Macarena esta en el momento justo de dictar su futuro pero su decisión se ve afectada por una persona insoportable que le habría robado el corazón.
Héctor cambiará su forma de ser y sus estúpidas reglas por una chica que siente superior a él.
Ellos...
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HÉCTOR
DIAS MÁS TARDE
Voy de camino al restaurante, escuchando a Anuel como de costumbre, cuando siento unos brazos rodeándome la cintura algo que hace que me asuste, me giro y me tranquilizo. Es Celeste.
-¡¡Hola pequeño!! ¿Dónde vas?
-A currar, no como otras – le digo sonriendo mientras le revuelvo su pelo rubio oscuro. - ¿Y esas flores?
-Son para Maca, es que he ido a llevarle flores a mi madre y de camino a casa y he vuelto a pasar por la floristería y le he cogido un ramo de tulipanes que son sus favoritas, a ver si así la ánimo. -me lo explica con un brillito en los ojos que hace que me dé cuenta de la amistad tan bonita que tienen. – y que sepas que yo también trabajo guapito, lo que pasa que he cogido vacaciones para poder estar con Maca.
-¿Qué le pasa? – me preocupo. – ¿siempre es así de desagradable como el otro día? Es que tiene cara de ser una tía de puta madre pero, joder, se comporta como si el mundo fuese suyo.
-La verdad que no es así, pero su situación la está sobrepasando un poco y, que quieres que te diga, la compañía del imbécil de su novio no ayuda... Pero, es mi amiga, y esta historia es suya no mía asi que, tendrás que preguntarle a ella. – me sonríe. - ¿de dónde vienes?
-Del hospital. – le enseño el informe. – me acaban de dar el alta, estoy cien por cien recuperado de la lesión. – nada más decírselo, salta con tanta fuerza a abrazarme que tengo que dar unos pasos atrás para no caernos.
-¡¡¡Qué feliz Héctor!!! No sabía que estabas lesionado, pero me alegro tantísimo de que estes recuperado... ¿Por qué no vienes un día a comer a casa? Yo cocinar sé entre poco y nada, pero Maqui si sabe. – le sonrío y asiento dándole mi confirmación de que iré. – que bien Héctor, me voy que seguro que sigue durmiendo o estará cocinando algo como siempre, ten cuidado. – me da un beso en la mejilla y se va por el mismo camino.
La idea de comer con ellas me hace pensar que tendré más tiempo para verla y para seguir picándola, pero eso no hace que me olvide de su maldito anillo.
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