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Después de aquel incómodo encuentro con los F4, Ji Woo y Jan Di decidieron separarse para lidiar con sus emociones a su manera. Jan Di se dirigió hacia la piscina, mientras que Ji Woo encontró refugio en la sala de boxeo del instituto. Sus ojos se iluminaron al descubrir que el lugar era mucho más amplio de lo que esperaba, equipado no solo con un ring de boxeo, sino también con una gran variedad de máquinas de ejercicio, pilates, flexibilidad y esgrima. Sin embargo, lo que realmente capturó su atención fue un espacio al fondo, un rincón dedicado al ballet.
Se detuvo en seco al ver las barras y espejos, las ropas delicadas de ballet colgadas cuidadosamente en una esquina. Se acercó lentamente, casi con reverencia, y tomó uno de los trajes entre sus manos. La tela suave y ligera era de un rosa pálido, un color que contrastaba con las duras zapatillas doradas que descansaban junto a él. Ese era su secreto, uno que ni siquiera su hermana conocía. Desde niña, el ballet había sido su verdadero amor, algo que le brindaba una paz que el boxeo jamás podría ofrecer.
Suspiró profundamente, dejándose llevar por una oleada de recuerdos que la hicieron sentir agridulce. Se probó el traje por un instante, pero rápidamente lo dejó de nuevo en su lugar. No podía permitirse volver a bailar. El baile ya no era para ella, o al menos eso se repetía en silencio, tratando de convencerse. La vida había sido cruel con sus sueños, y ahora, su única forma de canalizar su dolor era a través de los golpes.
Con determinación, se quitó el uniforme y se cambió a su ropa de entrenamiento, optando por las prendas que solía usar cuando entrenaba con el costal de boxeo. Comenzó a golpearlo con fuerza, descargando toda la frustración acumulada, castigándose mentalmente por no haber enfrentado a Jun Pyo, por haberse callado cuando tanto deseaba gritarle todas sus verdades. A cada golpe, imaginaba el rostro de ese "arbusto parlante", como lo llamaba, sintiendo una ira que apenas podía contener. También pensó en la chica que había sido humillada frente a todos, y cómo ese delicioso pastel había sido desperdiciado de forma tan cruel.
Lo que Ji Woo no sabía era que no estaba sola. A lo lejos, uno de los F4 la observaba, impresionado. Había llegado hasta la sala de boxeo porque había escuchado el sonido de los golpes resonando desde ese lugar, lo cual le extrañó, ya que rara vez alguien usaba ese espacio. Al ver que era la misma chica que había estado frente a Jun Pyo antes, la sorpresa en su rostro fue evidente. La había encontrado tan femenina en ese breve encuentro, con su paleta y su actitud desinteresada, y ahora verla en una sala de boxeo, golpeando con una ferocidad que no esperaba, lo dejó intrigado.
Ji Woo, concentrada en sus pensamientos y en sus golpes, no se dio cuenta de que estaba siendo observada. Cada golpe que daba resonaba en la sala, acompañado por el eco de sus propios demonios internos, mientras el miembro de los F4 continuaba mirando, fascinado por esa dualidad que Ji Woo parecía encarnar tan perfectamente.
Desde la distancia, uno de los F4 observaba a Ji Woo con una mezcla de asombro y curiosidad. Había llegado atraído por el sonido de los golpes que resonaban en la sala de boxeo, extrañado de que alguien estuviera usando ese espacio que normalmente permanecía vacío. Al reconocer a la chica que momentos antes había estado frente a Jun Pyo, esa misma joven que había mostrado una actitud tan femenina y desinteresada, se quedó sin palabras al verla ahora, transformada en una guerrera, canalizando su fuerza en cada golpe.
