Capítulo 5

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     Más tarde, cuando mi esposo llegó a la casa, con la niña, supe que le temería siempre, porque durante mucho tiempo me mantuvo sometida, reprimida y frustrada, pero también entendí que el deseo de proteger a sus hijos vuelve mártir a cualquier madre. Aquel hombre amaba a Isaura pero, en ocasiones, esa misma ira lo transformaba , llevándolo al descontrol y temía también por ella. Quería preservar esa inocencia y la pureza y candor de sus primeros años.
     __ ¿Qué hiciste durante el día? – preguntó Gustavo, sacándome de mis meditaciones.
     __ Atender a Mara que vino a visitarme – respondí en un arranque de sinceridad.

     Se transformó, sus ojos despedían llamas y se abalanzó hacia mí, sin pensar que la pequeña estaba cerca.
     __ Isaura está ahí – logré decir con dolor, sintiendo el brusco agarre en la muñeca.
     __ No importa quiero que vea lo que tengo que hacer cuando su madre se porta mal.

     Me golpeó en el rostro y yo me paralicé, como siempre que ocurrían esos episodios. Estaba aterraba, pero el llanto de mi princesa me sacó  del  estado de enajenación en el que había sumido y me dio el valor para hablar, a pesar del miedo.
     __ No te voy a permitir más maltratos – dije con un tono que no admitía réplica. Rió burlonamente. Estaba demasiado confiado. ¿Por qué  iba a creer en mis palabras si siempre me había mantenido sumisa?
     __ ¿Qué harás entonces? – preguntó.

     Logré zafarme de sus garras y fue tanto el odio que vio en mi mirada que se detuvo bruscamente.
     __Te lo dije Gustavo, ya no quiero seguir a tu lado – expresé protegiendo a Isaura con mi cuerpo – ya no más – repetí – estoy cansada, acabaste con el amor que te tenía.

     Cuando él se sintió enfrentado caminó hacia mí, tratando de imponerse y gritó en mi oído.
     __Tú te vas cuando yo diga.

     Isaura, asustada, comenzó a temblar. Era la primera vez que veía la verdadera personalidad de su padre.
     __ Eres un salvaje.  Mira a tu hija, vas a traumatizarla y eso no te lo perdonaré nunca – grité golpeándole el pecho. La ira me dominó. ¿Cómo  pude compartir con ese egoísta tantos años?
    __ Eres un sádico _ dije _ No te basta con el daño que has hecho. Déjanos vivir en paz, por favor _ agregué en un susurro.
   Por un momento pude percibir el dolor en su mirada. Observó a la niña que, aún lloraba, y expresó con voz entrecortada.
   __ Disculpa y se dejó caer, al piso, llorando.
    No sentí pena por aquel hombre que había sido mi pareja durante años. Por ser despiadado había perdido el derecho de permanecer a mi lado.

     Cargué a mi hija y salí de la casa, dispuesta a recomenzar, lejos de allí.

     Actualmente, un año después, puedo decir que, aunque no ha sido fácil, tengo una vida, edificada sobre el respeto, la realización personal y el amor.

     Gustavo aceptó su enfermedad y  lucha por poco a poco ganar el cariño de Isaura pero lejos, muy lejos de mí.
     Recuperé la autoestima perdida, la voz que hoy levanto para denunciar el abuso hacia las mujeres sea cual sea su procedencia y, fundamentalmente, mi libertad.
     Entendí que mi mayor error fue darle la potestad a un hombre de mancillarse brutalmente, de pisotear mi autoestima y tratarme como objeto inservible.
    Gracias a las terapias pude visualizar mi error. Realicé la planificación de mi vida y luché por alcanzar mis metas.

     En la actualidad soy una mujer exitosa, realizada y libre.

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⏰ Última actualización: Aug 29 ⏰

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