Muerte y reencarnación.

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Aegon despertó en un lugar oscuro y frío, por dónde mirara solo había oscuridad, un existente vacío que se escondía por doquier, no había una pizca de luz, aunque sentía, se sentía observo, a dónde mirara sentía que lo observaban, no importa a dónde fuera su mirada, aquellos ojos invisibles lo seguían, su cuerpo era pesado, como si cargará algo, como si cargará todos y cada uno de sus errores.

— Targaryen.— Escucho una cavernosa voz llamarlo, haciendo eco en aquel profundo vacío. — Tu y tu madre destruyeron un reinado de cientos de años. — recriminó la voz, sonaba tan molesta que hizo su cuerpo temblar, como si sintiera aquella ira impropia en su cuerpo. — Te daré una oportunidad para enmendar tus errores, sino lo logras entonces estarás castigado a vivir una y otra vez, cada una de ellas, perdiendo a lo que más amas.

Luego de aquellas palabras, el peso sobre su cuerpo se fue, sintiéndose repentinamente ligero, en paz. Hasta que sintió un golpe que lo hizo despertar, sobreslatado, su cuerpo estaba empapado en sudor, su respiración estaba errática.

— Por los siete. — Escucho la voz de Rhaenyra, con una preocupación que en su vida anterior nunca logro oír. — Aegon, estábamos preocupados por ti.

Aquellas palabras lo hicieron entrar en una especie de confusión, en su vida anterior, Rhaenyra nunca mostró preocupación por él, ni por sus hermanos, simplemente escapó como una rata.

— ¿Qué. . . qué sucedió? — Inquirió mientras recobraba todos sus sentidos, igual, tratando de indagar en su nueva vida, y porque Rhaenyra estaba ahí y no su madre.

Rhaenyra le dio una mirada lastimera, ¿Qué había sucedido para que lo mirara así? Es más en su vida anterior ni lo miraba.

— Te presentaste como omega pero, tú cuerpo está muy débil, caiste en una especie de coma por unos días. — Explico con paciencia y suavidad mientras se sentaba en la orilla de la cama, acariciando sus cabellos.

¿Omega? ¿Presentarse?

En qué clase de mundo lo había enviado el extraño. Al parecer le estaba poniendo difícil su tarea de evitar la caída de los Targaryen, en un mundo que no conocía en absoluto, al igual que los sucesos que ocurren en ese mundo. Porque no podía comprender como es que Rhaenyra estaba en su habitación, calmandolo en lugar de la horrible madre que tiene.

Rhaenyra al no recibir respuesta continuo. — Daemon y yo te cuidamos en estos días, luke, Jace y tus hermanos también nos ayudaron mientras no estábamos nosotros. — Explico con tranquilidad mirando a Aegon, quién estaba más confundido que antes.

Al parecer ocurrían cosas muy diferentes en ese mundo, en el fondo aquello le alegraba, tal vez sería más fácil poder evitar los sucesos de su vida anterior, al estar cerca de Rhaenyra, más lejos de las manipulaciones de su abuelo y su madre, tal vez podría así podría evitar ser manipulado y hundiría a su madre en un infierno, en el mismo infierno en qué por su culpa entro él.

— Yo. . . Gracias Nyra. — Aquel apodo salió de sus labios sin darse cuenta, por un momento creyó haber cometido un error, hasta que sintió las caricias sobre su cabello nuevamente.

— No hay porque, siempre serás como otro hijo para mí. — Dejo un beso en su coronilla, un beso maternal, uno que nunca había recibido en su vida anterior.

Las ganas de llorar invadieron su cuerpo. Porque su madre nunca fue así con él en su vida anterior, se dejó llevar tanto por las palabras de su abuelo que termino usando a sus hijos para su propias ambiciones, en el camino provocando la destrucción de su familia y del propio reino. 

— Oh, Egg, no llores. — Murmuró con cariño Rhaenyra mientras limpiaba las lágrimas que ya habían comenzado a caer por sus mejillas, sin que él se diera cuenta. — Vamos a fuera, seguro que a papá le gustará verte. Además Jace no para de decir que te quiere ver con tu energía y tus bromas de siempre.

Segunda oportunidad..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora