El viaje no estaba siendo tan agradable como Aegon esperaba, pensar que viajar en barco sería fácil, pera era horriblemente malo si no estaba acostumbrado a ello, el movimiento del barco hacia a Aegon sentir mareos y náuseas, tanto que estuvo a punto de vomitar sobre el suelo del barco, preocupando a todos pues no tenía mucho de su débil estado al presentarse como un omega.
El primero en acercarse a él fue su cuñado Harwin, cuestionando si se encontraba bien, aunque era una pregunta bastante tonta si ya había notado las muecas y gestos que hacía de desagrado.
— Tal vez la leche de amapolas que trajeron te ayude.
— ¡No, no! — Negó en un grito, sorprendiendo a su cuñado. — Es decir no, solamente nesesito sentarme y se me pasara, gracias Sir Harwin.
El Strong simplemente asintió con una sonrisa amable antes de alejarse hacia los camarotes, seguramente para descansar, él no iba hacia ahí, sentía que se sus náuseas aumentarían, prefería estar al aire libre al menos antes de oscurezca, aún así se quedaría ahí, para observar a las estrellas, amaba las estrellas, tal vez estudié sobre astronomía cuando llegaran a Rocadragon.
Su vista viajo en dirección a Aemond, estaba sentado en una pequeña caja de madera mirando al mar, soltando suspiros, seguramente no había hablado con Lucerys después de lo sucedido, esperaba que lo hiciera pronto, no quería que el accidente abriera una grieta en su relación como en su antiguo mundo.

Un suspiro abandono los labios del, ahora tuerto, chico, la mirada de su único ojo estaba sobre las olas del mar y los peces que saltaban de vez en cuando y se volvían a subir bajo el agua, no le gustaba el ambiente que había en el barco, aún si era un ambiente tranquilo, era incomodo tener a Lucerys a metros pero no hablarle, no era porque no quisiera sino por la pena, iba a matar a Jace sin ser consciente, si Luke no se hubiera lanzado probablemente el primogénito de su hermana Rhaenyra estuviera muerto y el exiliado.
Sintió un peso extra sobre la pequeña caja, sin embargo no miro a la persona, pero sabía quién era, su pequeño sobrino estaba ahí, de reojo, notaba la ligera sonrisa que estaba sobre sus labios, aquella sonrisa que tanto le gustaba que su sobrino solo le regalaba a él, todas sus sonrisas siempre eran solo para él.
— Luke, yo...— Sus palabras fueron cortadas, al sentir los brazos del chico rodearlo con fuerza antes de dejar un beso sobre su mejilla.
— No tienes que disculparte, no pensamos en ese momento, está bien. Si no me odias está bien.
— Oh, Luke, nunca podría odiarte, eres mi pequeño solecito. — Murmuró antes de dejar un dulce beso sobre la frente del menor.
No mentía sería una barbarie llegar a odiar a Lucerys, después de todo la culpa había sido de las hijas de la difunta Laena Velaryon, él solo había intentado defender a su hermano de que Aemond lo asesinara, además no fue hecho por su propia mano, ambos se lastimaron en el proceso después de todo.
— ¿Quieres comer pasteles de limón? Hay muchos.
— Claro vamos, por los pasteles de limón.
Ambos se levantaron tomados de la mano, caminando juntos hacia donde el niño dormía para poder comer los pasteles a escondidas, tan unidos como siempre sin importar nada ni nadie.

La noche cayó rápido, Aegon aún permanecía con la vista en el cielo, de vez en cuando observaba las olas olas del mar, disfrutaba del cómodo silencio, algo que nunca pudo hacer antes, ahora se daba cuenta de las muchas cosas que pudo tener pero nunca aprovecho, por estar tan sumido en el vino y el disipar del dolor provocado por su madre.
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Segunda oportunidad..
FanfictionAegon muere al ser envenenado por sus enemigos, pero inesperadamente, despierta en otro mundo; los dioses han perdonado su vida. ¿Por qué?