CAPÍTULO 1

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Kim Seokjin se acomodó la chaqueta azul marino de su traje y estudió su imagen en el espejo de cuerpo entero. Se giró para comprobar todos los ángulos, preguntándose por qué incluso en los hoteles de lujo ponían sus espejos, sospechosamente, frente a la cama. Aunque tenía que reconocer que las dos brillantes lámparas que había sobre él mostraban hasta el más mínimo detalle. La chaqueta, diseñada en corte clásico, lucía exquisitamente bien en su esbelto cuerpo. La había combinado con unos pantalones del mismo azul marino, una camisa de un claro azul grisáceo y una corbata azul en varias tonalidades de gris y blanco. Y todo ello lo había transformado en el elegante novio al que había aspirado.

Jimin suspiró. —Nunca conseguiría que me quedara tan bien ese traje —dijo celoso. Se encontró con la mirada de Seokjin en el espejo. —Tienes que tener las piernas largas, como las tuyas, para que te quede ajustado y elegante. A las mías les faltan unos centímetros.

—Escondes esos centímetros de más en otro lado —dijo Yoongi lanzando una escasamente sutil mirada hacia su entrepierna.

Seokjin reprimió la risa. Yoongi no estaba equivocado, teniendo en cuenta que el pene de Jimin era de un tamaño ciertamente desproporcionado en relación al resto de su cuerpo, pero lo último que quería era alentar a Yoongi.

—Por favor, censura tu humor mañana —dijo quitándose la chaqueta. La colgó cuidadosamente de nuevo en la percha y añadió: —No quiero que ningún familiar de Jongseo tenga un ataque al corazón el día de nuestra boda.

Yoongi hizo un gesto de desesperación. —Después de cuatro años, Jongseo ya tendría que estar más que acostumbrada a mi personalidad, incluido mi sentido del humor.

—No es mi futura mujer la que me preocupa —dijo Seokjin—. Su familia apenas se ha visto expuesta a ti aún, y preferiría seguir cayéndoles bien tras la boda.

—Bien visto —dijo Yoongi—. Me portaré lo mejor que pueda. Lo juro por mi honor de Boy Scout.

Todos rieron y Seokjin no pudo contener su sonrisa. —Nunca entraste en los Boy Scout. Y en caso de que lo hubieses hecho, te habrían echado de una patada en el culo antes de que hubieses podido terminar de decir: "Honor de boy scout".

Yoongi se encogió de hombros. —Nah —dijo sonriendo de par en par—. Habría usado mi encanto para que me dejaran entrar de nuevo.

Sí, a Seokjin no le cabía duda de que lo habría hecho. Yoongi podía engatusar a cualquier ser vivo sobre la faz de la tierra. Había visto de todo, desde bebés que dejaban de llorar espontáneamente cuando los agarraba en brazos hasta ancianos cascarrabias incapaces de resistir su sonrisa y su actitud desenfadada. Una vez, alguien le había dicho que Yoongi podría conseguir que un gato se hiciera amigo de un ratón. No se había equivocado.

—Aún no me puedo creer que vayas a casarte —dijo Soobin melancólicamente—. Parece que fue ayer cuando nos presentaste a Jongseo.

—Sí, estoy emocionado —dijo Seokjin.

Seokjin había sido el primero, y hasta ese momento, el único, de los cuatro que había presentado a alguien al resto. A pesar de sus temores iniciales, todos habían dado su aprobación a Jongseo. ¿Cómo podrían no haberlo hecho? Era inteligente, divertida, preciosa y tenía una exitosa carrera por delante como jefa de recursos humanos en la firma de su padre; la misma firma en la que él trabajaba como contable. Además, tenían muchas cosas en común. Habían conectado desde el primer día y ahora, cuatro años más tarde, ahí estaban: a punto de convertir su relación en algo permanente. Se habían comprado una casa en uno de los vecindarios más demandados. Técnicamente, la había comprado Jongseo, pero ambos vivirían allí y, con suerte, en el futuro, formarían una familia en ese hogar.

DEJADO (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora