Desafío inicial

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**Capítulo 1: *El Desafío Inicial***

El primer año en Hogwarts siempre era un mar de nuevas emociones para los jóvenes magos y brujas, y para Draco Malfoy, las primeras semanas se sintieron como un campo de batalla. La mítica escalinata de piedra del Gran Comedor resonaba con la algarabía de los estudiantes, pero en medio de la emoción, Draco se encontraba en el centro de una pequeña tormenta.

Sentado en la mesa de Slytherin, Draco Malfoy se alzaba con una arrogancia innata, su cabello rubio platino perfectamente peinado y su mirada fría y calculadora. Sus ojos grises observaban a los demás estudiantes con una mezcla de desdén y curiosidad. Su orgullo se mantenía intacto, incluso en este nuevo entorno.

Al otro lado del Gran Comedor, en la mesa de Gryffindor, Livia se sentaba con un grupo de compañeros. Su cabello castaño estaba atado en una coleta desordenada y sus ojos verdes brillaban con una mezcla de entusiasmo y determinación. A diferencia de Draco, ella no necesitaba alardear para que su presencia se notara; simplemente era evidente en la forma en que su mirada desafiante desafiaba a los demás.

Draco no tardó en notar a Livia. La había visto un par de veces antes, siempre con su actitud desafiante y su sonrisa irónica que le resultaba irritante. Ahora, en medio de la conversación, no pudo evitar lanzar un comentario mordaz.

"¿Qué tal, Livia? ¿Cómo es que alguien con tu tipo de actitud no termina en una casa de maldad? Parece que el sombrero se equivocó esta vez", dijo Draco con una sonrisa sardónica, levantando su voz lo suficiente para que su comentario llegara a oídos de los de Gryffindor.

El grupo en la mesa de Gryffindor se quedó en silencio, y Livia, que estaba en medio de una animada conversación, levantó la vista. Sus labios se curvaron en una mueca de desdén. "Oh, Malfoy, ¿ya has terminado de jugar con tus juguetes nuevos? La verdad es que ni siquiera el sombrero te escogería si tuviera una opción mejor", replicó, su tono implacable y sus palabras tan cortantes como una cuchilla.

El comentario de Livia provocó algunas risas en su mesa y una expresión de sorpresa en la cara de Draco. Sus amigos en Slytherin se echaron a reír, pero Draco no se dejó amedrentar. Se levantó y se acercó a la mesa de Gryffindor con pasos firmes, su presencia imponente como siempre.

"¿Qué sucede, Livia? ¿Acaso temes que tus compañeros de casa vean la verdad detrás de tu fachada? No es que un par de bromas puedan ocultar el hecho de que eres una simple e inofensiva Gryffindor."

Livia se levantó también, no dispuesta a dar el brazo a torcer. "¿Simple? Eso es lo mejor que puedes hacer, Malfoy. ¿O simplemente te incomoda que no todos te miren con adoración?"

La tensión entre ellos era palpable, y aunque los compañeros de ambos grupos estaban acostumbrados a las disputas de Draco, la valentía de Livia los sorprendió. Draco se acercó aún más, y su sonrisa se volvió una mueca de irritación. "No es que me importe lo que pienses, Livia. Solo me alegra que hayas decidido hacer el ridículo tan temprano."

Livia lo miró con desafío, sus ojos verdes brillando con una determinación inquebrantable. "Es curioso cómo te preocupa tanto alguien como yo, Malfoy. Tal vez, en lugar de preocuparte por mí, deberías fijarte en tus propias deficiencias."

Con un último desafío lanzado y con la mirada fija en Draco, Livia volvió a sentarse, sin dar espacio a una respuesta más. Draco, no acostumbrado a ser ignorado, se quedó de pie durante un momento más antes de volver a su mesa, su mente zumbando con una mezcla de furia y una inquietante sensación que no podía identificar del todo.

El resto del día transcurrió en un ambiente cargado de tensión, y mientras Draco y Livia se lanzaban miradas desafiantes a lo largo del Gran Comedor, un sentimiento peculiar comenzó a desarrollarse en Draco. Cada vez que sus pensamientos se dirigían hacia ella, no era solo el desdén lo que sentía. Algo más, una sensación confusa, se estaba haciendo un hueco en su mente.

Esa noche, en la cama, con la oscuridad envolviendo el dormitorio de Slytherin, Draco se dio vuelta inquieto. Las palabras de Livia resonaban en su mente, y la batalla interna de sus sentimientos estaba lejos de terminar. A pesar de la tensión y el conflicto, algo dentro de él le decía que esta rivalidad podría no ser tan simple como él había creído.

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