...Quedemonos Juntos...

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Ya el cielo comenzaba a tornarse naranja y el aire más helado cuando un carro desconocido llego a la entrada del pueblo, causando confusión en todos los que podían oír el vehículo al punto de asomarse por las ventanas.

No era por chismorrear, no eran ese tipos de personas, pero era demasiado inusual que cualquiera llegara al pueblo, sobre todo a esas horas donde se acercaba el anochecer; cualquiera de ellos con familiares en el exterior habían avisado de esto, sobre todo en esas épocas, de días cálidos y noches heladas.

Además no tenian idea de a quien estarían buscando, y era mejor estar atentos, después de todo ¿Que otra razón tendrían los visitantes para venir?

La preocupación aumento un poco cuando bajaron dos jovenes del auto, tenian el cabello oscuro con tonos marrones, se aferraban entre si para mantener el calor y tenian sus rostros llenos de lagrimas que intentaban limpiar cada unos cuantos pasos.

Algunos temieron sobre sobrinos o nietos que nunca mencionaron y la perdida de un ser querido, pero ambos chicos no se acercaron a ninguna puerta, en cambio, subieron tranquilamente la colina y se dirigieron a la casa vacía y apartada que estaba en las orillas.

Estaban sorprendidos, curiosos y extrañados, pero decidieron no molestarlos en absoluto, pues era obvio que pasaban por un momento sentimental que no quería interrumpir, incluso si deseaban preguntar si necesitaban algo o alguien, o si estaban perdidos.

En cambio se mostraron respetuosos, sin saber que eran lagrimas de alivio, alegría y algo indescriptible que los hacia sentir a salvo y esperanzados. La libertad era abrumadora para ellos, pero estaba bien.

Aun asi, aunque tenian la impresión de dos jovenes en un momento privado, nadie pudo evitar que la señora Elisse tocara la puerta y les entregara un plato con sopa caliente, sin siquiera presentarse o hablar antes de retirarse; ella no quería incomodar o agobiar a los dos niños, pero eran muy pocas las situaciones que traerían a dos jovenes a vivir en lugar tan pequeño y apartado, además, la cocina estaba vacía, y se estaba haciendo demasiado tarde para buscar o comprar algo, no pudo dejarlos así.

El resto de la noche muchas personas se quedaron trasnochando pensado en los dos chicos y aquella casa, tan abandonada que era probable, no tuviera cama o mueble alguno; y es que al igual que muchas personas, no eran conscientes de la magia, que, aunque ellos no podían realizar sin ser atrapados, podían comprar o modificar objetos con ella, como por ejemplo la manta acolchada y rojiza que los envolvía a ambos con cariño, mientras se abrazaban con fuerza.

Ambos estaban agotados del viaje, las emociones conflictivas y las ideas de lo que serian su futuro, como decorarían la casa y que plantarían en el jardín, era demasiado; estaban más que un poco emocionados con la idea, y a veces se sentía agridulce, sabiendo que muchos sufrirían porque ellos desearon vivir, pero estarían bien.

Al día siguiente, para sorpresa de muchos, apareció un camión con algunos objetos, camas, mesas y demás, no era demasiado, lo suficiente para solo dos chicos, lo que aparto cualquier esperanza de que apareciera un padre o tutor pronto, al parecer los dos jovenes estaban...solos.

Y parecía que lo habían estado ya por un tiempo, si entendían bien las pistas; ellos diligentemente, incluso si se veían cansados y algo abatidos, llevaron las cosas colina arriba sin queja alguna, nadie del camión ayudo, esos hombres solo habían bajado las cosas y se habían marchado, como si no tuvieran ojos o compasión.

Fue asi, sin queja de ellos hasta que el señor Hulton comenzó a ayudarlos, se sorprendieron bastante, los pobres chicos, pero le agradecieron con suaves sonrisas llorosas; el resto del pueblo los amo desde ese momento, pues incluso estando dolidos, mostraban gran amabilidad con todos, decidieron entonces cuidarlos y volver este pequeña montaña su hogar.

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