CAPITULO 16: SE NECESITA UN FIN PARA UN NUEVO COMIENZO.

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Había llegado el día de la boda, todo estaba preparado, Max estaba ahí parado en el altar esperando por el amor de su vida.

Comenzó la música y los nervios subían por los cielos, vio como llegaba Bradley tomado del brazo de su padre, ellos habían hablado después de lo que ocurrió con su madre, le ofreció muchísimas disculpas por todos los años en que lo había tratado mal y que no estuvo con él, ambos se perdonaron y por fin los Cremanata estaban unidos.

Max lloraba a mares, a Brad se le salían algunas lágrimas y risas al ver a su casi esposo de esa manera, llegó con él y comenzó la ceremonia.

Llegó la hora de los votos y comenzó Bradley.

-Max... desde el momento que te vi supe que serías insoportable-. Unas risas se escucharon al fondo. –pero mi vida no sería nada sin ti, tú alegras mis días, me salvas todos los días, por esto mismo quiero pasar toda mi vida contigo, sé que no soy la mejor persona que te pudo tocar, pero te amo por elegirme, yo te elijo igualmente, ayer, hoy y siempre-.

-Lindo, desde el día que te tiré el café encima supe que serías todo un reto-. A lo lejos se escuchó como Bobby gritó con voz burlesca que aún se podía arrepentir, eso causo aún más risas. –pero eres el reto que quiero afrontar por el resto de mi vida, quiero ser tu apoyo y que tú seas el mío, quiero vernos envejecer año tras año y ver como los hijos de nuestros hijos corren hacia nosotros, te amo y te amaré en esta y en todas las vidas-.

Al terminar los votos, cerraron la ceremonia con un lindo e inocente beso, después de todo no querían que todos los vieran comerse en un momento tan lindo.

Comenzó la fiesta y todo estaban tan felices, bailando y cantando, para esto se había llegado el momento del primer baile de los esposos, fue un momento inolvidable, partieron el pastel y tomaron un poco, después de todo era su boda y tenían que disfrutarla, de un momento a otro Max y Bradley se escaparon a su luna de miel.

Llegaron al aeropuerto, tomando el jet privado que su padre le había regalado a Brad en alguno de sus cumpleaños, su destino eran las Maldivas, decir que se la pasaron genial en su noche seria poco, ambos se habían disfrutado como nunca, marcaron un final dando como resultado un nuevo y hermoso comienzo.

A la mañana siguiente Max se había despertado más temprano para traerle el almuerzo a su ahora esposo.

-Señor Goof es hora de despertarse-.

-Oh esposo mío, vete, quiero dormir, me dejaste demasiado cansando-.

-Vamos lindo, tienes que comer-.

-Ush bien-. Ambos terminaron de comer y siguieron disfrutando de su luna de miel.

Cuando regresaron de su gran viaje, les esperaba a ambos una gran sorpresa de parte del padre de Bradley, a pesar de reconciliarse, él seguía con los regalos ostentosos, pero ahora era algo grande, les había comprado una hermosa casa.

Al principio ambos se habían negado, era demasiado para ser su regalo de boda, peor lo terminaron aceptando debido a la presión de su padre para aceptarlo.

Llegaron a su nueva casa, estaban felices, comenzarían una nueva vida juntos, al pasar los meses la convivencia iba magnifica, había algunos que otros detalles al seguir siendo un poco desordenado Max, ya habían vivido juntos en los dormitorios, pero ahora era muy diferente.

-Maximiliano ya te había dicho que no dejarás regados tus calzones por todos lados-.

-Lindooo lo siento, es que anoche te veías tan caliente que sólo los lancé por ahí, perdóname mi amor-.

-Dios Max, bueno, pero a la siguiente no los lances por ahí, la persona que nos ayuda en la casa no soportaría verlos por ahí-.

-Okey entiendo lindo-.

Al pasar un año, ambos habían comenzado con los papeles de alquilar un vientre, habían quedado que su primer hijo tendría los genes de Bradley, pasaron los meses y se llegó el día de nacimiento, conocieron al primogénito, era precioso, un ángel caído del cielo según Max, ya que se parecía totalmente a su esposo.

Pasaron al menos unos cinco años para tener a su próximo hijo, ahora sería con los genes de Max, y de eso nació una hermosa princesita, Bradley y Max eran los más felices de tener a sus queridos hijos, ¿qué más podían pedir? Estaban en la plena felicidad, con su hermosa familia.

Donde todo había comenzado con un ¿por qué volviste? Ahora se había convertido en un felices para siempre, suena demasiado cursi, pero era lo que ambos pensaban de su actual vida.

Los abuelos no podían estar menos felices, los consentían demasiado, cosa que Bradley no le gustaba, pero no podía decirles nada, después de todo serían sus únicos nietos.

Los años siguieron transcurriendo y ambos fueron envejeciendo juntos, jamás se separaron, si discutían lo hablaban y terminaban con una satisfactoria reconciliación, eran y fueron felices hasta el último día de su vida.

Pero eso es hablar demasiado rápido, por ahora vivirán el presente con sus hijos,

-Lindo, gracias por ser tú y quiero que seas tú por el resto de nuestra vida, te amo-.

-Yo te amo más Maxie-.

Aquí se firma el final de esta historia, su destino estaba sellado, estarían juntos por la eternidad. 


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Aún faltan dos extras, espérenlos, muchas gracias por leer esta historia, es lo primero que escribo y publico, muchas gracias por su apoyo, espero les haya gustado. 

Quiero que seas tú- MaxleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora