Primer año, primeros pasos.

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Al parecer Cronos se encontraba de buen humor, pues el tiempo había pasado tan rápido y el pequeño escorpión ya tenía su primer año.
En su pequeña fiesta, habían invitado a los bebés de el Santuario,  había sido felicidad hasta que en la foto para recuerdo a él pequeño Milo se le ocurrió la maravillosa idea que tiene un niño que no sabe ni su nombre. Metió las manitas en el pastel d chocolate comenzando a comerlo sin necesidad de ayuda, Degel tuvo que alejar el pastel de su hijo mientras que Kardia trataba de limpiar a Milo y sacar lo más que pudiera de el pastel de su boca, mientras que los demás bebés solo se limitaban a reír como Aioria y Aldebaran o solo miraban sin entender. Aunque fuera de ese incidente pequeño todo lo demás fue risas y material para Ecarlate, pues se burlaría de su hermano en lo próximos años por quizás tanta travesuras que hará a futuro.

Los meses luego de el primer cumpleaños de el pequeño bicho fueron calmados, Kardia o Degel se iban de misión y dejaban a Ecarlate y Milo con el Patriarca.
En ese día tan bonito Degel estaba en escorpio con Kardia y Milo, nada fuera de lo había...

–¡Vamos Milo, si puedes!– y de nuevo, el escorpión mayor estaba gritando a su hijo, pero no de regaño, sino a modo de apoyo.

¿Por qué? Pues Milo a las pocas semanas de su nacimiento y dormir mucho, había aprendido a sentarse y gatear, algo sorprendente para niño de tan poca edad según Degel, aunque Kardia pareció no importarle eso, con ayuda de Ecarlate habían logrado que Milo logrará mantenerse en pie
Y ahora Degel miraba de forma sería a su querido esposo, Kardia estaba a unos pocos pasos de un sillón donde Milo se estaba sosteniendo para no caer, lo estaba animando a caminar.

–Vamos renacuajo... ¿No quieres un abrazo de papá?– pregunto d forma juguetona mientras hacia la intención de acercar los brazos al pequeño.

–Ah... Wa...– apenas balbuceaba el pequeño, alargando sus pequeños bracitos a Kardia, queriendo que esté lo cargue pero cuando se intentaba acercar tambaleaba y volvía a aferrarse a la mano de el sofá.

–¿De nuevo quieres que camine?...– pregunto con algo de irritación, era la tercera vez en la semana que veía a Kardia trata de hacer caminar a Milo. El pequeño miro a su padre y alzó sus bracitos mientras balbuceaba, Degel se acercó y lo cargo en sus brazos. –Kardia, todavía es muy pequeño, hacerlo que aprenda no es de la noche a la mañana.

–Lo se Copito, por eso le estoy dando apoyo a que camine por si solo.– Dice mientras se levanta y mira como Degel dejaba al niño en su corral.

Degel soltó un suspiro, dando a entender que no confiaba en su palabra, Kardia rodó los ojos cruzándose de brazos y caminando a sentarse en el sofá.

–¿Ecarlate está en el coliseo?– pregunta Degel sentándose a lado de su esposo. –Le traje el libro que me pidió ayer para leerlo hoy.

–Si, Odysseus vino por él en la mañana.– afirma mirando a Milo que jugaba con un peluche de oso. –¿Otro libro? Ya le pegaste tus mañas a Ecar.

–Es preferible que tenga mis mañas a qué tenga las tuyas.– Dijo mientras abría el libro y comenzaba a leer la primera página.

Se ganó una mirada matadora por parte de su pareja pero no sé arrepentía de lo dicho, era mejor tener mañas para estudiar a qué se la pasará el día haciendo travesuras. Sentía la mirada de el bicho sobre si pero no le dio importancia, ya estaba acostumbrado a esa mirada.
No supo en el momento Kardia le quitó el libro de las manos y se sentó en sus piernas mirándolo con sarcasmo y burla, típico de él.

–Kardia, Milo está en su corral...

–Mira malpensado, solo vengo a jugar no a tener otro hijo, que con Milo me dejó claro que sigue siendo doloroso.– Apesar de su tono de voz advertido, tenía una sonrisa en su rostro.

Degel conocia esa sonrisa, sabía que Kardia no era tan calenturiento como para querer hacer eso en el sofá, a mitad de la sala en el templo d escorpio y menos con su hijo pequeño a menos de tres metros de distancia. Solo dejo que su escorpión se acercara hasta quedar pocos centímetros de su rostro, hubieran llegado a tocar sus labios si no hubiera sido por un cosmos que desconocido entrando al Santuario.

Kardia se levantó de las piernas de su pareja y corrió a cargar a Milo, el pequeño veía confundido a sus padres, Degel corrió a la entrada de el templo alarmado, desde el octavo templo se podía ver una parte de el Santuario, entre esa parte el Coliseo, del cual salía humo.

–¡Kardia, quédate con Milo!– grito y sin esperar más bajo comenzó a bajar las escaleras, sintió como detrás de él venía El Cid así que suponía que también iba a ver qué sus hijos estuvieran bien.

Corrieron encontrándose en el camino a Asmita, o quizás una alucinación de él, a Manigoldo, Aspros y Hasgard, todos en la misma dirección. Al llegar a la entrada de el coliseo encontraron a espectros de rango bajo estar desmayados o sin vida en el suelo, Odysseus estaba en medio de la arena mirando los cuerpos con indiferencia mientras que en las gradas estaban los niños mirando encantados y asustados la escena. Aspros camino hacia el albino.

–¿Qué ocurrió aquí?– pregunto, al grano como siempre.

–Estaba a mitad de una lección de confianza entre los niños cuando estos espectros llegaron de la nada.– Respondió con tranquilidad caminando hacia las gradas.

–Vaya... Gracias Odysseus.– Agradeció Hasgard con una sonrisa mientras cargaba a Aldebaran.

Odysseus solo hizo un movimiento de cabeza, y le había dicho a los niños que tenían lo que quedaba de el día y mañana para procesar lo que hace unos minutos acababa de pasar.

Apenas habían cruzado la puerta cuando fue recibido por una Aguja Escarlata que le rozo la mejilla y logro cortar unos pocos cabellos.

–Mira rata de biblioteca, la próxima vez que corras así sin decirme nada, te dejo como coladera.– amenazó Kardia mostrando su uña de color rojo, Milo miro está con curiosidad eh hizo el mismo movimiento que su papá, alzando la mano y mostrando solo el dedo índice.

El puchero que hizo al no tener la larga uña rojiza de su papá provoco que el ambiente se aligerara, así fue cuando después d mandar a Ecarlate a su habitación, Kardia le gritó todo lo que pudo a Degel y este logro calmarlo con la vieja confiable, abrazarlo por la cintura y mostrar cierta dominancia ante su pareja, logrando que quedará callado y se concentrará en darle de comer a Milo.

–¡Milo apúrate que quiero dormir!– se quejo al sentir como el pequeño parecía comer más lento de su pecho, provocando que se enojara más.

Aunque Degel veía aquello de forma graciosa, ambos sentados en el sofá y apenas el sol poniéndose, solo atino a besar la mejilla de Kardia, acariciar suavemente la cabeza de Milo y abrazar a Ecarlate quien habia regresado de su habitación para leer junto a su padre.















Continuará...

Milo El CuriosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora