El hombre del plan

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—¡Lincoln Loud! —llamó el profesor de turno; un hombre de aproximadamente 51 años de edad, con una calvicie severa en la zona coronal de su cabeza y una gran barriga de borracho.

—¿Eh?... ¡Ah, lo siento, señor! Creo que me quedé dormido, je, je, je —se excusó el peliblanco, quien parecía más exhausto de lo habitual. Esto no escapó de los ojos y oídos de sus demás compañeros, quienes rieron por tal escena.

—Sí, así parece. Y ni crea que el hecho de ser uno de mis estudiantes modelo lo salvará de las asignaturas extras que le encargaré a partir de ahora. ¡Lleva dormido aproximadamente una media hora!

—Oh, lo lamento mucho, señor. Es solo que no pude dormir bien la noche anterior, ya sabe; estudiar y estudiar para ingresar a una buena universidad. Le ofrezco mis más sinseras disculpas y le prometo que no volverá ocurrir.

Aquel profesor, quien mantenía un gran aprecio hacia Lincoln —el cuál era una de sus mejores estudiantes— se compadeció del jovencito y, preocupándose por su salud, decidió mandarlo a enfermería.

—... Está bien, señor Loud, acepto sus disculpas. Ahora le pediré que por favor vaya a la enfermería; no creo que quiera arriesgarse a ignorar un posible problema de gravedad sin supervisar.

—Muchas gracias, profesor. Otra vez, discúlpeme usted y todos mis compañeros presentes por mi falta...

...

14:06 PM

Lincoln Loud se encontraba adentro de la enfermería. En ella, se encontraba (además del albino) una hermosa chica de no más de 25 años, fungiendo como enfermera de turno. La belleza de la profesional no pasó desapercivida por el peliblanco.

—Bien, al parecer solo padeces de un ligero cansancio producto de una noche larga de insomnio —dictaminó la enfermera.

—¡Gracias, Señor! Es bueno oírlo, señorita. Me estaba empezando a preocupar, je, je, je —respondió de forma exagerada e irónica Lincoln, rascando su cabeza de manera infantil. Aquello le causó mucha gracia a la enferma.

—Eres muy gracioso como para ser un chico listo —comenta—, generalmente los tipos "inteligentes" de mi preparatoria no eran nada simpáticos con los demás; eran la definición de "nerds" en su totalidad.

—Clásico estereotipo estadounidense, pero que en ciertas ocasiones son la regla.

—Claro que sí...

Un silencio se hizo presente en la sala; la enfermera parecía decidida a terminar la conversación y devolver a Lincoln a su aula. Sin embargo, este último aún no acababa de decir todo lo que tenía en mente.

—Bueno, creo que ha sido todo por ahora, Lincoln. Procura dormir tus horas de sueño y no desvelarte hasta mu-

—Señorita, quisiera preguntarle algo.

—... Ehm, c-claro, ¿qué es lo que pasa?

—¿Usted saldría con alguien menor?

La pregunta tan repentina de Lincoln petrificó por un momento a la enfermera, desconcertándola un poco. Luego de una ligera pausa, dijo:

—Me temo que no entiendo tu pregunta, Lincoln ¿P-por qué lo dices?

—Yo sí que andaría con alguien mayor a mí, ¿sabe?

Otro silencio volvió a imperar en la sala de enfermería. La joven estaba más que extrañada ante tales comentarios de un alumno tan aplicado como Lincoln. El silencio fue roto por la misma, quien se hallaba un tanto indignada por la pregunta que venía cargada de intenciones que ya podía dilucidar la enfermera.

371Donde viven las historias. Descúbrelo ahora