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Hitoshi Shinso era "raro". Así lo veían sus compañeros, sus maestros y la sociedad en general. El joven era casi siempre visto deambulando por los pasillos, con sus hebras alborotadas y las bolsas que cargaba bajo sus irises violetas. Para algunos, parecía un zombie. Sin embargo, esto importaba poco para Shinso. Permanecía con un aire estoico ante los comentarios desagradables sobre su quirk, dibujando únicamente una sonrisa desdeñosa en su rostro. Y nada le gustaba más que ver la expresión consternada de los burlones, que titubeaban para después marcharse rápidamente.

Y era observador. Percibía detalles en su entorno que para otros podría pasar desapercibido, menos para él. Y fue un día que caminando por el pabellón principal del edificio, observó al rubio eléctrico arrastrando los pies para subir los escalones. Lucía desanimado, y sin ningún aura de alegría visible en su cara. Era extraño para él también verlo solo, pues solía cruzarse con el diverso grupo de amigos en sus paseos, donde también iba Kaminari.

—Muy raro... —susurró, viendo al chico jugando solo con su comida en el receso. Estaba apoyado en una columna, cuando sintió un golpe en su brazo que lo despertó de sus pensamientos.

—¡Oi, Shinso! —exclamó la silueta, en un tono satánico. Gesticulaba dramáticamente con sus manos hacia el pelimorado, quien lo miró fastidiado—. ¿Qué haces mirando tanto a la clase 1-A, eh?

Ah, y ese era Monoma Neito. Un joven estudiante de heroísmo, que parecía tener una particular obsesión con la primera sección de su grado. Shinso suspiró y caminó hacia una mesa desocupada con el rubio, que iba gritándole un argumento justificando porque su clase era la mejor del área de héroes.

[...]

Denki miró y leyó nuevamente el mensaje, con una expresión confusa.

"Hola, vi tu tweet. Noté que ya no has salido con el "Bakusquad", o como se llame".

Apretó el móvil entre sus manos, frunciendo el ceño. Sería humillante para él decir que no salía con ellos simplemente porque lo ignoraban, y claro, pensaba que aquello podría ser usado como una burla hacia él mismo. Por eso tecleó y envió una respuesta, argumentando que no estaba con sus amigos porque lo habían "castigado". Y pensó que el ojivioleta no lo conocía tanto para descubrir que era falso, y se sintió aliviado con eso.

Ahora, algo más importante lo agobiaba. Sus exámenes estaban regados por el escritorio, con notas desaprobatorias escritas con marcador rojo. Kaminari suspiró, apoyándose en el marco de su puerta. Debía hacer algo más para lograr una buena calificación en su próximo parcial, o estaría acabado. Siempre le había gustado trabajar en grupo, pues sentía que aprendía mucho de los demás. Pero desde el distanciamiento de sus amigos, nunca se ofrecían para ayudarlo o negaban con alguna excusa por falta de tiempo que podrían verse.

"¿Alguien puede salir?".

Publicó el tweet, con una emoticón divertido. Al rato, su teléfono vibró y leyó la respuesta. Era Midoriya, quien le ofrecía estudiar junto al delegado en su habitación. Denki sonrió y alegremente se alistó para ir hacia el lugar. Tocó la puerta con sus nudillos dos veces, y el peliverde le abrió.

—¡Hola, Kaminari-Kun! —saludó amable.

—Hey, Midoriya. Traje algunos cosas para comer —comentó, alzando una gran bolsa de patatas fritas. El chico le devolvió la sonrisa y abrió más la puerta, dejando ver la silueta de Iida organizando algunos papeles.

—¡Claro, pasa!

El rubio sintió que el tiempo pasó volando. Se había divertido mucho con sus compañeros, algo inesperado para él. Logró entender con su ayuda varios ejercicios matemáticos que se le dificultaba, y comieron los aperitivos entre risas. Denki no se había sentido así desde hace tiempo, y eso lo entristeció. Prendía su móvil constantemente, revisando si alguno de sus amigos había subido algún tweet de sus salidas, pero nada. Cuando la sesión terminó, los tres jóvenes se despidieron y marcharon para sus dormitorios.

Kaminari se dejó caer cansado sobre su cama, y miró por milésima vez en el día sus redes sociales. Notó una notificación nueva y al presionarla, leyó los mensajes que habían escrito sus compañeros después de tanta inactividad en su grupo.

"¿Denki, de verdad estudiaste?". Preguntó Mina.

"De seguro se hizo el tonto como siempre y ya". Comentó Jirou, acompañando su mensaje de risas.

Denki se entristeció aún más, y sintió el nudo subir lentamente por su garganta. Muy frustrado, tecleó rápidamente y envió una respuesta. ¿Por qué desconfiaban de él? Se preguntó porque sus amigos lo creían incapaz de hacer muchas cosas, como si su único rol fuera ser el tonto del grupo. Sin embargo, Kaminari recordó que ese pensamiento se remontaba desde hacía tiempo, cuando decidieron agruparse entre ellos y salir como mejores amigos.

"Es mi culpa. Cree esta versión que me encierra como una jaula, generando que no me tomen como una persona real. Pero prefiero vivir así que estar solo, sin ellos". Pensó, adentrándose en los rincones más profundos de su mente.

Y lo peor no había acabado ahí. Las semanas pasaron, y todo para Denki había empeorado. Los chicos únicamente se acercaban a él para decir alguna burla o comentario "inofensivo". Solían acompañarlo para jugar con el rubio, palmeando fuertemente sus delgados brazos y estirando sus hebras doradas. Y un día, que caminaba cerca del pasillo para bajar las escaleras, sintió un tacto en su espalda que lo empujó hacia el suelo. Cayó y estuvo cerca de rodar por los escalones, de no ser porque detuvo el movimiento con sus manos. Abrió los ojos y divisó al grupo de jóvenes carcajearse divertidos, chocando las palmas con una sonrisa triunfante.

Y Denki, solo atinó a reír con ellos. Sus amigos eran muy "divertidos".

[...]

Kirishima Eijiro era un mal amigo. No lo suponía, él realmente pensaba que lo era. Desde hacia tiempo, sabía que sus "amigos" comenzaban a manejar un extraño comportamiento hacia el rubio eléctrico. No lo invitaban para salir, lo ignoraban o si hablaban con él, era para decir un comentario que era sumamente ofensivo. Y el pelirrojo sabía que cada una de esas atrocidades eran conscientemente hechas por sus compañeros.

—Oigan, Kaminari es solamente un estúpido —dijo Jirou, rompiendo el silencio entre el grupo que se había reunido en su habitación—. Siendo sinceros, ¿ustedes quieren seguir siendo amigos de él?

Eijiro frunció el ceño al percibir el tono desdeñoso con el que se refirió la pelimorada hacia su amigo. Miró desconcertado al resto, quienes lucían con un aire indiferente ante el sorpresivo comentario.

—Ahg, realmente no —expresó Mina, con una mueca de disgusto—. Pero deben admitir que es divertido verlo siendo tan tonto, como siempre.

—Concuerdo, pareciera que solo nació para ser un idiota —opinó Sero, ensanchando una sonrisa recta.

Kirishima solo podía mirarlos espantado, creyendo imposible todas las crueldades que decían sus amigos sobre Kaminari. Su piel había palidecido y una presión invadió su pecho, impidiéndole respirar con normalidad.

—¡Oigan, qué demonios están diciendo! —exclamó muy molesto, levantándose abruptamente del sofá. Sus compañeros lo miraron extrañados por su comportamiento—. ¿Se dan cuenta de lo que están diciendo sobre Kaminari? Es nuestro amigo, y es una buena persona. ¿Acaso creen que la personalidad de una persona define su valor como humano?

Habló con la mano al pecho, sintiendo que el coraje abordaba su mente y manejaba su lengua. Un chistido llamó la atención del grupo, proveniente de la parte más oscura del dormitorio. El rubio ceniza se había levantado, cruzándose y afilando su mirada rubí.

—Oi, Kirishima. ¿No serás un idiota tú también como Kaminari, verdad? —espetó Bakugo, con un tono súbito. Eijiro observó asustado la figura de su amigo, con sus manos temblando aferradas al borde de su camisa—. Más te vale que no, si quisieras seguir con nosotros.

El teñido no aguantó más y abrió la puerta para salir disparado del cuarto hacia el pasillo. Caminaba apretando sus dedos en puños, sin despegar la vista del piso hasta que se detuvo repentinamente. Alzó la cabeza y se sumergió en sus pensamientos. Si él se iba, marcaría por completo el final de su amistad con su grupo de amigos. Por otro lado, si decidía regresar, condenaría al rubio eléctrico con lo que decidirían hacer sus compañeros. Kirishima tragó saliva, y girando en su propio eje arrastró sus piernas hacia la puerta del cuarto. Levantó la vista empañada y suplicó al cielo, que algún día su fiel amigo pudiera perdonarle aquello.

Friendshit Bracelets! | BNHA AU | Denki AngstDonde viven las historias. Descúbrelo ahora