Vienen por mi

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Lincoln se encontraba en su habitación, rodeado de un aire pesado de soledad y desolación. Había pasado el día deambulando por la ciudad, buscando escapar de los tormentos internos que lo atormentaban. Se había refugiado en el alcohol, convencido de que un par de tragos ayudarían a borrar, aunque fuera temporalmente, el dolor y la confusión que sentía. Sin embargo, la combinación de la angustia emocional y el efecto de la bebida crearon una tormenta que no se calmaba con simples sustancias.

La habitación estaba en un desorden notable. Botellas vacías y latas de cerveza estaban esparcidas por el suelo, algunas aún con restos de su contenido. Lincoln, descalzo y con la ropa arrugada, yacía en la cama, su mente nublada por el alcohol. Sus pensamientos eran un caos de recuerdos dolorosos y preguntas sin respuestas, y aunque intentaba relajarse, el efecto del licor no hacía más que intensificar su malestar.

El reloj en la pared avanzaba lentamente, marcando el paso del tiempo con un ritmo implacable. Lincoln se giró en la cama, tratando de encontrar una posición cómoda, pero el mareo y la confusión no le permitían descansar. La bebida había sido una forma de escape, pero su factor de regeneración, un regalo involuntario de su pasado, neutralizaba rápidamente el efecto del alcohol. En lugar de encontrar alivio, Lincoln se enfrentaba a una sobriedad forzada que solo acentuaba su dolor.

El silencio en la casa era profundo. La familia Loud, preocupada por la ausencia de Lincoln, había decidido darle tiempo y espacio para procesar sus emociones, sin saber que él había regresado. En su ausencia, la casa había quedado en un estado de inquietud, con las conversaciones y la preocupación girando en torno a su paradero. Cada miembro de la familia sentía la tensión y el vacío que dejaba su ausencia, pero nadie sospechaba que Lincoln había vuelto y se encontraba en esa misma casa, oculto en su habitación.

La puerta de la habitación de Lincoln estaba entreabierta, y la tenue luz de una lámpara de mesa iluminaba el cuarto con un resplandor cálido. El silencio se rompió ocasionalmente por los sonidos del exterior: un coche pasando por la calle, el canto lejano de un pájaro nocturno, el murmullo del viento. Pero en el interior de la habitación, el único sonido era el leve gemido de Lincoln, que se quejaba en su sueño inquieto.

De repente, la puerta se abrió con un chirrido leve. Lynn entró en la habitación con una expresión de preocupación. Había estado buscando a Lincoln durante el día, y su preocupación había crecido al no encontrarlo en casa ni recibir noticias suyas. Al abrir la puerta, el desorden y el olor a alcohol la golpearon de inmediato.

Luna entró en la habitación con una mezcla de angustia y determinación en su rostro. La escena que encontró era desoladora: Lincoln, visiblemente afectado por el alcohol, estaba tumbado en la cama, rodeado de botellas vacías y latas de cerveza. El desorden era evidente, y el olor a licor impregnaba el aire. La preocupación de Luna se transformó rápidamente en furia al ver el estado en que se encontraba su hermano.

Luna: (con voz cargada de enojo) ¡Lincoln! ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué estás en este estado?

Lincoln, aún tambaleándose y con los ojos medio cerrados, giró la cabeza hacia Luna, su expresión mezcla de cansancio y frustración.

Lincoln: (con voz áspera) Luna, lárgate. No quiero verte ahora. Solo déjame en paz.

Luna, con el furor aún visible en su rostro, recogía las botellas y latas con una energía frenética. La habitación estaba llena de un olor desagradable a alcohol, y su determinación de limpiar antes de que alguien más lo viera era evidente. Cada vez que lanzaba una botella al cesto de basura, su enojo se manifestaba en movimientos más bruscos.

Lynn, al escuchar el ruido y ver a Luna en medio del caos, se acercó con preocupación.

Lynn: (con tono preocupado) Luna, ¿qué está pasando aquí? ¿Por qué estás limpiando todo esto?

The Loud House: Wolverine LoudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora