᭟᪴𝗰𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼𝄖𝂬 Ị ᭟᪴𝂬

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𝃌𝄓𝖒𝖔𝖑𝖊𝖘𝖙𝖔𝄒𝄓𝃔

Se despertó sobresaltado, sintiendo cómo el sudor le empapaba el rostro y la nuca. Su respiración era irregular, entrecortada, como si acabara de escapar de un mal sueño. Desde que Peri había llegado a su vida, las pesadillas se habían desvanecido, aliviadas por la presencia tranquilizadora de su hada. Pero ahora, sin él, se sentía vulnerable, expuesto a los miedos que antes lograba mantener a raya.

Dev giró la cabeza hacia el reloj y vio la hora; era muy temprano. Demasiado temprano para cualquier cosa. Cerró los ojos con fuerza, deseando poder volver a dormir, pero no tenía ganas de ir a la escuela, ni siquiera sentía las fuerzas para levantarse de la cama.

Una pesadez abrumadora lo mantenía atrapado entre las sábanas, como si algo invisible lo estuviera hundiendo más y más en el colchón.

Se suponía que ya no debería recordar a Peri, pero el olvido nunca llegó. Los lentes que usaba habían sido su protección, un escudo contra la luz que debía haber borrado a Peri de su vida. Dev había asumido que eso sería suficiente, pero nunca fue asi. Pero al ver que eso no funcionó, una sensación de desamparo lo invadió, dejando una cicatriz que no sabía cómo sanar.

Pensó en Hazel, en lo extraño que sería verla, fingiendo normalidad, cuando sabía que ella aún tenía a sus padrinos mágicos a su lado, junto con su propio hijo, Peri. Una punzada de celos y tristeza atravesó su pecho, haciéndolo soltar un suspiro profundo.

"DESEO QUE TE VAYAS."

"Como digas, niño..."

Ahggg, la culpa lo asaltaba de nuevo. Dev siempre había creído que era inmune a ese sentimiento; después de todo, sabía que era egoísta y manipulador. Pero nunca pensó en la expresión que Peri tuvo cuando le dijo esas palabras.

Una mueca de disgusto apareció en su rostro, como si el recuerdo fuera un veneno que lo contaminaba desde dentro. ¿Por qué pensaba tanto en él? El hecho de que Peri le hubiera confesado cuánto le importaba, lo había dejado conmovido, tocando una fibra sensible en su interior. Nadie, ni siquiera su propio padre, le había dicho algo así.

Incómodo y molesto consigo mismo, sacudió la cabeza, como si eso pudiera borrar los pensamientos indeseados. Sus ojos cayeron hacia el suelo, buscando un escape en la monotonía del piso, pero no encontró consuelo. Con un suspiro pesado, se levantó con lentitud, arrastrando los pies hacia el baño. Se sentía como si estuviera moviéndose por inercia, cada paso era un esfuerzo. Necesitaba darse una ducha, tal vez eso lo ayudaría a despejar su mente antes de enfrentarse a otro día en la escuela, ese lugar que ahora parecía más opresivo que nunca.

Vistiéndose con su ropa habitual, se enfundó en sus botas blancas y ajustó los lentes sobre su rostro. Se colocó la casaca blanca, que le llegaba justo hasta la cintura, y luego se deslizó en su pantalón de mezclilla.

Se apresuró a bajar las escaleras de su inmensa mansión, el eco de sus pasos resonando en el vacío de la casa. Al llegar al vestíbulo, su mirada se posó en su patín volador, estacionado en su lugar habitual. Siempre lo usaba para ir a la escuela, pero hoy algo en él le resultaba irritante.

Sentía una molestia que no sabía explicar, una incomodidad que parecía intensificar su confusión. Sin pensarlo dos veces, decidió caminar. Mientras se dirigía hacia la puerta, agradeció en silencio la jaqueca que lo había despertado temprano; al menos no llegaría tarde.

Al llegar al colegio, hizo una pausa justo en la entrada. Dio una última mirada al lugar a través de sus lentes negros, que opacaban cualquier emoción en sus ojos. Respiró hondo y continuó caminando, su postura rígida y determinada, como si cada paso fuera una declaración de que nada podía afectarlo.

「〃་࿐𝙏𝙀 𝘿𝙀𝙎𝙀𝙊 𝘼 𝙏𝙄〃؜」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora