Días después del parto
Alastor tomó asiento en la cama, con una bata suelta cubriendo su piel. En sus brazos; envuelto con una cobija, yacía un pequeño cervatillo rubio. Su hijo. Un bebé tranquilo que le miraba con sus enormes orbes rojizos, en espera del alimento que se le daba a esas horas.
—¿Siempre está así de calmado? —Cuestionó lucifer, manteniendo un tono de voz bajo. Como si no quisiera romper la atmósfera serena del lugar.
—Es un bebé bien portado, cuando no se pasa su hora de comer. La paciencia no es una virtud que goce. Igual a uno de sus padres —Dirigió una mirada de soslayo al soberano, quien rápidamente se avergüenzo y miró a la pared.
—Sí, me pregunto quién será el padre impaciente
Alastor rodó los ojos. Por su parte, Lucifer se sentó más cerca de ambos ciervos, redirigiendo su mirada al menor de estos. Una mezcla de curiosidad y ternura brilló en sus iris. Era la primera vez; después de días rogando, que le iban a permitir presenciar esa escena.
—¿Estás seguro de... Quedarte aquí? —El nerviosismo de Alastor se hizo presente al preguntar—. Digo, no me molesta. Pero tu hijo no hará nada mágico, solo se va a alimentar
Lucifer iba a reír por la inquietud del pelirrojo. Estuvo a nada de bromear. Sin embargo, su mente quedó atrapada en dos palabras: «Tu hijo». Esa era de las pocas veces que Alastor no desestimaba su rol como segundo padre del bebé. Y en lo que iba de la semana, él ya había escrito una lista de las ocasiones en que lo incluía como parte de la crianza.
Poco a poco iba logrando un acercamiento real, a pesar de la inicial renuncia a mantener contacto.
—Sí, Al. Es importante para el bebé desarrollar un vínculo con ambos. Incluso en actividades tan sencillas como alimentarse.
Alastor suspiró y asintió, abriendo la bata que ocultaba su pecho. Un extenso manto de pelo marrón quedó a la vista, y resaltando entre el montículo de pelaje, dos botones hinchados de leche. El soberano tragó pesado, inclinándose aún más cerca del apetitoso alimento, con la pobre excusa de posicionar correctamente al bebé en brazos ajenos.
El movimiento; con clara intención oculta, no pasó desapercibido para el pelirrojo, quien se calló cualquier reclamo en pos de la calma construida.
Los minutos siguientes transcurrieron en un cómodo silencio, roto únicamente, por las rítmicas succiones provenientes del menor en esa habitación. Alastor se vió envuelto por una sensación de calma y tranquilidad. Una mezcla que no había experimentado hasta ese momento.
El par de orbes escarlata; siempre puestos en el bebé, fueron dirigidos hacia el soberano. Vaya sorpresa se llevó al notar que Lucifer ya le miraba, con una sonrisa de admiración en los labios. Un calor muy inusual trepó por las mejillas de Alastor al instante.
'Esto es tan raro.'
Al igual que un ciervo, las orejas de Alastor se replegaron hacia atrás, camuflándose entre las hebras de su cabello. A Lucifer le dio risa. Sin ser consciente de la lucha interna que se libraba en el adverso, pues no había esperado sentirse tan conectado con el rey del infierno.
—Ali —Lucifer susurró aquel diminutivo con suavidad, sacando al mencionado de su aparente ensoñación—. ¿Tengo algo en el rostro? Llevas mirándome más tiempo de lo usual
El rubio ladeó la cabeza, omitiendo mencionar el detalle de sus orejas ocultas, quizá por no incomodarlo, o por el miedo a que nuevamente se elevaran barreras a su alrededor.
No obstante, lo que lucifer ignoraba, era la causa del estado tan vulnerable de Alastor. Puesto que aquel azarado ciervo había descubierto algo.
En el último tiempo juntos, Lucifer había mirado a través de él. No con intenciones ocultas. De verdad lo había visto como es. Como si lo estuviera observando por primera vez.
Alastor se sintió desnudo. No en el sentido literal. Solo creyó que lucifer había visto algo en él, algo que nunca nadie más había visto antes.
El conocimiento de ese hecho lo aterró. Y no solo por su identidad sexual, si no también, por su escasa habilidad para procesar esos sentimientos.
'Si él puede mirarme de esa manera. Si ya logra ver a través de mí. Entonces, será cuestión de tiempo para que identifique lo que realmente quiero... No se lo podré ocultar por siempre.'
Cualquier respuesta a la pregunta antes hecha por lucifer, se ahogó en los pensamientos de Alastor, dejando en su lugar, un inentendible balbuceo que cumplió con el objetivo: Causar ternura y distraer.
—Shhh. Ali, puedo ver tu mentecilla maquinar cuando te pongo en aprietos, pero no te preocupes, no debes responder nada. Ni siquiera tienes que mirarme, ¿De acuerdo? Solo quería estar cerca de ti... De ambos.
Alastor dió gracias por la aparente comprensión del monarca, mirando de nuevo sus ojos durante un momento. Por ese par de segundos, ambos se perdieron en los orbes ajenos, como si se hubieran sumergido en dos pares de ríos escarlata. Y entonces, sin saber cómo o por qué, Lucifer se sintió más atraído por Alastor, tanto, que se inclinó hacia adelante, con sus rostros a escasos milímetros de comisionar.
La respiración de ambos podía mezclarse. Alastor percibía el aliento mentolado de Lucifer. Un solo movimiento y podría...
De repente, el llanto del bebé resonó en la habitación, rompiendo el hechizo que se había formado entre ambos adultos. Alastor se sobresaltó y fue el primero en reaccionar. Se alejó un poco.
'Eso estuvo cerca.'
Dos corazones latieron desenfrenados, cada uno por un motivo diferente.
—Lo siento —Lucifer optó por disculparse, a la espera de no haber arruinado su avance—. Creo que a nuestro pequeño le gusta tener toda la atención.
—Tan pequeño y tan exigente. Se nota que es tu hijo —La broma de Alastor, lejos de molestar a Lucifer, lo terminó por relajar. Todo seguía su curso sin ser incómodo.
—Sí, e interrumpe en los momentos menos oportunos. Justo como su padre
Un silencio, luego, las risas bajas de ambos. Sin duda todo estaba bien.
O eso parecía.
En medio de la comodidad formada, Alastor sonrió para sus adentros. Ya tenía a Lucifer a sus pies. Rendido por él y su bebé. Era momento de dar el último paso. Era tiempo de sellar sus vidas en una sola.
'Al fin. Querido Luci, es hora de que pagues y te quedes a mi lado. Pronto seremos la familia que siempre quisiste.’
Hola, hola, mis queridas estrellitas. Hoy les traje un capítulo corto, ¿Motivo, razón o circunstancia? El trabajo me consume TT
Peerooo, este capítulo era esencial, sobre todo, porque es un pequeño vistazo del futuro. ¿Qué planeará nuestro cervatillo? ¿Ya cayó por el rey y no lo quiere admitir? ¡Descubrílo más adelante!
Cada vez estoy más cerca de la recta final y sus votos me animan a seguir. Así que no lo olviden, si les gustó el capítulo háganmelo saber en los comentarios.
Nos leemos después. Besos y abrazos virtuales por parte de su artista.
—L’étoile
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Gravida Hinnulei
Fiksi PenggemarEn su vientre, germina la semilla de una pasión lujuriosa. Y en el aparente amor, ahora se teje una revancha silenciosa.