Chuuya definitivamente había escuchado muchas cosas a lo largo de su vida. Era un hecho claro que se había perdido las conversaciones más importantes y tal vez aquello habría marcado su destino con un final distinto, pero nunca tendría la oportunidad de saberlo. Los ancianos le habían dado demasiadas lecciones sobre cómo debía comportarse delante de cualquier persona ajena al santuario y como no debía de meterse nunca en los asuntos de los demás. Habían llegado a tal punto que si alguna vez, sobre todo cuando era más pequeño, había escuchado algo sospechoso no dudaban en enseñarle algún significado erróneo de las palabras que había escuchado. Claro que posteriormente tenían que acordarse de lo que le habían enseñado.
Sin embargo, nunca habían tenido algún problema con eso.
Chuuya había podido hacerse una idea básica de cómo funcionaban la vida y la muerte.
Y aunque en el fondo sabía que era verdad lo que acababa de escuchar, aquello no lo hacía más fácil de asimilar.
¿El estaba muerto?
Según los recuerdos que mantenía de su vida antes de llegar a este nuevo santuario, aquello tenía sentido.
Sin embargo, nada más fuera de eso lo hacía y como consecuencia su cabeza no era capaz de asimilar los hechos.
Las dudas y la sensación de incertidumbre no hacía más que crecer en su pecho
Necesitaba más respuestas.
Muchas más si es que no quería terminar volviéndose loco.
No le importaba si tenía que rogar por ello.
— ¡Espera! —Exclamó de una forma demasiado necesitada—. ¡Necesito saber más sobre eso!
El castaño hizo oídos sordos a su petición.
— ¡N-no es posible que yo esté muerto si-!
Apenas fue cuestión de unos pocos segundos más hasta que Chuuya se quedase de nuevo solo en aquel bosque que definitivamente no debería de haber investigado. Un simple atisbo de curiosidad había desencadenado todo aquello y ya no había vuelta atrás.
Definitivamente no valió la pena.
Se encontraba más desolado que nunca.
El pelirrojo se quedó de pie ahí durante tantos minutos que sus piernas llegaron a estremecerse por la falta de movimiento en el cuerpo en general y estas temblaban cada pocos segundos. Sin embargo, ese hecho ni el frío repentino que había empezado a percibir pudo acabar con el persistente estado de ansiedad que cada vez tomaba más control de él. No sabía qué era lo que tenía que hacer para salir del bloqueo mental en el que había entrado. Ni siquiera sabía si había alguna clase de escapatoria a la que pudiera acceder por su propia cuenta.
En su mente únicamente se repetía la palabra "muerte" junto con la imagen del castaño desapareciendo de su vista como si nunca hubiera estado ahí para empezar.
Parecía como si su mente hubiese olvidado toda otra posibilidad o función en los últimos minutos, era algo indescriptible que Chuuya no le deseaba ni a su peor enemigo.
— Espero que tengas una muy buena razón para estar aquí mocoso. —Interrumpió una nueva voz que ni siquiera pudo percibir antes.
El recién llegado se sintió extrañado de que el joven pelirrojo no le hiciera caso y que ni siquiera girara la cabeza en su dirección. Aquello le hizo enfadarse y sin dudar estiró su brazo de forma desenfrenada para tirar de él de forma brusca. Como si de un peso se hubiera tratado, este le cayó encima y el intruso tuvo que hacer uso de su fuerza para que ambos se pudieran mantenerse en su sitio. Ninguna palabra nueva fue dicha, pero aquello no significaba que nada más hubiera cambiado.
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La leyenda del zorro
FanfictionLa vida de Chuuya Nakahara siempre había sido idílica a pesar de que la realidad que le rodeaba fuese el mas cercano posible a un infierno helado. Una vida de ensueño creado con un objetivo concreto que el involucrado no tenia idea. Sin embargo, lo...