Capitulo Dos

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Vergüenza, eso era lo que recorría el cuerpo entero del cocinero de la tripulación.

No sabía que mierda había pasado, pero su mente se quedo en blanco incluso cuando el espadachín lo dejo completamente solo en la cocina.

Necesitaba correr tan pronto como pudiera, lejos, tan lejos del barco en donde nadie pudiera encontrarlo, porque ahora mismo estaba en una crisis existencial, sufriendo por algo que no lograba procesar del todo, estaba sudando como un demente, con las manos temblando, y las mejillas todavía ardiendo.

Estaba definitivamente enfermo. Apago los fogones justo cuando el guiso estuvo preparado, para poder salir de la cocina cuanto antes. Necesitaba aire fresco, y un doctor.

--Chopper, creo que estoy enfermo --soltó Sanji entrando repentinamente en la enfermería del barco.

El pequeño reno salto asustado debido a la repentina intromisión, pero rápidamente se recompuso para correr hasta en donde estaba el mayor, tomando su mano para sentarlo en la camilla y de esa forma fuera más fácil revisarlo.

--¿Que síntomas tienes, Sanji? --cuestiono Chopper, revisando con su estetoscopio el corazón acelerado del cocinero.

-Mm, bueno, me duele el pecho cada que intento respirar, también me tiemblan las manos un poco, me suda el cuerpo más de lo debido, se me calientan las mejillas, y hace poco sangre repentinamente por la nariz --respondió Sanji con la voz aún ahogada, mirando a los ojos al renito que comenzo a escanearlo con la mirada atentamente.

Chopper se alejo del hombre en cuanto su inspección profesional termino, formando una línea con su boca ante las palabras de Sanji.

--Ya veo, ¿podrías decirme en que momento sucede esto? --volvió a preguntar el menor.

--Bueno, sucede cuando... Cuando pienso en el musgo, y empeora cuando lo veo cerca de mi --confeso Sanji perturbado--. ¿Creés que sea el marimo quién me esta contagiando esa enfermedad?

Chopper fruncio el ceño pensativo--. Jamás había escuchado una enfermedad que causara esos síntomas, bueno, tal vez con la gripa pero no suele sangrar la nariz, ¿debería revisar a Zoro por si acaso?

--¡No! --grito Sanji asustado--. Quiero decir, no quiero que el marimo sepa que me esta enfermando.

--Pero Sanji, es por la seguridad del resto, debería...

--Está bien, Chopper --interrumpió el cocinero al doctor,-- solo no le digas que yo vine a revisarme también.

--Por supuesto --aclaro rápidamente el renito, rascando un poco su nariz azul--. De todos modos, voy a investigar un poco más en los libros para ver si encuentro alguna enfermedad parecida.

Sanji se quedo más tranquilo ante las palabras del doctor, porque si encontraba la cuasa también encontraría la cura, Chopper era un gran doctor.

--Por ahora te recomiendo que guardes la calma, y también reposo, y si te sigues sintiendo mal cerca de Zoro es mejor que te alejes, por preocupación --continúo hablando el doctor, sentándose en su silla de honor.

--Ya veo, muchas gracias Chopper, creo que ire a recostarme un poco antes de la cena --concluyo Sanji, acercándose a Chopper para acariciar sus orejas con gratitud, haciendo reír felizmente al otro.

Cuando Sanji estuvo fuera del consultorio el sol se estaba ocultando entre las olas del mar. Era hermoso, así que se permitió relajarse mientras se acercaba a la barandilla del barco, colocando sus codos para ponerse cómodo.

En el mar se formaban colores debido a los rayos del sol que acariciaban el agua, desde rojos hasta verdes. Sanji siempre había pensado que el verde era un color bonito, porque algunos vegetales eran de ese color y podía crear comidas majestuosas, además también significaba vida nueva, es por eso que el cabello de cierto hombre, que por cierto no se bañaba, le parecía bonito, aunque ridículo a la vez.

¿Cómo era posible que alguien tuviera el cabello de ese color de manera natural? Era tonto, pero de alguna forma le parecía que con ese color el marimo no lucia tan intimidante como deseaba hacerlo. Desde que lo conoció supo que el hombre era fuerte, la tenacidad con la que lucho contra un guerrero del mar hasta quedar al borde de la muerte, eso fue jodidamente alucinante en su momento.

Pero cuando pudo observar mejor a ese hombre orgulloso, una vez que su cuerpo estaba libre de sangre y limpio, se dio cuenta que el color de su cabello era verde, pero de alguna rara forma, más que volverlo intimidarlo le daba un toque infatil.

Aunque, tal vez, eso era solo su punto de vista.

Alto. ¿Qué mierda estaba pensando?, ¿El cabello del marimo lindo?, joder, si que estaba enloqueciendo.

Un ruido sordo, pero conocido, lo saco de sus pensamiento. Cuando giro la cabeza para ubicar la razón del ruido, se volvió a encontrar con esa caballera-para nada linda-verde a unos metros de distancia.

Zoro estaba entrenando nuevamente, cargando pesas como si fueran agua, haciendo flexiones como un demente, y gruñendo como un animal.

No debería, joder que no debería pero esa escena le removió el estomago, y mucho más que eso.

Debía parar, debería de irse antes que el marimo lo...

En un instante, el ojo tormentosos de Zoro estaba puestos en el, observándolo con el ceño fruncido mientras continuaba con lo suyo. Sanji tanteó temblorosamente los cigarrillos en la bolsa de su chaleco, sacando uno de su prisión y prendiéndolo en su boca, cada uno de sus movimientos siendo observados por Zoro.

Sanji inhaló el humo de la nicotina, llenando sus pulmones por completo, para después de unos segundos soltarlo a la superfice, en donde floto con el viento. Sin quitar sus ojos del peliverde, continúo con la acción, poniendo mayor énfasis cuando sus labios tocaban el cigarrillo, de forma inconsciente, chupando sus labios resecos.

Zoro oscurecio su mirada, con un semblante que Sanji no lograba decifrar, pero que sabia que algo escondía. El espadachín también imitó su acción, succionando sus propios labios rozados, quitándose el sudor de la frente con el torzo de su mano.

El ambiente estaba en total tensión, y Sanji se estaba ahogando por tanta presión. Quería huir, porque la mirada de Zoro era escalofriante en este momento, pero sus piernas estaban pegadas a la madera bajo sus zapatos.

Joder, que el mar se lo tragara de una buena vez, porque si seguía ahí estaba seguro que podría explotar.

--¡Comida! --un grito enloqueciedo aligero el ambiente de la mejor manera--. ¡Ya es la hora de la comida¡ .

El capitán interrumpió la guerra de miradas de sus compañeros, con una gran sonrisa en su rostro infantil. Saludo a su mejor amigo espadachín, y después corrió hasta Sanji para arrastrarlo a la cocina sin dejar de gritar.

Sanji se sintió aliviado por tener a alguien tan inoportuno como capitán.

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IF.

"Sanji lo sabe" [ZoSan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora