...Escapa conmigo

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Desde que sabia la verdad, aquella revelación tan inolvidable, las cosas que ya habían estado cambiando se transformaron en unas aún más diferentes, y casi irreconocibles cuando dedicada unos minutos para reflexionar al respecto.

Ya sabia, y afirmaba con decisión en su pensamientos, que su vida giraba en torno a Harry Potter, pero una versión que casi nadie conocía, su mirada esperanzada, sus suaves sonrisas secretas, sus risas reales y profundas, había elegido el camino de cuidarle y evitar tanto mal como pudiera.

Desde aquel momento en que los secretos se rompieron y vio la cara egoísta de todos, se había estado moviendo con una motivación oscura, era determinada, pero ya no había nada positivo a diferencia de antes, que pensaba lo mejor y esperaba poder ayudar; ahora estaba decidido, no había otro camino, no otra opción, tenian que irse lejos.

Incluso si Harry se negaba.

Era como si una corriente eléctrica hubiera activado a cada nervio y lo ahogara de adrenalina, fue combustible suficiente para formar un plan, y un respaldo por si este fallaba, y respaldo de ese. Renuncio a dormir y descansar más de lo que hacia cuando acompañaba a Harry.

No paraba, cada segundo era costoso, y sabía que se le acababa el tiempo con rapidez; la gente ya se había acostumbrado a verlo con esta rutina exigente, desapareciendo incluso antes que saliera el sol, y encerrándose en su cama sin hablar con nadie solo cuando era demasiado tarde para continuar.

Pero para él era peor, porque ahora no sospechaba que nadie ayudaría, tenia la certeza, y no solo tenia un bando enemigo, ahora todos lo eran, porque nadie les tendería la mano para encontrar un escondite, o serian tan comprensivos con ellos, por que irse significaba dejar al mundo mágico contra la amenaza, sin ninguna mentirosa esperanza.

Y por mucho que la culpa se acercara, no había ninguna duda. El hermoso lirio de su cabeza tenia un tallo oscuro inflexible y seguía floreciendo; desde el momento que supo la verdad, se había vuelto mucho más radiante. Su seguridad en lo que estaba haciendo y planeando hacer era igual de inquebrantable.

Harry ya había derrotado al señor oscuro, y era imposible que Dumbledore o cualquier adulto enterado no se hubiera dado cuenta; Harry no era más mágico, ni milagroso o bendecido por un poder místico, pero todos estaban desesperados; creía entenderlo, pero conocía perfectamente como esa idea angustiada y ansiosa lastimo al supuesto elegido.

Y por eso mismo no podía perdonarlos, y aunque el desprecio disminuyera cuando estuvieran a salvo, sabia que no podría olvidarlo con facilidad; él nunca fue rencoroso, se sorprendía a si mismo, pero en esta ocasión lo entendía perfectamente

No tenia que imaginar demasiado para saber como fue ese momento, el ministerio ocultándolo todo, los estudiantes aterrados... y cuando llego esa noche, ese 31 de octubre, la gente se aferro fuertemente a esa pequeña luz, que lo había perdido todo, esperando que esa causalidad sucediera de nuevo. 

Harry nunca fue un dios encarnado, solo alguien obligado a luchar con uñas y dientes, y eso le estaba pasando tanta factura que, incluso si ganara alguna vez, nunca volvería a ser quien era antes, nunca volvería a estar bien.

De acuerdo entonces, afirmo con osadía, siempre se pregunto porque sus padres o los de Harry no huyeron lejos; tal vez ellos no tenían la posibilidad, pero él si, y ya estaba seguro de que hacer.

Algunos profesores en el transcurso de los días intentaron acercarse a él, por fin cumpliendo parte de su trabajo y preocupándose por sus alumnos, por fin haciendo algo, pero eso ya no le servia, asi que huyo de ellos con facilidad.

Lo único diferente en sus días eran los tachones que garabateaba con rapidez en el calendario, siempre antes de acostarse y dormir poco más de un par de horas; y lo más especial de ellos era acostarse en el prado junto a quien intentaba salvar, fingiendo que nada pasaba a su alrededor más que las nubes que veían.

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