⇢𝐃𝐞𝐬𝐜𝐞𝐧𝐝𝐞𝐧𝐭𝐬 × 𝐅𝐞𝐦!𝐎𝐂
Ginger Gothel, la mas astuta y encantadora bandida de la isla de los perdidos es enviada a Auradon y va con un solo deber, ahi se encuentra con Frey Rider, un apuesto y sarcastico joven muy curioso y entrometido...
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Los minutos previos en el camino fueron una agonía para la rizada. Ginger sentía un profundo peso y responsabilidad a la tarea que su madre y demás villanos les dejaron a sus hijos. Estaba ansiosa, llevaban apenas unos minutos de camino y por mas que se esforzaba, no dejaba de imaginar los cientos de escenarios que podían ocurrir en su nueva escuela, todos estarian asustados, claro está, pero de igual manera su mente daba muchas vueltas.
Entrando a Auradon, se escuchaban gritos animados y tambores de las personas y estudiantes esperando la llegada de los villanos, una ves estacionado el vehículo el conductor abrió la puerta a los jovenes para que bajaran de éste, cayendo Carlos y Jay al piso gracias a que peleaban nuevamente, esta vez por unos objetos, seguido de ellos bajo Evie dando una pequeña vuelta y mirando asombrada el gran edificio y jardines, después Mal y finalmente Ginger cruzando sus brazos ya afuera.
Una mujer de vestido azul con un enorme moño rosado-para el gusto de la rizada-se acercaba a ellos con sus brazos extendidos y una amplia sonrisa.
—Ey chicos, tenemos publico—la pelimorada regañó a los dos barones, puesto que la mujer ya estaba frente a ellos.
—Sólo limpiabanos—se malexcuso Jay con una risa nerviosa y ayudando a Carlos a levantarse del suelo.
—Dejenlo como estaba—habló cantarina la mayor-y me refiero a que lo dejen, de verdad—esta vez lo dijo seriamente. Los dos muchachos regresaron las cosas al vehículo negro.
Detras del hada madrina estaba un joven de traje azul rey y una chica de vestido rosa, ambos sonriendo ampliamente.
—Hola, bonita-se acercó Jay tratando de coquetearle a la muchacha castaña—mi nombre es Jay—esta sólo soltó una risa ignorando al de gorro.
—Bienvendios a la Preparatoria—mencionó la mujer—soy el hada madrina, la directora—hizo una pequeña reverencia.
Los ojos de mal se agrandaron—¿es el hada madrina?, ¿la del "bibidibabidibu"?
—Bibidibabidi, tu lo dijiste.—
—Si ahm, sentía curiosidad, ¿que habrá pensado cenicienta cuando apareciste como si nada?-la de vestido azul la miraba sonriente—con esa varita brillante y una sonrisa y esa varita brillante.
—Eso fue mucho tiempo atras, es lo que suelo decir, concéntrate en el pasado y te perderás el futuro—declaró la mujer haciendo señas con sus manos.
