La casa de los famosos era un laberinto de luces, risas y secretos ocultos. Karime Pindter, con su cabello oscuro ondeando como una bandera de batalla, se adentró en el salón, donde el eco de las conversaciones se mezclaba con la música. Sin embargo, su corazón estaba cargado de recuerdos que la mantenían anclada al pasado.Karime había amado intensamente a alguien que nunca correspondió sus sentimientos. Esa experiencia la había dejado marcada, con cicatrices que aún ardían. Su sonrisa, aunque brillante, ocultaba la tristeza de un amor que nunca floreció. Cada vez que una risa resonaba en la casa, un eco de nostalgia recorría su ser.
En un rincón, Gala Montes observaba con una mezcla de admiración y envidia. Ella también guardaba su propio secreto: un amor no correspondido que la había llevado a un rincón oscuro de su corazón. Gala había estado enamorada de alguien que nunca la miró de la manera que ella deseaba, y esa frustración la había llevado a construir muros alrededor de su corazón.
Una tarde, mientras la luz del sol se filtraba por las ventanas, Karime decidió salir al jardín. El aire fresco acarició su rostro y, de repente, el eco de risas resonó en su mente. Se sentó en un banco de madera, perdida en sus pensamientos, cuando sintió una presencia a su lado. Era Gala, con su cabello color rojo brillando bajo el sol.
—¿Te importa si me siento?— preguntó Gala, rompiendo el silencio.
—No, para nada— respondió Karime, sorprendida pero aliviada de tener compañía.
Ambas mujeres comenzaron a hablar de trivialidades, pero pronto la conversación se tornó más profunda. Karime, con su voz suave y melancólica, compartió fragmentos de su doloroso pasado. Gala escuchaba atentamente, sintiéndose comprendida, como si cada palabra de Karime resonara en su propia experiencia de amor no correspondido.
—A veces, siento que estoy atrapada en un ciclo sin fin— confesó Karime, sus ojos llenos de lágrimas. —Es difícil dejar ir a alguien que nunca fue mío.
Gala asintió, sintiendo una conexión instantánea. Su corazón latía con fuerza, y una extraña sensación de esperanza comenzó a florecer entre ellas. —Yo también— dijo Gala, su voz apenas un susurro. —Nunca es fácil olvidar.
Las horas pasaron volando mientras compartían sus historias. En ese momento, en medio de la tristeza, algo comenzó a brotar entre ellas. Un hilo de entendimiento, de compasión, y tal vez algo más. Miradas furtivas, sonrisas que hablaban más que mil palabras, y una conexión que parecía desafiar las cicatrices del pasado.
El sol se ocultaba en el horizonte, pintando el cielo de tonos cálidos, y Karime sintió que, por primera vez en mucho tiempo, había encontrado un refugio. Gala, con su dulzura y calidez, comenzaba a deshacer los nudos del dolor que había atado su corazón.
—Quizás— dijo Karime, rompiendo el silencio, —podamos sanar juntas.
Gala sonrió, sintiendo que, a pesar de sus heridas, había una luz que comenzaba a brillar en sus vidas. La casa de los famosos, con toda su intriga, había sido el escenario perfecto para el encuentro de dos almas perdidas, listas para explorar un nuevo camino, un camino que podría llevarlas a un amor inesperado.
Las sombras del pasado aún estaban presentes, pero había esperanza en el horizonte. Y en ese jardín, con el sol desvaneciéndose, Karime y Gala comenzaron a escribir una nueva historia, una historia que prometía ser tan intensa como el amor que ambas habían anhelado.