En una cálida tarde de verano, Val y Riley se encontraban en la habitación de Riley, riendo mientras hablaban de cualquier cosa que se les ocurría. La luz del sol se filtraba por las cortinas, iluminando suavemente el espacio. Val, con sus 16 años, siempre había tenido un aire de confianza y seguridad en sí misma, algo que a Riley, con sus 14 años, le parecía fascinante. Riley era todo lo contrario, un ser de luz, tan inocente y pura que parecía casi imposible imaginarla haciendo algo incorrecto. Nunca había tenido novio, jamás había probado alcohol, y era tan dulce que ni siquiera sería capaz de matar a una mosca.
Para Val, esa inocencia era uno de los rasgos más encantadores de Riley, pero también una tentación. Val se había dado cuenta hace tiempo de que sentía algo más que amistad por Riley, lo mismo Riley, pero sabía que la dulce niña no tenía idea de cómo expresar lo que sentía. Y así, una idea comenzó a formarse en la mente de Val, una manera divertida y sutil de explorar esos sentimientos sin que Riley se sintiera abrumada.
—Oye, Riley —dijo Val, recostada en la cama mientras jugaba con una almohada entre sus manos—¿te parece si jugamos a algo?
Riley, que estaba sentada en el suelo dibujando, levantó la mirada con una sonrisa inocente.
—¡Claro! ¿A qué quieres jugar? —preguntó, siempre entusiasta por pasar tiempo con Val.
Val la observó por un momento, decidiendo cómo abordar el tema con la mayor naturalidad posible.
—Es un juego muy sencillo, lo llamo "El Juego de los Besos" —dijo Val, manteniendo su tono despreocupado— Es solo un pequeño juego, sin presión ni nada. ¿Qué dices?
Riley frunció el ceño un poco, sin entender del todo. Besos. La palabra resonaba en su mente como algo que había visto en películas, leído en libros o algo que hacían sus padres, pero nunca había sido parte de su realidad. Sentía una mezcla de curiosidad y nerviosismo.
—¿Cómo se juega? —preguntó finalmente, tratando de ocultar el rubor que comenzaba a teñir sus mejillas.
Val sonrió, encantada por la reacción de Riley. Se levantó de la cama y se acercó para sentarse a su lado, intentando no parecer demasiado ansiosa.
—Es muy simple —explicó Val— Nos turnamos para darnos un besito en la mejilla o en la frente, o en la nariz... donde queramos. Solo es un juego tonto, pero pensé que podría ser divertido.
Riley no pudo evitar sentirse un poco avergonzada, pero al mismo tiempo, la idea no le sonaba tan mal. Después de todo, era Val quien se lo proponía, y confiaba en ella más que en nadie en el mundo.
—Bueno... está bien —dijo Riley, con una tímida sonrisa— Pero tú empiezas.
Val asintió, notando el nerviosismo de Riley, y decidió empezar de la manera más inocente posible. Se inclinó hacia Riley, su cabello oscuro cayendo sobre sus hombros, y depositó un suave beso en la mejilla de la chica. Fue un contacto ligero, apenas un roce, pero suficiente para que Riley sintiera un cosquilleo recorrer su piel.
—¡Tu turno! —dijo Val con una sonrisa, retrocediendo para observar la reacción de Riley.
Riley, aún sonrojada, se movió lentamente, acercándose a Val. Su corazón latía con fuerza mientras se inclinaba hacia adelante, sintiendo una mezcla de emociones que no lograba descifrar. Finalmente, con suavidad, plantó un beso en la frente de Val, retirándose rápidamente después, como si temiera haber hecho algo incorrecto.
—Eso estuvo bien —murmuró Val, notando cómo el rubor de Riley se hacía más profundo. La inocencia de la chica solo la hacía más encantadora, y Val no pudo evitar sentir una oleada de ternura y afecto por ella.
—¿Podemos...? —Riley comenzó a hablar, pero luego se detuvo, mordiéndose el labio mientras miraba a Val con ojos llenos de confusión y un atisbo de curiosidad— ¿Podemos hacerlo otra vez?
Val sintió un leve estremecimiento en su interior, pero mantuvo su expresión tranquila.
—Claro que sí —respondió con una sonrisa tranquilizadora—Podemos hacerlo tantas veces como quieras.
Así que repitieron el juego. Esta vez, Riley fue la primera en dar un beso, eligiendo la mejilla opuesta de Val, sintiendo cómo su piel se calentaba con cada pequeño gesto de afecto. Val respondió de la misma manera, dándole un beso en la frente nuevamente, disfrutando del calor y la cercanía que compartían.
A medida que continuaban, los besos comenzaron a alargarse, y la tensión en el aire se volvía palpable. Riley, aunque todavía insegura y nerviosa, sentía que algo dentro de ella despertaba, una emoción extraña que antes había experimentado estando cerca de la mayor. Val, por su parte, se sorprendía a sí misma por la ternura y la paciencia con la que abordaba cada nuevo beso, tratando de no asustar a Riley, pero al mismo tiempo, sin poder evitar sentir una conexión cada vez más fuerte.
Finalmente, Val decidió llevar el juego un paso más allá. Se inclinó hacia Riley, pero esta vez, en lugar de un beso en la mejilla, dejó que sus labios rozaran los de Riley, apenas un susurro de contacto. Fue tan sutil que, por un momento, Riley no supo si realmente había sucedido. Pero su corazón saltó en su pecho, y cuando Val se retiró ligeramente, mirándola con una sonrisa tranquila, Riley no pudo evitar que su mente se llenara de preguntas y emociones que no sabía cómo procesar.
—¿Estás bien? —preguntó Val en un susurro, notando la confusión en los ojos de Riley.
Riley asintió lentamente, su voz apenas un hilo cuando respondió:
—Sí... solo que... nunca había... hecho algo así antes.
Val sonrió, sintiendo una mezcla de satisfacción y ternura.
—No tienes que preocuparte por nada, Riley. Es solo un juego, y no tienes que hacer nada que no quieras. Pero si te gusta, podemos seguir jugando —dijo Val, tratando de mantener el tono ligero, aunque por dentro sentía que había algo más profundo en juego.
Riley la miró a los ojos, tratando de entender sus propios sentimientos. No sabía por qué, pero el pequeño beso había encendido algo en su interior, algo que la asustaba y emocionaba al mismo tiempo.
—¿Puedes... hacerlo otra vez? —preguntó Riley, su voz apenas audible, pero llena de una nueva resolución.
Val sintió un leve sobresalto en su corazón, pero asintió, acercándose una vez más. Esta vez, no hubo duda ni vacilación. Cuando sus labios se encontraron, Riley cerró los ojos, dejándose llevar por la calidez del momento. Fue un beso suave, tierno, lleno de una inocencia que ambas compartían, aunque por razones diferentes.
Para Riley, fue una revelación. Todo en su mente y corazón se agitaba, pero a la vez, todo parecía encajar perfectamente en ese instante. Aunque había iniciado todo como un simple juego, Val ahora se daba cuenta de que sus sentimientos por Riley eran mucho más intensos de lo que había admitido.
Cuando el beso terminó, ambas se quedaron en silencio, con las miradas entrelazadas y las mejillas sonrojadas. Riley no sabía qué decir, pero sentía que algo había cambiado entre ellas. Val, por su parte, decidió no apresurar las cosas.
—Riley... —comenzó Val, suavemente— no tienes que entender todo ahora. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti.
Riley asintió lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y gratitud. Sabía que lo que sentía por Val no era algo que pudiera explicar fácilmente, pero también sabía que no quería perder la cercanía que tenían.
—Gracias, Val... por todo —murmuró Riley, tomando la mano de Val entre las suyas y apretándola suavemente.
Val sonrió y devolvió el apretón. La habitación iluminada por el cálido sol de la tarde, Val y Riley encontraron un nuevo tipo de conexión, una que apenas comenzaba a florecer, pero que ambas sabían que sería especial. Aunque la inocencia de Riley aún la envolvía, poco a poco, iba descubriendo nuevos sentimientos, y Val, con su paciencia y cariño, estaba allí para acompañarla en cada paso del camino.
Fin del one shot
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Riley x Val (One shots)
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