-Niñera-

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-No tendrá romance-

Valentina, de 17 años, se ajustó la mochila en el hombro mientras caminaba hacia la casa de los Andersen. Era una tarde soleada, y el aire estaba impregnado con el aroma fresco del verano. Val estaba de buen ánimo, aunque sabía que su trabajo de niñera no sería tan fácil como parecía. Después de todo, Riley, la niña de 13 años que cuidaría, no estaba precisamente emocionada con la idea de tener una niñera, y mucho menos con Val siendo esa persona.

Cuando Val llegó a la puerta, tocó suavemente antes de que la madre de Riley la abriera con una sonrisa.

—¡Val! Qué alegría verte, gracias por venir tan rápido —dijo la señora Andersen mientras la invitaba a entrar— Riley está arriba en su habitación. No está muy contenta con eso de tener niñera, así que buena suerte con eso.

Valentina sonrió y asintió, entendiendo perfectamente. Subió las escaleras con pasos ligeros, notando cómo cada rincón de la casa parecía estar impregnado con el encanto y la calidez de la familia Andersen. Cuando llegó al segundo piso, se detuvo frente a la puerta de Riley y golpeó suavemente.

—Riley, ¿puedo entrar? —preguntó Val, su tono amable pero un tanto vacilante.

Un gruñido de frustración se oyó desde el otro lado de la puerta.

—Supongo que no tengo otra opción, ¿verdad? —contestó Riley con evidente desagrado.

Val se rio entre dientes y decidió abrir la puerta de todos modos. Al entrar, encontró a Riley tirada en su cama, con los brazos cruzados y una expresión de claro disgusto en su rostro. Su cabello rubio estaba revuelto, y su expresión dejaba claro que no estaba contenta con la situación.

—Mira, entiendo que no te entusiasme la idea de tener una niñera, pero tus padres no tenían a nadie más, y yo estaba disponible —explicó Val, cerrando la puerta detrás de ella.

—No es que no me guste la idea de tener una niñera, es que... Bueno, en realidad sí, no me gusta —Riley resopló, mirando hacia otro lado, como si evitara el contacto visual con Val.

Val sabía que la mejor forma de tratar con adolescentes era no tomarse las cosas demasiado en serio. Se acercó y se sentó en el borde de la cama, mirándola con una mezcla de paciencia y determinación.

—Mira, Riley, solo quiero que lo pasemos bien esta tarde. No estoy aquí para arruinarte la vida. Solo vamos a hacer algunas cosas divertidas juntas, y si todo sale bien, puede que incluso lo disfrutemos —dijo Val, con una sonrisa que intentaba desarmar la resistencia de Riley.

Riley bufó, pero hubo un leve destello de curiosidad en su mirada.

—¿Qué tipo de cosas divertidas? —preguntó, todavía con cierto escepticismo.

Valentina sonrió con más confianza esta vez.

—Bueno, ¿qué tal si comenzamos con una guerra de pistolas de agua en el jardín? Luego podemos ver una película o hacer lo que quieras. Después, puedo preparar palomitas y quizás pedir una pizza. Tú decides, pero solo si aceptas darme una oportunidad.

La idea de una guerra de pistolas de agua pareció suavizar un poco la postura de Riley. Era difícil mantenerse molesta cuando te ofrecían algo tan entretenido.

—Está bien... Supongo que eso no suena tan mal —admitió Riley, sentándose finalmente y mirando a Val con una mezcla de reticencia y curiosidad.

Val se levantó de la cama de un salto, animada por la pequeña victoria.

—¡Eso es lo que me gusta escuchar! —exclamó— Vamos por esas pistolas de agua.

La sonrisa de Val era contagiosa, y aunque Riley intentó mantener su actitud apática, no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara en sus labios.

Ambas se dirigieron al jardín, y en cuestión de minutos, la guerra de pistolas de agua estaba en pleno apogeo. Los gritos de risa resonaban en el aire mientras ambas corrían por el césped, empapándose de pies a cabeza. Val, aunque mayor, no se contenía, y Riley, por primera vez en mucho tiempo, se permitió olvidar su actitud de "chica madura" y se entregó al juego como si tuviera nuevamente cinco años.

—¡Te tengo! —gritó Riley mientras disparaba un chorro de agua directamente al rostro de Val.

Val, entre risas, trató de defenderse, pero terminó resbalando en el césped mojado y cayendo de espaldas. Riley, viendo la oportunidad, se acercó rápidamente y apuntó con su pistola de agua a Val, como si la estuviera reteniendo prisionera.

—Ríndete, Val. ¡He ganado! —exclamó Riley, tratando de parecer amenazante, aunque las risas traicionaban su intento.

Val levantó las manos en señal de rendición, su cuerpo temblando de risa.

—Está bien, está bien, me rindo. ¡Eres la campeona! —dijo Val, aún riendo.

Riley sonrió ampliamente, disfrutando de su pequeña victoria. Pero al ver a Val tumbada en el césped, empapada pero con una sonrisa en el rostro, algo dentro de ella se suavizó. No había pasado tanto tiempo con Val, y aunque al principio había odiado la idea de que la cuidara, ahora estaba empezando a sentirse diferente.

Después de un rato, ambas se quedaron en el césped, agotadas pero felices. Las risas se desvanecieron en un silencio cómodo, y Riley se dio cuenta de que no estaba tan mal pasar tiempo con Val. De hecho, lo estaba disfrutando.

Más tarde, después de haberse cambiado de ropa y secado el cabello, se acomodaron en el sofá de la sala para ver una película. Había una pila de películas frente a ellas, y Riley, como la menor, tenía la última palabra.

—¿Qué te parece esta? —preguntó Riley, sosteniendo una película de aventuras.

Val asintió, sin importar realmente qué película elegirían. Lo importante era que Riley estaba disfrutando de la tarde, y eso era lo que más le importaba.

La película comenzó, y a medida que avanzaba, Val se dio cuenta de que Riley se estaba acercando lentamente a ella. Al principio fue sutil, solo un ligero movimiento, pero eventualmente, Riley se acurrucó contra Val, apoyando su cabeza en su hombro. Val sintió una calidez en el pecho, y con una sonrisa, rodeó a Riley con su brazo, atrayéndola más cerca.

Era un gesto pequeño, pero para ambas, significaba mucho. Riley, quien había comenzado el día molesta por la idea de tener una niñera, ahora estaba cómodamente acurrucada junto a Val, sintiendo una seguridad y calidez que no esperaba. Val, por su parte, se sentía agradecida por haber podido conectar con Riley de esta manera.

Cuando la película terminó, ambas se quedaron en silencio por un momento. Val miró a Riley, quien parecía estar en sus pensamientos.

—¿Sabes? —dijo Riley finalmente, su voz suave—Pensé que odiaría esto, pero... fue divertido.

Val sonrió, sintiendo una ola de satisfacción y ternura.

—Me alegra oír eso, Riley. Me gusta pasar tiempo contigo —respondió Val, dándole un suave apretón a su hombro.

Riley levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Val. Por un momento, todo pareció detenerse, y en ese pequeño instante, Riley sintió algo nuevo, una mezcla de admiración y cariño por la chica que, hasta hace unas horas, había visto solo como una intrusa en su mundo.

—¿Podemos hacer esto otra vez? —preguntó Riley, su voz llena de una inesperada timidez.

Val sintió una calidez en su pecho al escuchar la petición.

—Claro que sí, Riley. Siempre que quieras —respondió Val, sin dudarlo.

Riley sonrió, sintiéndose más tranquila que nunca. Valentina no era solo su niñera, sino alguien en quien podía confiar, alguien que, a pesar de la diferencia de edad, la entendía y se preocupaba por ella.

Y así, acurrucadas en el sofá, con la luz del atardecer filtrándose por las ventanas, las dos chicas se quedaron en silencio, disfrutando de la tranquilidad y la compañía mutua. Aunque el día había comenzado con desconfianza y resistencia, había terminado con risas y un nuevo lazo de amistad que, sin duda, se fortalecería con el tiempo.

Fin del one shot

Riley x Val (One shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora