Hogar

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—Retomemos donde lo dejamos, hijo ¿Te parece? —ordenó de forma calmada el investigador policial de la estación en la que se encontraba Lincoln.

—...

—¿Y bien? —Aquel investigador, aunque sereno, no quitaba la vista de Lincoln ni por un segundo; tenía la mirada más penetrante en la faz de la Tierra, capaz de poner nervioso hasta el hombre más duro, o al menos eso era lo que pensaba el albino, quien estaba sentado desde hacía una hora en una sala de interrogatorio.

—Y-yo... Yo acuchillé por la e-espalda al hombre grande ya que era la única forma en la que podría neutralizarlo, o a-al menos eso pensé... —declaró el chico, aún en shock por lo ocurrido.

—Los investigadores forenses detectaron una gran abertura en forma vertical en su columna. En otras palabras, lo abriste al igual que un buen pavo para Acción de Gracias, hijo —respondió el investigador, mismo que no le quitaba la mirada a Lincoln.

—¡Y no lo niego! E-es solo que me encontraba demasiado nervioso y con la adrenalina al máximo, es por eso que no tuve cuidado al desenterrar el arma de aquel hombre... ¡M-mi prioridad era salvar a esa mujer y a su hijo pequeño de esos tres malnacidos! ¡¿Es acaso eso tan malo?! —contestó de manera efusiva, defendiendo su brutal accionar hacia los tres difuntos malhechores.

El policía podía sentir la bravura en cada palabra que Lincoln lanzaba. No era para menos, entendía la situación a la que se vió comprometido él y la pareja de madre e hijo. Poniendo sobre la mesa otros datos que le brindaron acerca del albino, tales como ser uno de los más excelentes alumnos en su grado, pudo armar cierta conclusión en este caso tan horrorífico. Sin embargo, aún le quedaba una duda.

—Entiendo tu situación, hijo; es muy noble el que hayas acudido en rescate por aquella madre. Quizá los medios no fueron los "adecuados" pero créeme cuando digo que te entiendo. Pero aún quedan algunos cabos sueltos dentro de todo esto.

—¿C-como cuáles, señor?

—... Primero, ¿de dónde sacaste el cuchillo de combate que tenías a la hora de atacar a esos tres? Dudo mucho que un adulto en sus cinco sentidos te dé un objeto como tal de forma deliberada.

Lincoln se sintió acorralado, había pasado mucho tiempo desde que sintió aquello; ni siquiera el incidente de hace unos meses en la enfermería lo sometió tanto a como se encontraba actualmente.

Es mejor decir la verdad, no tengo más opciones; es un profesional —pensó.

—¿Y bien? —volvió a preguntar el interrogador.

Lincoln estaba decidido a contar el cómo obtuvo dicha arma completamente fuera de lugar en sus manos.

—La tomé de entre las pertenencias de mi abuelo —dijo sin más.

—Ya veo... —respondió el investigador mientras observaba cada detalle de los gestos del albino.

El silencio imperó en la sala de interrogación. El hombre ahora sabía el origen de dicha arma y cómo fue que llegó a las manos del peliblanco. No obstante, tenía algunas cuantas dudas más.

—¿Se la robaste, hijo? ¿O él te ofreció portar el arma?

—... Yo la tomé.

—Bien, se la robaste. Supongo que nunca te enseño a usarla, ¿cierto?

—No, el no me instruyó. Solamente vi muchos tutoriales en la red y practiqué a solas en mi cuarto para saber utilizarla.

—... ¿Desde hace cuanto la tienes?

El albino se tomó su tiempo para contestar esa pregunta. No tanto por la preocupación de meter en problemas a sus padres, mismos que eran bastantes descuidados la mayoría de ocasiones; malas memorias eran lo que se le venían a la cabeza.

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⏰ Última actualización: Nov 13 ⏰

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