CAP. 2

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Sobrevivientes.

La camioneta se detuvo finalmente en un lugar lejano, donde la civilización parecía haber sido devorada por el vacío. La única estructura que se erguía en el horizonte era una casa, cuyas ventanas estaban selladas con tablas y cuyas puertas parecían haber sido fortificadas para resistir un asedio. El aire estaba impregnado de un silencio sepulcral, solo roto por el crujir de los goznes de la camioneta al detenerse.

Adán y Lucifer descendieron del vehículo, sus pasos resonando en el silencio como un eco de la muerte. La casa parecía estar esperándolos, su fachada como una máscara que ocultaba secretos y horrores indescriptibles. Las tablas que sellaban las ventanas parecían estar gritando: "No mires dentro, no quieras saber".

Adán se acercó a la puerta, su mano extendida hacia el picaporte como si estuviera a punto de abrir las puertas del infierno. Lucifer lo seguía, su mirada fija en la casa como si estuviera hipnotizado  de terror que emanaba de ella.

La puerta se abrió con un crujido, como si la propia casa estuviera suspirando de alivio. Adán entró, seguido de Lucifer, y la puerta se cerró detrás de ellos con un golpe que resonó como un obituario. La casa había tragado a sus nuevos ocupantes, y el silencio volvió a reinar en el exterior, como si nada hubiera sucedido. Pero dentro, la oscuridad esperaba, sedienta de sangre y dolor.

Adán le indicó a Lucifer que se sentara, que estaba a salvo. Lucifer, aún dudoso, se hundió en un viejo sillón rasgado, cuyos resortes crujieron bajo su peso. El sillón parecía haber sido testigo de innumerables atrocidades, y Lucifer se preguntó si había tomado una decisión acertada al confiar en Adán.

Pero antes de que pudiera reflexionar más, unos ruidos extraños comenzaron a escucharse detrás de una puerta cerrada. Lucifer se alarmó, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Adán, sin embargo, parecía imperturbable, y le puso una mano en el hombro a Lucifer.

—Relájate—, le dijo, con una sonrisa tranquilizadora. —No hay nada que temer—.

Pero Lucifer no se relajó. Su instinto le decía que algo estaba mal, que algo estaba a punto de suceder. Y entonces, la puerta se abrió, y un hombre emergió de la oscuridad.

El hombre llevaba una capucha que ocultaba su rostro, y su camisa estaba manchada de sangre. Lucifer se estremeció del asco, su mente llenándose de terribles posibilidades. ¿Quién era este hombre? ¿Qué había hecho para mancharse de sangre ?

Adán, sin embargo, parecía conocer al hombre, y le sonrió como si fuera un viejo amigo. —Ah, Alastor—, le dijo
. —Llegas justo a tiempo—.

El hombre con capucha se acercó a Lucifer, su presencia envolviéndolo en una atmósfera de miedo y anticipación. Lucifer se preguntó si había caído en una trampa, si había confiado en la persona equivocada. Y entonces, Alastor se detuvo frente a él, y Lucifer vio algo en sus ojos que hizo que su sangre se helara.

El encapuchado lo miró de pies a cabeza, como si estuviera evaluando su valor  de  carne humana. Mientras se quitaba la sangre de sus manos con un viejo trapo, su mirada era como un cuchillo que desollaba a Lucifer vivo. Finalmente, se quitó la capucha, revelando las facciones masculinas de un hombre serio de piel morena. Su rostro era como una escultura de granito, sin una sola expresión de debilidad.

Lucifer tragó en seco, su garganta como un pozo seco. —Ey, qué hay viejo—, dijo, tratando de sonar despreocupado, pero su voz temblaba como un flan. —Linda capucha—, agregó, como si estuviera tratando de hacer una broma, pero su sonrisa era como una grieta en una pared de cemento.

APOCALYPSE -RADIOAPLE. ‼️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora