Nueva mañana, nuevo día. ¿Cuanto ha pasado desde que Peter y yo nos besamos? Un mes. Si, 30 días desde aquella fiesta en donde comencé a replantearme mis sentimientos. ¿Siento algo por Peter? Eso creo. ¿Él siente algo por mi? Lo dudo mucho.
Luego de vestirme y peinarme bajé las escaleras, saludé a Key y salí de mi casa. Me levanté con ganas de caminar y relajarme, mañana es lunes y quiero disfrutar mi domingo.
Al primer lugar que se me ocurrió ir es a la cafetería, pedí un jugo de naranja, unas donas y fui hasta un lindo parque. Ya sentada en un banco, devoré una de mis donas a la velocidad de la luz. ¿Qué? Tengo hambre.
Es un día caluroso, y consideré ir a la playa. Pero luego recodé que debía volver a mi casa y ponerme el bikini y las ganas se me fueron. Entonces hice lo que más se hacer: tomar fotografías. ¿A qué? A todo. A la gente, el paisaje, animales, calles. Fui caminando sin rumbo alguno tomando fotos a todo lo que me llamaba la atención. Eso es lo que más me encanta, que cuando tomo fotos puedo observar el mundo que me rodea más detalladamente. La primera imagen fue de una pequeña niña que jugaba alegremente en el tobogán. Afortunadamente el sol apuntaba allí entonces la foto se pudo ver con claridad, era perfecta. Luego procedí con un edificio que me llamó la atención, después con unos autos, y así seguí por un largo rato.
Al final si me decidí por ir a la playa, pero no a broncearme ni nada por el estilo, simplemente a tomar fotos. Apunté al océano, algunas personas se encontraban a lo lejos, lo que hizo a la toma perfecta. Me acerqué a una pareja de alrededor de veinte años y les pregunté si les podía sacar una foto. Ellos asintieron emocionados y sonrieron a mi cámara. La foto salió espectacular, les agradecí y me alejé.
Son más o menos las cuatro de la tarde, y aún sigo en la playa. Todas las fotos quedaron fantásticas, y pensé que ya era suficiente por hoy. Me senté en la arena, y fui pasando de foto en foto.
Alguien se sienta a mi lado, y aún sin mirarlo supe quien era.
—¿Por qué cada vez que vengo a la playa tu apareces? —inquirí mirando el horizonte y tomándole una foto.
—El destino decidió que este sería nuestro punto de encuentro —él tomó un puñado de arena y luego lo soltó lentamente.
—Estoy empezando a pensar que eres una clase de acosador, Miller
—¿Hace más de un mes que nos conocemos y eso es lo que piensas de mí? —preguntó con falsa indignación.
Me reí. Peter tomó mi cámara y comenzó a mirar las fotos que había tomado. Se detuvo en una en especial y la señaló.
—¿Quiénes son? —se refirió a la pareja a la que anteriormente les había pedido para sacarles una foto.
—No lo sé —admití— A veces me gusta sacarles fotos a las personas, en especial a las que veo que están felices, me da una sensación de calma —me encogí de hombros.
Él me sonrió y continuó mirando. Pero la cámara se apagó de pronto. Tal vez había sacado tantas fotos que ya no tenía batería... tal vez.
—Préstame tu celular —extendió la mano.
Se lo entregué sin problema, creo que a esta altura tenemos suficiente confianza como para prestarnos los celulares ¿no?
—¿Contraseña?
Se lo tomé e hice una extraña pose para poner los cuatro números sin que Peter los viera.
¿Qué? Tampoco somos novios como para que le diga mi contraseña.
¿Acabas de insinuar ser la novia de Peter?
—¿Enserio? —me preguntó alzando una ceja.