EL DESPERTAR DE UN DÍA ORDINARIO
Thaddeus Aspin, a la edad de ocho años, ya había demostrado ser un niño prodigio en el mundo de la magia. Sin embargo, a pesar de su innegable talento, la vida en la Mansión Aspin era rigurosa y disciplinada. Los días comenzaban con una rutina inmutable, pero cargada de propósito.
La mañana se iniciaba con Griselda, el elfo doméstico de la familia, entrando silenciosamente en la habitación de Thaddeus con una bandeja de desayuno. La habitación estaba decorada con elegancia, reflejando el estatus de la familia, pero también llena de los libros y frascos que Thaddeus usaba para sus estudios de pociones.
“Buenos días, joven maestro,” saludaba Griselda con la habitual reverencia.
“Buenos días, Griselda,” respondía Thaddeus, con la misma cordialidad, sin apartar la vista de las páginas de su último libro de pociones.
Tras un desayuno rápido pero nutritivo, Thaddeus dedicaba la primera parte de la mañana a estudiar. Aunque era joven, su sed de conocimiento parecía insaciable. Su educación no se limitaba a los libros; cada día era una oportunidad para aprender algo nuevo, ya fuera sobre magia, historia, o las complejidades del comercio mágico.
LECCIONES EN EL LABORATORIO
Uno de los momentos más esperados del día era su lección con su madre, Eleanora Aspin. Como una de las pocionistas más respetadas del mundo mágico, Eleanora tenía un vasto conocimiento que compartía generosamente con su hijo. A pesar de su amor por las pociones, era estricta en sus enseñanzas, insistiendo en la precisión y la paciencia.
“Hoy, Thaddeus, vamos a trabajar en una poción de fortalecimiento mental,” dijo Eleanora un día, mientras lo guiaba hacia el laboratorio, un lugar que olía a hierbas frescas y especias raras.
Thaddeus observaba con atención cómo su madre seleccionaba cuidadosamente cada ingrediente, explicando sus propiedades y cómo interactuaban entre sí. El caldero burbujeaba suavemente mientras ella añadía el polvo de raíz de ginseng y unas gotas de esencia de mandrágora.
“Recuerda, hijo,” decía Eleanora mientras él seguía sus movimientos, “cada poción es un delicado equilibrio. Un error, por pequeño que sea, puede deshacer todo el trabajo. La paciencia y la concentración son tus mejores aliados.”
Thaddeus, con su natural aptitud para las pociones, replicaba con éxito la mezcla bajo la atenta mirada de su madre. Cada sesión en el laboratorio era una nueva oportunidad para perfeccionar sus habilidades, y Eleanora comenzaba a ver en su hijo un futuro maestro pocionista.
LA DIPLOMACIA EN EL MUNDO DE LOS NEGOCIOS
Después de sus lecciones, Thaddeus a menudo acompañaba a su padre, Tarek Aspin, en sus asuntos comerciales. Tarek era un hombre imponente, dueño de un monopolio comercial que abarcaba gran parte del mundo mágico, controlando la distribución de ingredientes mágicos y artefactos raros.
Una tarde, mientras Thaddeus lo acompañaba a una reunión en Londres, Tarek lo miró con seriedad. “Hoy, Thaddeus, aprenderás una lección importante sobre la diplomacia. Un Aspin no solo debe ser fuerte en la magia, sino también en la negociación.”
La reunión se llevó a cabo en el salón privado de un elegante restaurante mágico. Los invitados eran miembros influyentes del comercio mágico internacional, incluidos varios representantes de familias nobles europeas. Thaddeus observaba en silencio mientras su padre negociaba con una mezcla de firmeza y cortesía. Tarek era un maestro en el arte de la persuasión, capaz de obtener concesiones sin levantar la voz.
“Recuerda, hijo,” le susurró Tarek mientras firmaban un acuerdo, “la verdadera fuerza de un mago no reside solo en su varita, sino en su capacidad para construir alianzas y mantener la confianza de sus aliados y competidores.”
ESTÁS LEYENDO
El Camino del Maestro Pocionista
FanfictionEn un mundo lleno de magia y misterios, donde dragones y criaturas fantásticas coexisten con brujas y magos, un joven llamado Thaddeus Aspin sueña con convertirse en el mejor pocionista que el mundo mágico haya conocido. Desde niño, Thaddeus ha sent...