24 Horas

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- "Tengo un secreto"- decía Nana. Era un juego que creó ella para que no nos aburriéramos en casa. El juego consistía en adivinar cuál  era el secreto con pistas y a medida de que ibas avanzando con las pistas, más cerca estabas de saber el secreto. Mi hermano era muy bueno en el juego mientras que yo hacía siempre equipo con el porque se me daba fatal y además, tenía muy poca paciencia.

- "¿Qué secreto es?- decía yo. Con mi hermano, siempre era yo la que hablaba y mi hermano el que resolvía. Ahora me doy cuenta de que a lo mejor lo estaba explotando un poquito, pero bueno, pasado es pasado.

- "Un secreto sobre Jenna"- decía ella. Recuerdo que este fue el último secreto que ni mi hermano ni yo pudimos adivinar. Nana cayó en un cáncer de pulmón y murió. Antes de morir, le dijo algo a mi hermano que nunca me contó, sólo me dijo que Nana era un hipócrita y que nunca nos había querido; y que, obviamente, le habían pagado para cuidarnos. Cuando me enteré, tenía 9 años, era un moco. Desde ese día me pregunto que secreto sería el que no nos contó. A lo mejor era una tontería pero yo sentía que debía de ser algo importante.

- ¡Oye despierta!- abrí los ojos lentamente para encontrarme a una chavala. Por sus pintas diría que es una criada pero parece de mi misma edad. Tiene el pelo oscuro y unos ojos verdes preciosos en los que los cubren unas pecas color café. Tiene la piel blanca y es más o menos de mi altura, creo- Menos mal, pensaba que te había dado algo, estabas moviéndote mucho y parece que ibas a llorar en cualquier momento.

-¿Quién eres?- pregunté

- Soy Mia, una sirvienta del palacio. Me han dicho de cuidar de ti por si acaso te querías escapar luego- pues creo que acertaron porque ya se me había pasado por la cabeza escaparme por algún rincón.

-Soy Jenna

- Ya lo sé, Jack me ha hablado de ti. Por cierto, si me permites decírtelo, eres guapísima- esta chica lo dice con tanta alegría que creo que es la única emoción que tiene. Yo no era gran cosa pero la verdad que sí me sentía guapa. Yo tengo el pelo negro, largo y ondulado. Tengo unos ojos azules y tengo pecas también. Soy flaquita a decir verdad y soy un poco alta.

-Gracias, tu también- Mia a conseguido sacarme una sonrisa al final con tanta alegría que esparce- ¿Qué te ha dicho Jack de mí?- pregunto

-Pues me ha dicho que...- en ese momento Jack entra por la puerta

-¿Las interrumpo, chicas?- pregunta, está guapísimo ahora que lo observo. La otra noche había una luz tenue y no le veía demasiado, y si eso le añadimos que iba vestido de negro pues ya imposible.

-Para nada, señor- contesta Mia cabizbaja mostrándole respeto. La sonrisa y la alegría que irradiaba hace un momento ha desaparecido y sólo queda seriedad.

-Mia, ¿nos podría dejar solos unos minutos?- dice. ¿Para que coño querrá quedarse a solas conmigo? Ya estoy nerviosa, mierda.

-Por supuesto, señor- Sin decir más, Mia se dirige con paso firme a la puerta y la cierra levemente. Ahora en la habitación sólo quedamos él y yo.

-Bien, ahora que se ha ido tengo que hablarte de un asunto que no podrás rechazar y que se emprenderá mañana por la tarde

-No  tengo ganas de hablar con un secuestrador- Cabrón, encima tengo que hacer cosas por él

- Mañana por la tarde vendrá un estilista que te vestirá

- No quiero un estilista ¿Pero quién te has creído que eres para hacer lo que te dé la gana conmigo? Tú antes no eras así, cambiaste desde que...-quiero decirlo, pero sé que le causa mucho daño, no quiero recordárselo. Yo tampoco.

La Rosa NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora