Las semanas posteriores a aquella noche que Juanjo compartió la intimidad de su piano con Martin fueron una mezcla de emociones para el mayor. Se había pasado la mayoría de las noches con el vasco sobre su regazo, explorando el cuerpo contrario con sus manos y besando con hambre sus labios, pues no habían sido encuentros muy largos, pero sí increíblemente intensos. El menor sentía como se intensificaban todos sus sentidos cuando él mayor le tocaba, como sí su piel portara pequeñas cantidades de éxtasis que se transmitían a la propia. Experimentaba todas y cada una de las emociones posibles cada noche que permanecía allí, pues cuando notaba la ausencia de la presión del cuerpo ajeno sobre el suyo, y recordaba dónde se encontraba, y que aquella acción que le hacía sentir en el séptimo cielo la tenía que cotizar, pasaba del máximo delirio a la descompostura completa, recordando que aquello no era del todo real, que su acompañante tenía una rutina que seguía con todos sus clientes.
El olor a alcohol y cigarrillo del local se había impregnado en las prendas de Juanjo definitivamente, y lo arrastraba allí donde fuera, consiguiendo formular aún más preguntas entre sus parientes que nadie se atrevía a pronunciar en voz alta, pero Juanjo lo notaba. Notaba las miradas dudosas entre unos y otros cuando estaban en la misma habitación, la exagerada cautela con la que se aproximaban a él, como un depredador tratando de no ahuyentar a su presa. Pero nadie sería el primero en preguntar, en empezar una conversación que ninguno de ellos quería tener, así que se quedaba en eso, ojos acusatorios y sonrisas no del todo verdaderas.
Creía llevar todo bajo control, nadie sabía más de lo necesario y tampoco pararían sus acciones pues no sabían qué era lo que debían detener, y Juanjo se negaba a contarles cualquier mínimo detalle sobre sus estancias nocturnas en el burdel, o lo que hacía las noches que no se encontraba allí, ambas dejarían estupefactos a cualquiera que no acostumbrara a la vida entre los callejones de Barcelona. Creía poder vivir así siempre, sin dar más explicaciones de las necesarias, hasta que su dormitorio se convirtió en una sala de interrogación con su hermano de detective, haciéndole arrepentirse de todas las decisión que le había llevado a invitar al vasco a su casa aquel día de Navidad del año anterior.
Había ocurrido todo muy rápido, no le había dado siquiera tiempo de cerrar la puerta principal cuando Javier se le abalanzó por detrás con notable nerviosismo, diciéndole que tenía que hablar con él. Juanjo estaba tranquilo, aunque la ausencia de dicha característica en su hermano mayor había conseguido intrigarle lo suficiente para causarle cierta extrañeza, así que le siguió escaleras arriba hasta su propia habitación, dejándose caer en el colchón mientras observaba como el otro juntaba y separaba los labios intentando decir algo que no acababa de salir.
– Juanjo... Mira, sé que llevas evitando a todo el mundo desde hace semanas. -El menor abrió la boca, dispuesto a rebatir aquello, pero el mayor continuó hablando.- Y he intentado hablar contigo, dejar que me expliques que te pasa sin hacerte saber que... -Se sentó a su lado fijando en él la mirada.- sé más de lo que crees.
– Javier, ¿de qué estás hablando? -preguntó Juanjo aparentemente tranquilo, aunque podía notar como una bola de nerviosismo se formaba en su estómago. Su hermano suspiró.
– Hace unas cuatro semanas, ¿te acuerdas que nuestros padres y yo fuimos a la cena de Navidad de los Bravo? -Juanjo asintió despacio.- Pues estaba agotado y me dolía la cabeza así que decidí volver a casa más pronto. -El menor ya temía hacia dónde se dirigía la conversación, pero no era capaz de decir nada.- Cuando llegué no había nadie, e imaginé que te habías vuelto a escabullir aprovechando que estábamos fuera pero entonces, escuché tu piano. -En ese momento, Juanjo habría jurado que su corazón se detuvo. confirmando que aquella historia acabaría como había imaginado segundos atrás.- No te quería molestar así que subí sin hacer ruido y cuando llegué me asomé por la pequeña rendija que había entre la puerta y el marco, y vi que no estabas solo. Imaginé que sería Denna pero...no. ¿De qué conoces a Martin? ¿Qué hacías con él? -Juanjo estaba seguro que si hubiera tenido algo de comida en su estómago habría vomitado allí de los nervios que recorrían su cuerpo.
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love me tender
FanfictionEn una ciudad llena de secretos, la verdadera aventura comienza cuando las luces se apagan y las máscaras caen. En la Barcelona del 1959 Juanjo Bona disfruta de una vida llena de privilegios y lujos que otros sólo pueden soñar. Mientras tanto, Marti...