𝟎𝟐

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El turco mordio levemente su labio, recorriendo con su mirada cada detalle de la foto en el celular frente a sus ojos, mientras tomaba té con su mejor amigo. Aquella mañana de lunes había decidido juntarse con el otomano a tomar unos tés en su departamento, simplemente para pasar un poco de tiempo con su amigo, además de encontrar una formar de distraerse para sacar a Ceren de su cabeza, aunque sinceramente, le estaba costando mucho eso último. Desde esa noche, donde la mujer a la mañana siguiente se despidió con un largo e intenso beso, no había vuelto a verla en persona, ni tampoco había podido quitársela de la cabeza desde entonces, menos aun desde que había decidido volver a seguirla en instagram, encontrándose cada día con una foto de ella en sus historias que dejaba mucho que imaginar a su parecer.

- Y desapareciste Guven. Decidió quitar su atención de aquella foto en su celular, intentando sacarle charla a su compañero en un intento de distraerse y sacarse de la cabeza a la otomana

- Vos también desapareciste, Umut - alzó su ceja- ¿Con quién te fuiste al final? Nunca me contaste, te lo re guardaste para vos.- sonrió- ¿Fue con la rubia que te comiste nada más llegamos? Te vi que la habías fichado a esa.

- No, me fui con una morocha. La rubia se puso re pesada, después del chape se me quitaron las ganas.

- ¿Con una morocha? ¿Y estaba buena? Y de nuevo, Ceren volvió a aparecer en su cabeza. Daba gracias que Guven no pidió más detalles de la chica, sabía que si descubría que se había agarrado a su hermanita era en definitiva, hombre muerto. Ceren era intocable para cualquiera, pero por alguna razón, lo era mucho más para él, incluso en varias ocasiones había prohibido hasta mirarla. Aunque en parte lo entendía, le pasaba lo mismo cuando se trataba de su hermana Umay. Sin embargo, aquella noche la tentación había sido más fuerte y viejos sentimientos habían aparecido en el interior del abogado al momento de ver a la morocha luego de años, y sabía

- Lo estaba, sí. —sonrio— Como se movía, y la chupaba de diez...

- Dale, ¿te hizo una mamada? ¿Posta? —rió— Ah, pero saliste ganando, tarado. Cerraste con broche de oro la noche.

Y en efecto, había cerrado la noche de la mejor manera. Aún seguía sin poder olvidarse a la mujer entre sus piernas y con su culo elevado a disposición suya, mientras tenía su miembro en su boca y sus ojos cristalizados fijos en los suyos. Cada que ese recuerdo aparecía en su cabeza le provocaba más de una erección por día, erecciones que había que tenido que bajar con las otras mujeres con las que se había cogido o incluso con su propia mano, pero nada se podía comparar con la forma que lo había hecho Ceren. Aquella morocha le había volado la cabeza sin lugar a dudas, se lo había hecho como ninguna otra nunca antes, ni siquiera su propia pareja, y en verdad esperaba poder volver a revivir otra vez ese momento con la otomana.

— ¿Vos te fuiste con la colorada o con la rubia?

— Con ninguna, la colorada era bastante impaciente y la rubia ya se le veía desde el comienzo que era de la que tenías que hacer todo vos —negó— Me fui con una morochita hermosa también, estaba divina...

— ¿Y todo bien?

Ufff, re bien —sonrió— No sabes cómo se movía la hija de puta, culiado... Y cómo la chupaba...

— Y después decías de mí —sonrió— ¿Y qué onda con la cornuda? ¿Sigue siendo igual? Medio amargada la recuerdo, ni te dejaba salir de joda.

Sigue igual, más pesada que nunca. Le mentí que iba a pasar las vacaciones acá porque quería pasar tiempo con mi familia y se agarró tremenda bronca porque cancelé las vacaciones que teníamos planeadas. Me chupó un huevo, acá tengo la posibilidad de encontrarme con la morochita esa y no iba a perder la oportunidad.

No iba a negar que en eso compartía pensamiento con el cordobés, tampoco tenía pensando perder la oportunidad de disfrutar de unas buenas mamadas y cogidas de aquella morocha. Si tenía la posibilidad de poder disfrutar todas las vacaciones con ella, sin dudas iba a aprovecharlas, no iba a dejar pasar esa oportunidad.

Bueno, después te la coges y le sacas la bronca.

Cállate, no me digas eso —suspiro— Te juro que ahora no puedo ni quiero cogermela, tarado. No me la imagino a ella, ni siquiera me caliento pensando en eso... Tengo a la morocha en la cabeza y eso me va a matar, ¿sabías? Es a la única piba que tengo ganas de cogerme todas las vacaciones...

Hacelo, aprovecha y garchatela. Date el permitido mientras estés acá.

No sabes lo que voy a extrañar estos garches cuando me vuelva con la aburrida aquella... —alzó sus cejas ante un golpe, girando su cabeza— Uhhh, alguien se mató.

En efecto, el sonido de un golpe brusco se había escuchado desde el piso de arriba del departamento. Seguramente había sido su hermana, desde que había puesto algunas macetas colgadas en el pasillo para darle más decoración a la casa, Umay solía chocharse con ellas, no ponía dudas que esta vez le había vuelto a pasar lo mismo.

Boluda, avísame que había una maceta colgada... Ay, me la di en la cabeza...

Yo te dije que te agacharas, Ceren, igual, ahora te lo compenso preparándote chocolate.

— Estoy medio dormida todavía, déjame —murmuró, bajando las escaleras— Dame hielo también, me di fuerte...

— ¿Qué hace mi hermana en tu departamento? —frunció su ceño— ¿Se quedó acá anoche?

El morocho estaba tan confundido como su amigo, no se esperaba que la hermana del otomano estuviera en su departamento, mucho menos que ella hubiese sido la afectada que se había llevado una de sus macetas por delante. Sin embargo, su atención se había ido directamente hacia la morocha al verla bajar las escaleras, recorriéndola lentamente con la mirada. A pesar de traer una remera encima, esta no le cubría del todo, por lo que le dejaba medio orto expuesto ante sus ojos, donde se podía ver claramente su tanga blanca de encaje, igual a la que había visto anteriormente en la foto que había subido a sus historias.

Yo no sabía que estaba acá —recorrió a la menor con la mirada— Debió invitarla Umay

¡Che! —golpeó su cabeza— ¿Qué estás mirando? A mi hermana no.

Dale, boludo, entonces vos sácale la mirada de encima a mi hermana —frunció su ceño— ¿Qué la miras?

Yo no estoy mirando a tu hermana carraspeó, negando-Yo estoy viendo que intenta hacer Julie.

Mejor seguí cebando mates —apagó su celular al escucharlo sonar— Me tiene amargado esta mujer. Le dije que me quedaba a pasar unos días con mi familia y ni así me deja de joder.

¿Y ahora por qué te llama? —agarró el té, dándole un sorbo— ¿Qué quiere?

— Lo de siempre, joder. Vos te quejabas de la tuya, pero no sé si la mía es peor. Nunca quiere hacer nada nuevo, no quiere experimentar otras cosas, siempre tiene que ser todo igual y como a ella le gusta. Me tiene aburrido.

¿Y por qué no la dejas? Si total, no estás casado —encogió sus hombros— O sino, pone huevos y ponete exigente con ella, culiado.

¿Y por qué no haces vos lo mismo también con la tuya?

Yo no puedo, sabes que para mí es un poco más complicado.

Vos la complicas.

Yo no la complico, Umut, sabes que lo mío es más complicado que lo tuyo.

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⏰ Última actualización: Aug 15 ⏰

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𝐑𝐎𝐒𝐄́, 𝖼𝖾𝗋𝖾𝗇 𝗀𝗎𝗆𝗎𝗌𝖺𝗒 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora