Ropa de maternidad

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Semana 16

Alastor se despertó con la misma rutina de siempre: Levantarse de la cama, cambiar las sábanas, cepillarse los dientes y vestirse. Todo normal. Por su mente no había pasado la idea de algo diferente. Hasta que llegó el momento de cambiar el pijama por su habitual traje.

Los ojos del Overlord recorrieron la figura que le mostraba el espejo, sin reconocer la imagen reflejada en él. Su vientre abultado le pareció más extraño de lo usual, pues aunque en las últimas semanas se había acostumbrado a verlo, por ratos todavía no procesaba que algo se desarrollaba dentro. Por las manos por la superficie hinchada con curiosidad.

-¿Estás más grande? ¿O es imaginación mía? -Le habló a su estómago en un susurro, actividad que había adoptado recientemente. Solo lo hacía cuando nadie se encontraba cerca-. No puedes crecer tan rápido, ¿Verdad?

Ladeó la cabeza y siguió mirando su estómago, analizando las dimensiones antes de continuar con la tarea de vestirse. Nada grata fue su sorpresa al notar la separación de los últimos botones.

La camisa no le cerraba.

-Pero, ¿Cómo es posible? Ayer cerraba bien -Frunció el ceño e intentó de nuevo. El resultado fue el mismo.

Alastor contempló su imagen con una mezcla de shock y horror. El cambio; que se había esforzado tanto por aceptar, de repente se volvió más real, siendo tangible en su figura hinchada.

'Es normal. Es normal. Sabía que pasaría. Es completamente normal. Algo crece dentro... De mi.'

Por más que intentó convencerse, la sensación de pánico afloró en su ser. Una vida se desarrollaba en su interior. Una criatura que no solo había cambiado sus gustos por la comida, sino que ahora, modificaba su cuerpo con mayor descaro.

El tiempo dejó de ser relevante para Alastor, quien más desesperado con cada segundo que avanzaba, comenzó a desorganizar su closet en busca de alguna prenda menos ajustada. Ni siquiera notó la presencia de una figura en el umbral de la puerta.

-¿Qué pasa, Bambi? ¿Ahora buscas tu apetito en el fondo del clóset? -El inconfundible tono burlón de Lucifer llegó a oídos ajenos-. Desde hace veinte minutos te esperamos para desayunar. Es de mala educación dejarnos plantados

Ignorando el estado de Alastor, el rubio presionó un poco más.

-¿Tienes tanto alboroto por un simple atuendo? ¿En serio? Y creí que el vanidoso era yo -La sonrisa divertida del monarca no pasó desapercibida, pues a través del espejo, Alastor podía observarlo. Y nunca pensó que le afectaría aquella falta de sensibilidad.

En circunstancias normales, osea, antes del embarazo, la burla no hubiera significado nada. Sin embargo, en su actual estado sensible; y tras el incidente de la heladería mal resuelto, el pelirrojo reaccionó exaltado.

-¡Déjame en paz, Lucifer! Para ti es gracioso, ¿No es así? Pues déjame decirte algo, ¡Para mi no lo es! Llevo en la panza algo que tú, miserable demonio, engendró sin mi consentimiento, y está creciendo con una rapidez abrumadora -Entre su arrebato de reclamos, Alastor tomó una de sus camisas y la agitó frente al rey-. ¿Vez esto? Ya no entro aquí. Por tu culpa ninguna camisa me queda, ¿Y qué haces tú? ¡Solo vienes a reírte!

Lucifer arqueó una ceja, aún más divertido con lo que consideraba «simples cambios de humor» -Entonces, ¿Me estás diciendo que tu berrinche se debe a que no te gusta tu nuevo look? ¿Eso es todo? No puedo creer que retrasaras el desayuno solo por esto

-Solo por esto... -La frase fue repetida con amargura. Alastor, sintiendo la humillación y falta de validación, pronto tuvo un nudo cerrando su garganta-. Claro, como no eres tú quien se mira así

Gravida HinnuleiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora