complicated marriage

Chapter 8

Jaemin

—Oye, hombre, hay un tipo con traje esperándote afuera.

¿Un tipo con traje?

Jeno.

Me sorprendió que realmente hubiera aparecido. Realmente no había esperado que lo hiciera.

—Es mi prometido. Puedes decirle que puede entrar.

Felix ladeó la cabeza, frunciendo el ceño. 

—¿Tu prometido? 

—Lee Jeno.

—No sabía que te ibas a casar, jefe. ¿Cuándo sucedió eso? 

Me reí. 

—Recientemente. 

Muy recientemente.

—Oh, bueno, felicidades.

Asentí agradeciendo y terminé de ponerme las botas de carrera. La carrera debía comenzar pronto, y necesitaba estar listo. Esta no era una gran carrera, solo tres corredores, pero era importante.

Si ganaba, estaba un paso más cerca de obtener un contrato lucrativo para producir mi motocicleta. Había hecho todas las pruebas regulares. Ahora, se suponía que debía probarlo contra otros corredores.

Se me hizo un gran nudo en el estómago solo de pensarlo.

Era un buen piloto y lo sabía, pero mi pasión residía en crear las motos, no en ganar carreras con ellas. Aunque sentí que necesitaba saber lo que era correr una moto para poder imaginar crear una.

—Jaemin.

Levanté la vista para ver a Jeno de pie en la puerta... con un traje negro de tres piezas. 

—¿Tienes algo más? 

—¿Algo más? 

Agité mi mano hacia él. 

—Cualquier cosa cómoda de usar. Todo en lo que te veo es en trajes —Incliné la cabeza con curiosidad y entrecerré los ojos. — ¿Duermes en ellos? 

Los labios de Jeno se afinaron por un momento antes de responder. 

—Tengo varios juegos de pijamas de seda muy bonitos con los que duermo.

Miré por un momento, sin creer lo que estaba escuchando. 

—¿De verdad duermes en pijama? 

—Sí, ¿tú no? 

—No, señor Lee. Duermo desnudo.

—¡Jaemin! 

Me di la vuelta para agarrar mi chaqueta para que Jeno no viera la diversión en mi rostro. A veces, era demasiado fácil.

Llevé mi chaqueta sobre mi brazo mientras me giraba para mirarlo de nuevo. 

—Felix puede mostrarte las gradas donde puedes ver toda la carrera. Estoy seguro de que tendrás un buen punto de vista desde allí. —Sí, mis amigos ya están allí esperándome.

—¿Trajiste a tus amigos? 

—Quería que los conocieras.

Bien.

—Bueno, me encantaría conocerlos después de la carrera.

—¿Podrías hacerme un favor? —Preguntó Jeno. —No, haz de eso dos favores.

Fruncí el ceño.

Jeno levantó la mano y luego levantó un dedo. 

—Uno, no te estrelles.