CAPITULO 7

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YAROSLAV, RUSIA

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El mexicano se sentía desesperado,  por fortuna físicamente estaba mejor, su cuerpo ya no pesaba tanto y aunque se sentía algo cansado y adolorido no era lo mismo de antes.

Tenia apenas un par de días de haber despertado totalmente y estar medianamente consciente.

Sin embargo estaba encerrado en una habitacion sin ventanas, con una sola puerta y solo tenía contacto con quienes le llevaban alimento o le colocaban medicamentos.  Eso le afectaba,  quería salir de ahí, pero por alguna razón lo tenía prohibido.

Al querer preguntar a las enfermeras y medicos que entraban a verlo de vez en vez, el lugar en el que estaba o que le había pasado no obtenía respuestas, simplemente le decían que estaba bien y que no se preocupara.

Si México estuviera en buen estado físico su reacción sería otra, sin embargo apenas y podía mantenerse consciente y cuerdo. Así que se obligó a mantenerse sereno y ser paciente.

Le habían llevado algunos libros para leer,  nada pesado, eran lecturas ligeras, eso funcionaba para calmarlo y ayudaba a su cerebro a despejarse, ahora se encontraba releyendo "El principito" por quinta vez.

— ¿Puedo hablar con el ahora? —

Gracias a las cámaras de vigilancia dentro de la habitación, el ruso observaba desde la pantalla al mexicano sentado en un pequeño sillón  dentro de su habitación.

—  No es un momento ideal, pero si usted desea, puede hacerlo, solo sea cuidadoso —

La vista del Country fue hasta los iris del médico a su lado, y lo observó como si lo acechara. El pobre galeno entendió lo que el contrario quería.

— Sigame —

Juntos llegaron hasta esa puerta blanca y metálica, el doctor dio algunas indicaciones al Ruso y lo dejó a solas.

Rusia respiró profundamente,  se sentía emocionado,  emocionado de muchas formas, le causaba entusiasmo la idea de hablar con el mexicano, de estar serca de el de abrazarlo o tomar su mano, pero también estaba inquieto, nervioso, que tal si lo rechazaba a pesar de todo, a pesar de lo que los medicos hicieron, que tal si todo salía mal.

Los especialistas le habían dicho que el procedimiento había salido bien, México ya no recordaba al americano, sin embargo no sabían como estaba su mente y recuerdos del todo,  aún era algo experimental, así que no sabían el resultado a largo plazo.

Con decisión tomo la chapa de esa puerta y la abrió lentamente, entró de forma cautelosa, como si no quisiera espantar a una mariposa que llegó a posarse hasta su mano.

Se detuvo en seco cuando los iris ámbar lo miraron directamente.

— D-despertaste.... —  soltó con nervios.

Su voz sonaba titubeante, como pocas veces en su vida, se sentía bastante nervioso.

— ¿Como te sientes? ¿Te duele algo?

Aclarando su garganta siguió acercándose hasta estar justo frente al latino, quien no había dejado de observarlo.

— ¿Mex?.... —  sus palabras quedaron a medias cuando escuchó la voz del contrario.

— Tus ojos.... —  sonaba como si hablar le significara un esfuerzo sobrehumano  — son azules — 

De pronto, se sintió deslumbrado, la sonrisa del Mexicano ante sus ojos parecía iluminar todo el lugar.

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⏰ Última actualización: Aug 27 ⏰

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