Problemas y despedidas.

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Así de rápido como había llegado la felicidad, se fue, los problemas comenzaron de nuevo, como anteriormente había sucedido, la muerte de Laena, y. . . El reclamo de Vhagar, donde estaban justo ahora.

- Alicent basta. - Exclamó la voz de Aegon, llamado la atención de todos los presentes al llamarla por su nombre. - Ya te dije lo que sucedió pero como siempre no me escuchas. Luke y Mond se cayeron por una maldita rocosa, nadie corto a mond con una daga. Estás loca.

A diferencia de su mundo original, la confrontación no fue en la cueva, si no en unas pequeñas montañas rocosas, Luke se aventó hacia Aemond para evitar que golpeara a Jace y terminaron cayendo ambos, Luke se rompió la nariz y Aemond perdió el ojo, nuevamente.

- No me hables así insolente.- Se acercó peligrosamente para proporcionarle una bofetada, que fue detenida por la mano de Rhaenyra, aún si tenía una herida. - Sueltame.

- No. - El cuerpo de Aegon se alejo como una forma de protección, hasta quedar detrás de su hermana mayor. - Eres capaz de echar a tus hijos a los lobos con tal de que salvarte a ti misma, era la peor madre que he conocido, ni si quiera Viserys y Daemon pueden evitar que golpees a tus hijos, por qué están en el mismo lugar que tú, así que los llevare conmigo a Rocadragon, lejos de ti.

- Princesa, creo que esas serían medidas extremas, tal vez podría preparar un hala de la casa solo para los niños. - Se escucho la voz de Otto a lo lejos, buscando persuadir de la desición de llevarse a su única opción para llegar al poder.

Su madre estaría rabiosa al pensar que pasaría sus dios sola en el castillo, porque ese era uno de sus miedos, estar sola que todos a su alrededor la abandonaran y se volviera loca, pero en su camino de intentar tener compañía destruía todo a su paso, a sus hijos, su familia y anteriormente un legado de cientos de años.

- Mis hermanos irán, yo me quedaré. - Refutó contra los presentes, todas las miradas cayeron en el, haciéndolo sentir incómodo.

- De ninguna manera, todos irán. - Exclamó Rhaenyra con voz demandante, poco le importaba ser una omega, fue criada para ser una heredera y que su palabra fuera la ley.

- Son mis hijos no tuyos, tu cuida de tus bastardos y deja a los míos.

Y ahí va de nuevo, se va dado cuenta que su madre normalmente ataca con eso de la bastardia, inculcando o al menos intentando inculcarle en ellos, el mismo odio sin razón que ella tiene provocarlo en sus hijos, que crezca como una semilla y termine por crecer como una fruta, o la danza de los dragones en este caso.

- Creo que el rey tiene la última palabra después de todo, Majestad. - Su cuñado Harwin hablo finalmente, molesto, ante la mención de la bastardia de sus hijos, pues no podemos olvidar que Laenor seguía siendo su padre.

El suspiro de Viserys inundó la habitación, luego de que se quedó en completo silencio ante la voz de Sir Harwin.

- Rhaenyra tiene razón, los niños están mejor en Rocadragon, son mis hijos y los amo a todos por igual pero no están bien aquí, no oyendo las peleas de la familia. - Rhaenyra sonrió ante la respuesta indirecta sobre el permiso para llevarse a sus hermanos, mientras Otto y Alicent sacaban humo por las orejas. - Pero creo que deberían pasar tiempo con nosotros, así que deberán regresar cada cierto tiempo, para convivir junto a nosotros, es mi última palabra.

Aegon no podía esconder la inminente felicidad que sentía de poder salir de ese lugar, que antes lo llevo a la muerte, permanecer a lado de su madre simplemente por querré algo de valoración materna y por enorgullecer a su madre, hace todo lo que le ordenaba, porque ni si quiera pedía, lo llevo a la muerte, su madre fue su verdugo y hasta ahora se daba cuenta, pero ¿quién podía culparlo? Él solamente quería sentirse amado, un sentimiento que nunca antes sintió, su madre lo alejo de la única persona que algún día pudo darle algo de cariño, Rhaenyra, su hermana.

Segunda oportunidad..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora