto salir con nadie —añadió Lawson. Una pequeña e involuntaria sonrisa se esbozó en el rostro de Horacio al oír aquello.
—¿Y tú Lawson qué? ¿No te gusta nadie? —dijo Brown para molestarlo.
—A mi dejadme en paz que es escuchar la palabra cita y me entra ansiedad —respondió Lawson. Todos los compañeros rieron al unísono. Sin quererlo, entre las risas, Jones dio un golpe con su mano al café de Horacio y se lo tiró por encima.
—¡Ostia Horacio tío, lo siento mucho! —dijo Jones.
—No te preocupes, no pasa nada —respondió Horacio con una amable sonrisa quitándole importancia al asunto—. Aunque quizás debería ir al baño, no es plan de ir así por la oficina. Si me disculpáis —Horacio se levantó de la mesa y se dirigió al baño.
Una vez dentro del baño, Horacio se miró en el espejo. Tenía la camisa manchada y también gran parte del pantalón. Se quitó ambas prendas, quedándose solo en calzoncillos, para poder lavarlas lo mejor posible en el fregadero. Abrió el grifo, puso una cantidad abundante de jabón encima de las manchas y empezó a frotar con la mano. Justo en ese momento, alguien abrió la puerta del baño. Era Viktor.
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Bajo la Luz de la Oficina
Fiksi PenggemarUn jueves por la noche Horacio sale de fiesta con sus amigos para celebrar que tiene un nuevo trabajo. En el bar conoce a Viktor, un hombre con quien acaba pasando la noche. La mañana siguiente cuando Horacio llega a su nuevo trabajo descubre que el...