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El tercer día de Emyl en Hogwarts comenzó como cualquier otro: con la emoción y la incertidumbre de ser nuevo en una escuela llena de magia y misterio. Las clases transcurrieron sin incidentes mayores, y Emyl se estaba adaptando lentamente a su nuevo entorno. Los profesores eran exigentes pero justos, y cada lección era una nueva oportunidad para aprender algo extraordinario. Sin embargo, a medida que el día avanzaba, Emyl comenzó a sentir una creciente ansiedad, aunque no sabía exactamente por qué.
Al final de las clases, mientras Emyl recogía sus libros en la biblioteca junto a sus amigos de Hufflepuff—Rain, Lila, y Selina—su amiga Selina, quien pertenecía a Slytherin, propuso algo inesperado.
—¿Qué os parece si vamos a la Sala Común de Slytherin esta tarde? —dijo Selina con su habitual tono despreocupado, mientras guardaba su pluma en su bolsa.
Rain y Lila intercambiaron miradas nerviosas. La idea de entrar en la guarida de las serpientes, especialmente siendo Hufflepuffs, no les emocionaba mucho. Sabían que los Slytherin no eran particularmente hospitalarios con estudiantes de otras casas, y mucho menos con Hufflepuffs. Sin embargo, Evan, el Ravenclaw del grupo, parecía completamente tranquilo.
—No os preocupéis —dijo Evan, sonriendo—. Ya he estado allí antes con Selina. Mientras estemos con ella, nadie se meterá con nosotros.
La tranquilidad de Evan no hizo mucho para calmar los nervios de Rain y Lila, pero Emyl, sintiendo la responsabilidad de ser valiente por el grupo, decidió aceptar la invitación.
—Está bien, vamos —dijo con una sonrisa forzada, tratando de ocultar su propia incomodidad.
Cuando llegaron a la entrada de la Sala Común de Slytherin, Selina recitó la contraseña con confianza, y la puerta se abrió revelando el interior del lugar. Emyl se quitó la capa para no destacar tanto entre los Slytherin y quedó con su camisa blanca y corbata. Las paredes de piedra oscura, la luz verde filtrada a través de las ventanas, y el aire fresco y húmedo daban al lugar una atmósfera casi subterránea. Una vez dentro, la realidad de dónde estaban comenzó a asentarse en los nervios de los Hufflepuffs.
El ambiente estaba lleno de estudiantes de Slytherin que les dirigían miradas filosas y juiciosas. Era como si cada serpiente en la sala estuviera evaluando su derecho a estar allí. Pero Selina, aparentemente inmune a la hostilidad, caminó con confianza hacia uno de los sofás más cómodos de la sala y se sentó, invitando a los demás a hacer lo mismo.
Rain y Lila se mantuvieron cerca de Emyl, sus movimientos cautelosos y sus rostros tensos. Evan, en cambio, se desplomó en un sillón, completamente relajado, como si estuviera en su propia Sala Común. Emyl trató de imitar su calma, pero había algo en el ambiente que lo mantenía en alerta.
—No pasa nada, podéis relajaros —dijo Selina, sonriendo mientras se recostaba en el sofá.
La conversación comenzó de manera bastante tranquila. Evan compartió algunas anécdotas divertidas sobre sus clases, lo que ayudó a aliviar la tensión inicial. Rain y Lila comenzaron a reírse tímidamente, relajándose un poco más. Selina, como de costumbre, lideraba la charla con facilidad, manteniendo el ambiente ameno.
Finalmente, llegó el turno de Emyl para hablar sobre su día. Justo cuando estaba a punto de compartir una historia divertida sobre un incidente en la clase de Pociones, su mirada se desvió hacia las ventanas de la Sala Común, y su voz se apagó de repente.
Lo que vio lo dejó helado.
A través de las ventanas, podía ver las oscuras aguas del lago Negro que rodeaba Hogwarts. Un gran calamar gigante nadaba lentamente más allá del cristal, sus tentáculos moviéndose perezosamente en el agua. Emyl sintió que su estómago se encogía y una fría ola de pánico lo invadió. No había sido consciente de que la Sala Común de Slytherin estaba ubicada bajo el lago, y la idea de estar rodeado de agua y criaturas marinas despertó su más profunda fobia: la talasofobia.
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Cómo desarmar a un Malfoy
FantasyEmyl Lovegood siempre ha sido diferente. Criado lejos de la extravagancia de su familia biológica, creció en el corazón de Londres con una madre amorosa que lo protegió del misterioso mundo que ahora lo reclama. Al cumplir 11 años, Emyl descubre que...