Mentira al descubierto

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Lincoln estaba sentado en el sofá, con la mirada fija en la televisión. Las imágenes que aparecían en la pantalla mostraban a un grupo de manifestantes hablando frente a las cámaras, sus rostros llenos de indignación y temor fingido. "Fuimos atacados por un mutante con garras," decía uno de ellos, mostrándose como una víctima. La pantalla estaba llena de titulares sensacionalistas, y la narradora hablaba de cómo las calles ya no eran seguras con mutantes al acecho.

Lincoln apretó los puños con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Sentía una mezcla de rabia y frustración ardiendo en su interior. El control remoto que sostenía en su mano se sentía pesado, como si fuera el origen de toda su ira. Sin pensarlo dos veces, lo lanzó con todas sus fuerzas contra la ventana. El control rompió el cristal, y Lincoln se quedó viendo cómo los trozos caían al suelo, brillando bajo la luz del sol.

Lincoln: (susurrando para sí mismo, con voz temblorosa) ¿Por qué tuve que nacer mutante? ¿Por qué no puedo ser normal como los demás?

Los pensamientos giraban en su mente, recordando los eventos recientes. La confrontación con los manifestantes, la discusión con Lynn... Todo se mezclaba en una tormenta de emociones que no podía controlar. Sentía una necesidad desesperada de huir, de escapar de su propia piel, pero no había ningún lugar al que pudiera ir.

La casa estaba inquietantemente silenciosa. Su familia había salido al centro comercial, y él había decidido quedarse solo. No tenía ganas de enfrentarse a nadie más, no después de lo que había pasado. La soledad, que normalmente encontraba reconfortante, se sentía ahora como una carga. No había nadie con quien hablar, nadie que pudiera entender lo que estaba pasando por su mente.

De repente, el sonido de la puerta resonó por la casa. Lincoln se levantó lentamente, todavía sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo. Caminó hacia la puerta, preguntándose quién podría ser. Abrió con cautela, y al otro lado estaba Clyde, su mejor amigo.

Clyde: (sonriendo nerviosamente) Hey, Lincoln... ¿Puedo pasar?

Lincoln asintió en silencio y se apartó para dejarlo entrar. Clyde, siempre amable y comprensivo, fue la única persona en la que Lincoln había confiado su secreto. Era el único que sabía la verdad, que sabía que Lincoln era un mutante.

Una vez dentro, Clyde se sentó en el sofá mientras Lincoln se quedaba de pie, cruzado de brazos. Había una tensión palpable en el aire, una que Clyde notó de inmediato.

Clyde: (con preocupación) Lincoln, ¿estás bien? Pareces... diferente.

Lincoln: (con un tono amargo) ¿Diferente? Claro que estoy diferente, Clyde. ¿Viste las noticias? Están ahí, haciéndose pasar por víctimas, cuando fueron ellos los que empezaron todo.

Clyde: (asintiendo) Sí, lo vi. Pero... sabes cómo son los medios, siempre buscan una forma de hacer que los mutantes se vean como los malos.

Lincoln: (levantando la voz) ¡Pero no lo entiendes, Clyde! No es solo eso. Es todo. Estoy cansado de ser el monstruo en la historia de alguien más. ¡No pedí esto!

Clyde: (intentando calmarlo) Lincoln, lo sé. Sé que no es justo. Pero tú no eres un monstruo. Eres una buena persona, y solo querías ayudar a ese chico. No puedes dejar que lo que digan te afecte.

Lincoln: (mirando hacia el suelo) Pero lo hace. No puedo evitarlo. Estoy harto de todo esto. De tener que ocultar quién soy, de sentirme como un paria en mi propia familia.

Clyde: (con voz suave) Tu familia te quiere, Lincoln. No importa qué, siempre estarán ahí para ti. Y yo también. Pero tienes que hablar con ellos. No puedes cargar con todo esto solo.

Lincoln: (suspirando) Lo sé... pero es difícil. Me siento tan... solo a veces.

Clyde: (colocando una mano en el hombro de Lincoln) No estás solo, Lincoln. Siempre estaré aquí para ti, lo sabes. Y ellos también, incluso si a veces no lo parece.

The Loud House: Wolverine LoudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora