SIN CONTROL- Cinco Hargreeves x Reader

Capítulo 10 - La Dulce Tentación

Narra T/n:

Intenté resolver todos los ejercicios que cinco me dejó, mientras el leía algo, pero no sabia que era por que tapaba la portada del libro con su brazo, cuando termine el lo reviso y dijo que estaba bien, y luego Klaus tuvo una idea, dijo que esta tarde Padre tenía que irse a una reunión y que nos quedábamos con Pogo, y que podríamos hacer una noche de películas, ya no me llevo tan bien con mis hermanos como antes, no nos hacemos nada, pero es algo incómodo estar juntos

Nos reunimos en la sala y prendimos el reproductor, no sabíamos que podíamos ver. Luther estaba buscando los CD de las peliculas

Luther: y que tal esta? - dijo enseñando la película "el pianista"-

Ben: noo, esa me hizo llorar

Diego: pon de terror

Alisson: noo, no voy a poder dormir..

Klaus: Solo es una película pff

Vanya: Yo quiero ver harry Pother

Ben: y tu Cinco?

Cinco: Me da igual, estoy aquí por que no tengo algo mejor que hacer

Klaus: que quieres ver T/n?

T/n: MM creo que terror? estaría bien

Luther: vamos a ver estar -la masacre de texas-

Todos: ya

Diego: alguien puede traer la botana que compramos esta en la cocina

Klaus: -hechado en el sofá- PERO ESTA...muy lejossss

Luther: alguien que me ayude a poner esta cosa

Alisson: me estoy pintando las uñas...

T/n: Ash esta bien, voy yo...

Cinco: -me mira medio extraño-

T/n: YA vengo...

Entro a la cocina y me detengo por un momento, respirando profundamente. El sonido de las risas de mis hermanos en la sala debería tranquilizarme, pero lo único que siento es un nudo en el estómago. Me pidieron que trajera botanas para la película, algo simple. Pero sé que no es tan simple para mí. 

Peor aún cuando veo esas galletas en la despensa que tanto había estado evitando estos días...

Camino lentamente hacia el estante, intentando convencerme de que todo estará bien. Agarro una bolsa de papas, pero mis ojos se desvían hacia el paquete de galletas. Siento un escalofrío recorrer mi espalda. No debería pensar en eso, ya comí suficiente hoy. Pero el deseo se enciende como una chispa en mi mente, un fuego que se alimenta de mi debilidad. "Solo una", me digo a mí misma, "solo una y nadie lo sabrá. Puedo controlarlo".

Mi mano, casi por voluntad propia, se extiende hacia el paquete. La sensación del plástico frío bajo mis dedos me da una extraña mezcla de consuelo y pánico. Sé lo que va a pasar, pero no puedo detenerme. Abro el paquete con cuidado, como si con eso pudiera mantener el control. Tomo una galleta, la miro, y siento cómo mi boca se llena de saliva. Todo lo que quiero es esa sensación dulce y crujiente. En el momento en que la galleta toca mi lengua, me pierdo...

El sabor es tan reconfortante, tan perfecto, que todo lo demás se desvanece. Ya no escucho a mis hermanos, ya no pienso en la película, en nada. 

Es solo yo y las galletas, cada bocado me llena de una mezcla de placer y desesperación. Antes de darme cuenta, he comido una, luego otra, y otra. Mi mano sigue y sigue, hasta que siento las migajas en el fondo del paquete vacío.

De repente, la realidad se estrella contra mí como una ola fría. El paquete vacío en mi mano se siente pesado, lleno de culpa. 

¿Qué acabo de hacer?

 Me prometí que no haría esto de nuevo, me prometí que tenía control. Pero no lo tengo. El pánico comienza a burbujear en mi pecho, mi corazón late con fuerza mientras el miedo y la vergüenza me invaden.

No puedo dejar que esto se quede dentro de mí. El pensamiento es tan rápido y fuerte que me encuentro corriendo hacia el baño antes de poder pensar en otra cosa. Cierro la puerta con un golpe, mi respiración se vuelve agitada mientras me arrodillo frente al inodoro. Odio este momento, pero lo necesito. Necesito deshacerme de lo que he hecho.Cierro los ojos y me inclino hacia adelante. Siento cómo mi cuerpo se tensa, cómo todo dentro de mí se revuelve. No quiero, pero lo hago, siento ese liquido amargo recorrer mi garganta... Y cuando termino, me quedo allí, en silencio, tratando de calmarme, de sentirme ligera otra vez. Pero lo único que siento es vacío. El mismo vacío que me trajo aquí en primer lugar.

Siento como mi garganta queda ardiéndome y muy adolorida, me quedo arrodillada en el frío suelo del baño, la respiración aún agitada. Mis manos se aferran al borde del inodoro mientras intento recomponerme. El ruido de mis hermanos en la sala parece lejano, como si estuvieran en otro mundo, un mundo donde no existe este horrible ritual.

Me levanto lentamente, sintiendo las piernas temblorosas. Me acerco al lavamanos y me miro en el espejo. Mis ojos están rojos y mi rostro pálido. Odio lo que veo. Odio lo que acabo de hacer, pero al mismo tiempo, siento un extraño alivio, como si todo el peso de lo que acabo de comer se hubiera ido. Pero sé que no es real, sé que solo me estoy engañando.

Me enjuago la boca, tratando de eliminar el sabor amargo que queda después. Aún puedo sentir la presión en mi pecho, la sensación de culpa mezclada con el temor de que alguien lo haya notado. ¿Y si alguien entra al baño y se da cuenta? No puedo soportar la idea de que me vean así, débil, rota.

Trató de controlarme, me seco la cara y respiro, salgo del baño, y voy de nuevo a la cocina, toma las papas y demás botana y salgo con mis hermanos

Ben: por que te demoraste Hermana?

T/n: No encontraba las gaseosas, bueno tomen

Puse todo encima de la mesa de centro y todos agarraban los snaks mientras comenzaba la película y se veía al asesino en la casa, cada vez que mi estómago se retuerce, me recuerdo que estoy bien, que ya pasó, pero la sensación de vacío sigue ahí, carcomiendo poco a poco. La culpa se convierte en un peso constante, una sombra que no puedo sacudirme.

Mientras la película avanza, miro a mis hermanos a mi alrededor. Ellos parecen tan despreocupados, tan libres de esta lucha interna que llevo conmigo todo el tiempo. Siento envidia de su capacidad para disfrutar sin pensar en cada bocado, sin esa voz en su cabeza que nunca se apaga.

Me recuesto en el sofá, tratando de perderme en la historia de la película, pero la culpa sigue ahí, recordándome que nunca podré escapar de esto. La sonrisa que llevo en el rostro es una máscara, una fachada para que nadie vea lo que realmente está pasando dentro de mí. Porque, al final del día, solo quiero que todo esto desaparezca, pero sé que, por ahora, eso es imposible.