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El segundo día de clases en Hogwarts comenzó con la misma emoción y nerviosismo que el primero para Emyl Lovegood. Aunque ya había superado su primer día en el castillo, aún sentía que había mucho por descubrir, y la perspectiva de nuevas clases y desafíos lo mantenía en vilo. Después de desayunar en el Gran Comedor con sus amigas Rain y Lila, Emyl revisó su horario y se preparó para lo que sería un día lleno de sorpresas.
La primera clase nueva del día era Vuelo en Escoba, una materia que todos los estudiantes de primer año debían tomar. Mientras caminaba hacia el campo de vuelo con sus compañeros, Emyl no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. Aunque había oído hablar de lo emocionante que podía ser volar en una escoba, la idea de sentarse en algo tan delgado y elevado le daba miedo. La altura no le molestaba tanto como la falta de estabilidad que parecía ofrecer una escoba.
Al llegar al campo, se encontraron con la profesora Hooch, una bruja de aspecto severo pero con un aire de confianza que inspiraba respeto. Frente a cada estudiante había una escoba esperando en el suelo. Emyl miró la suya con una mezcla de curiosidad y aprehensión.
"Bien, todos en posición junto a sus escobas," ordenó la profesora Hooch, caminando entre ellos. "Coloquen su mano derecha sobre la escoba y digan 'Arriba'."
Emyl, siguiendo las instrucciones, extendió su mano derecha sobre la escoba. "Arriba," dijo, tratando de sonar seguro.
Para su sorpresa, la escoba obedeció de inmediato, elevándose a su mano con un suave movimiento. Emyl la agarró, sintiendo un poco de alivio, pero aún estaba lejos de sentirse cómodo con la idea de volar.
"Ahora, monten sus escobas y esperen a mi señal," continuó la profesora Hooch.
Emyl se subió a la escoba, su corazón latiendo con fuerza. Sentarse en algo tan delgado y aparentemente inestable lo ponía nervioso, pero no quería parecer cobarde. Mientras esperaba, intentó encontrar una posición que le hiciera sentir más seguro, aunque no pudo evitar notar cómo las manos le sudaban de la tensión.
Cuando la profesora Hooch finalmente dio la señal para despegar, Emyl sintió cómo la escoba comenzaba a elevarse lentamente. Para su sorpresa, descubrió que, inconscientemente, parecía tener cierta habilidad para mantener el equilibrio y controlar la escoba, pero eso no disminuía el miedo que sentía.
La clase continuó, y aunque Emyl logró mantenerse en el aire sin mayores problemas, el temor no desapareció. Sabía que podía volar si era necesario, pero no era algo que disfrutara. Prefirió mantener su vuelo lo más bajo posible, observando cómo otros compañeros, como Harry Potter, mostraban un talento natural para volar.
Al final de la clase, cuando todos los estudiantes estaban en el suelo nuevamente, ocurrió algo que captó la atención de todos. Neville Longbottom, quien había tenido problemas con su escoba desde el principio, cayó al suelo de manera desastrosa y tuvo que ser llevado a la enfermería. Mientras la profesora Hooch se ocupaba de Neville, algo sucedió que desató el caos.
Draco Malfoy, siempre rápido para encontrar maneras de molestar a los demás, se acercó al lugar donde Neville había caído y encontró la recordadora de Neville. Con una sonrisa maliciosa, la levantó y la observó burlonamente. "Mira lo que tenemos aquí. ¿Qué diría tu abuela si supiera que la has perdido?"
Harry Potter, que estaba cerca, vio lo que Draco hacía y se acercó rápidamente. "Devuélvela, Malfoy."
Draco le vio lentamente y con el ceño levemente fruncido pero una sonrisa burlesca dice
" ... No"
para después reírse levemente con desdén. "¿Por qué no vienes a buscarla, Potter?"
Antes de que nadie pudiera reaccionar, Draco montó su escoba y despegó, sosteniendo la recordadora en alto. Harry, enfurecido, no dudó en seguirlo, desobedeciendo claramente las instrucciones de la profesora Hooch de no volar en su ausencia.
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Cómo desarmar a un Malfoy
FantasyEmyl Lovegood siempre ha sido diferente. Criado lejos de la extravagancia de su familia biológica, creció en el corazón de Londres con una madre amorosa que lo protegió del misterioso mundo que ahora lo reclama. Al cumplir 11 años, Emyl descubre que...