Llegamos a unos edificios, entramos y subimos por el ascensor.
Mientras subíamos no dijimos ni una sola palabra, nada más nos sonreiamos.
Subimos al piso 20°, y nos dirigimos al apartamento 203.
Gustavo extendio su mano para que entrará, entre y estaba un poco desorganizado, no le preste atención y me senté en el mueble.
-MOOORGAN- Grito gustavo, aparentemente a alguien.
Ante aquel llamado salió un gato negro del oscuro pasillo, con sus ojos verdes tan brillantes y su pelaje tan oscuro como la noche.
El gato corrió hacia gustavo quien lo acaricio con cariño.
-Chee,¿me extrañaste?- acaricio y beso al gato mientras agarraba una barrita de atun para darle.
-No sabia que tenias un gato.- prácticamente no sabia casi nada de gustavo, recién lo conocía de la discoteca y también por soda stereo, falle como amante de la música.
Me acerque con cuidado mirando atentamente como el con cariño le daba la barrita de atun.
Me recosté en mi mano esta vez mirando a gustavo, haciendo que el también me mirase, esta vez no con una mirada de amabilidad e interés como hace un rato, si no con una mirada de lujuria, no solo el, ambos.
Solo se escuchaba los lamidos del gato en la barrita, mirándonos con silencio, pero con tantas cosas por decir.
Aunque lo conocí ayer, siento como si lo hubiera conocido de otra vida, como de otro planeta.
El gato maúllo llamando la atención de ambos, se me acercó acariciándole con cariño.
-Nunca había pasado eso- dijo gustavo sorprendido.
-¿Que?- respondi con duda frunciendo el ceño.
-Nunca se había dejado acariciar de nadie, ni siquiera de alguna chica- miraba atentamente el gato, como si estuviera pensando que no era su verdadera mascota.
Algo me había quedado claro, gustavo ya había traído a algunas chicas aquí, no le di importancia pues no somos nada.
Solo lo conocí ayer.
-Mi abuela me decía que los gatos sienten mucho la energía, tal vez porque yo no tengo malas intenciones.- seguí acariciando al gato, mirando diferente a gustavo.
Algo me molestaba, pero si digo que es sobre las chicas parecería celosa o que se yo, y no puede ser asi porque solo lo conocí ayer.
-Ya veo.- me miro con duda.
Ni siquiera lo miré.
-Ven, quiero mostrarte algo.- me agarro el brazo y fuimos hacia su habitación.
Agarro una guitarra y una libreta del armario mostrándome la libreta para sentarse.
-Mira, acá escribo algunas de mis canciones.- me mostró las páginas, mire atentamente.
-Estoy haciendo un álbum, ya hice algunas canciones, ¿queres escucharlas?- pregunto agarrando la guitarra a lo cual yo asentí.
Empezó a cantar, yo quedé más encantada, suena igual a como suena en la radio.
—Che gustavo, cantas re bien.—lo mire fijamente con admiracion, debo admitir que canta muy bien, y tiene mucho talento.
—Gracias, ¿pero no me vas a felicitar bien?—elevo sus cejas ahora acariciando a Morgan quien se había subido a sus piernas.
Le di un beso en la mejilla, una gran sonrisa se posaba en su rostro, con sus mejillitas rosaditas.
—Felicitaciones, mereces bastante.— acaricie su mano levantándome de la cama y saliendo de la habitación, gustavo me miró con confusión yendo atrás de mi con Morgan en brazos.
—¿Te vas?— se recostó en la pared, con una cara triste, como si una madre hubiese abandonado a su hijo.
—Tengo que trabajar, ya sabes... además no eh llamado a mi mama..— me acerque con los brazos cruzados.
Acaricie a Morgan lo cual el lamio mi mano haciéndonos reír.
—No me has dicho tu edad.— se acomodo en la pared, aún acariciando al gato.
—Tengo diecisiete.— lo mire con vergüenza.
—Quédate, deja de cagarte la vida en ese lugar, vos estás muy joven lu.— y es muy cierto, sonreí con pena y una mirada triste, gustavo alzó mi cabeza obligándome a mirarlo.
—Vos sabes que tenes un futuro por delante, en ves de estar en estas cosas.
—Si...—Dije con vergüenza casi apunto de las lagrimas.
Gustavo me abrazo con uno de sus brazos mientras que con el otro cargaba a Morgan.
Puse mi cara en su pecho, olía tan bien que hasta las ganas de llorar se me quitaron.
Dios ¿Que me hace este hombre?...
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𝐓𝐎𝐃𝐀𝐒 𝐌𝐔𝐄𝐑𝐄𝐍 𝐏𝐎𝐑 𝐌𝐈|| 𝐆𝐔𝐒𝐓𝐀𝐕𝐎 𝐂𝐄𝐑𝐀𝐓𝐈
Conto𝐌𝐞 𝐚𝐫𝐫𝐨𝐣𝐚𝐫𝐚𝐧 𝐛𝐫𝐚𝐬𝐢𝐞𝐫 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐮𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐜𝐚𝐝𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐜𝐢𝐞𝐫𝐭𝐨, 𝐲𝐨 𝐥𝐚𝐬 𝐡𝐚𝐫𝐞 𝐠𝐫𝐢𝐭𝐚𝐫 𝐡𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐞𝐣𝐚𝐫𝐥𝐚𝐬 𝐬𝐢𝐧 𝐚𝐥𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨.