58.El Clan Chalamet

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El día de la cena con los padres de Timothée finalmente había llegado, y sentía una mezcla de emoción y nerviosismo mientras me preparaba. Después de probarme varios atuendos, finalmente elegí un vestido negro elegante que me hacía sentir segura y sofisticada.

Me aseguré de que mi maquillaje fuera sutil pero impecable, con tonos neutros que realzaban mis rasgos sin exagerar. Mi cabello lo llevé suelto, con suaves ondas que enmarcaban mi rostro. Mientras me miraba en el espejo, me sentí preparada para lo que sería una noche importante.

Timothée pasó a recogerme, y cuando me vio, sonrió ampliamente.

—Estás hermosa —dijo, acercándose para darme un suave beso en la mejilla.

—Gracias, tú también te ves muy bien —respondí, notando lo bien que lucía con su traje oscuro y su corbata perfectamente ajustada.

El trayecto hasta la casa de sus padres fue tranquilo, aunque podía sentir la ligera tensión en el aire. Timothée me tomó de la mano, dándome un apretón suave, como para tranquilizarme.

—Todo va a ir bien —me dijo, con esa sonrisa que siempre lograba calmar mis nervios.

Llegamos a la casa de los Chalamet, una elegante residencia con una fachada clásica y un jardín perfectamente cuidado. La puerta se abrió antes de que pudiéramos tocar, y Pauline, su hermana, nos recibió con una sonrisa cálida.

—¡Hola, Kate! Me alegra mucho que hayas venido —dijo Pauline, dándome un abrazo cálido—. Mis padres están emocionados por conocerte.

Antes de que pudiera responder, Timothée se aclaró la garganta, fingiendo sentirse ignorado.

—Yo también estoy aquí, ¿sabes? —dijo Timothée, con una expresión de fingida ofensa.

Pauline lo miró con una sonrisa divertida y le dio un leve empujón en el hombro.

—Hoy no eres el centro de atención, hermanito. Kate es la estrella de la noche.

—Supongo que tendré que acostumbrarme —bromeó Timothée, rodando los ojos con exageración mientras Pauline y yo reíamos.

—Vamos, los demás ya están en la sala esperando —dijo Pauline, llevándome del brazo mientras entrábamos en la casa.

La casa de los Chalamet era acogedora, con una decoración elegante pero hogareña, que reflejaba el buen gusto de la familia. El suave murmullo de una conversación provenía de la sala, y cuando llegamos, los padres de Timothée se levantaron para saludarnos.

—Kate, querida, es un placer conocerte finalmente que guapa chica —dijo su madre, acercándose para darme dos besos en las mejillas—. Timothée nos ha contado tanto sobre ti. Eres muy alta

—El placer es mío, señora Chalamet. He escuchado cosas maravillosas sobre su familia —respondí, sintiendo que los nervios se disipaban un poco con su amabilidad aun sintiendo mis mejillas ardiendo.

—Por favor, llámame Nicole —dijo, con una sonrisa que iluminaba su rostro.

El padre de Timothée, que hasta ahora había observado la escena con una expresión serena, se acercó a saludarme con un apretón de manos firme.

—Kate, bienvenida a nuestra casa. Esperamos que disfrutes de la cena —dijo con una voz profunda y cálida.

—Muchas gracias, señor Chalamet. Estoy segura de que lo haré.

Nos acomodamos en la sala, donde se había preparado un aperitivo antes de la cena. Timothée, ahora claramente relajado, se sentó a mi lado, mientras Pauline y sus padres entablaban una conversación sobre los últimos eventos en la ciudad.

La última JennerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora