CAPITULO 1: MI SALVACIÓN

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16 meses antes

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16 meses antes

Me miro el anillo y por más que lo intento, no entiendo nada.

-¡Maca, felicidades cariño! Mira que es romántico Pol, ojala mi Jorge me hiciese lo mismo. – me dice Soraya agarrándome la mano y mirándolo con admiración.

Si, después de 5 insoportables años, me ha pedido matrimonio y como no, delante de toda su gran empresa.

Las repelentes mujeres de los compañeros y trabajadores de Pol se me acercan como si fuésemos amigas de toda la vida para, simplemente, admirar el pedrusco que llevo en la mano. Creo que se me va a caer la mano de lo que pesa esta basura.

Le miro y me mira sonriendo como si fuésemos super felices.

Me entran náuseas y no es mentira.

Me disculpó de esas víboras envidiosas y corro hacia el baño.

Lo echo todo, desde la cena hasta mi primera papilla. Rompo a llorar. De dolor, de rabia, de injusticia.

¿¡QUÉ MIERDA HE HECHO?!

Cojo mi móvil del diminuto bolso que llevo y tecleo su número de memoria.

Un tono.

Otro tono.

-¿Te paso a buscar amore? Estoy saliendo del trabajo.

-Porfavor, entra y ven a buscarme al baño. – sollozo.- no tengo fuerzas para levantarme.

-¿Qué ha pasado Maca? ¿Estás bien?

-Te necesito Lele.

-Ya voy, en cinco estoy. Tranquilízate - cuelga y sonrío, sabiendo que en cinco minutos estará aquí para rescatarme, aunque con un par de multas por exceso de velocidad.

Celeste es mi salvadora, mi pilar fundamental para seguir con vida. Nos conocemos desde que nacimos ya que nuestras madres eran uña y carne, al igual que nosotras.

Nací un 23 de abril a las 23:58 de la noche y Celeste nació cuatro minutos más tarde que yo. Desde ese momento siempre hemos estado juntas. Estudiamos en el mismo colegio y el mismo instituto, hicimos el mismo bachillerato, yo entré a la universidad, pero ella decidió no comerse la cabeza y hacer un grado superior.

No me imagino una vida sin ella, no sabría que hacer con mi vida.

Pican a la puerta y me sacan de mis pensamientos. La veo asomarse con su sonrisa hermosa en la cara y nada más verme tirada en el suelo, con todo el maquillaje corrido y el vestido manchado, entra con su energía para ayudarme.

-Arriba princesa que tenemos una cita con Eduard Cullen y Jacob Black en mi piso. – le sonrío.

Veo como coge mi bolso y mis zapatos, intento ayudarla pero no tengo fuerzas, solo lloro, veo como se sienta a mi lado y se quita sus bambas Nike y me las pone a mi para después ponerse mis tacones negros. Me agarra del brazo para levantarme y me abraza. Me mira a los ojos, me sonríe y me limpia las lágrimas que he derramado.

NO SIEMPRE ESTARÉ EN MADRID -- HÉCTOR FORTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora