Capítulo 2

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Nam y Freen estaban sentadas en uno de los bancos del campus, rodeadas por el bullicio de los estudiantes que se apresuraban a llegar a sus clases. Nam, con su usual calma, estaba apresuradamente copiando una actividad que había olvidado y que debía entregar en la siguiente hora. A su lado, Freen hablaba, claramente molesta, su tono evidenciando la frustración que llevaba acumulada desde el fin de semana.

—¿Qué te pasa? —preguntó Nam, sin levantar la vista de su cuaderno.

Freen dejó escapar un suspiro pesado antes de responder:

—Es por lo del sábado... Cuando todo parecía ir bien, Alex tuvo que llegar e interrumpir mi momento con Becky. Todo se volvió incómodo para mí.

Nam, sabiendo que era un tema delicado, dejó el bolígrafo sobre el cuaderno y miró a su amiga con empatía.

—¿Por qué no se lo dices a Becky? —sugirió Nam, aunque sabía que la respuesta de Freen sería la misma de siempre.

Freen negó con la cabeza, su expresión se endureció.

—No quiero que se sienta mal, Nam. Si le digo algo, lo único que lograré es incomodarla y eso es lo último que quiero.

Nam suspiró, comprendiendo la posición de Freen. Era como intentar mover una pared: por más que lo intentara, Freen no iba a cambiar de opinión ni enfrentarse a Becky con sus sentimientos.

En ese momento, Becky apareció de repente, con su energía habitual, y se dejó caer junto a Freen en el banco.

—Estoy agotada... —se quejó Becky, dejando caer su mochila al suelo.

Freen, siempre atenta, le ofreció el jugo que le había comprado antes. Becky lo tomó con gratitud y luego se quejó del profesor de leyes, lanzando un monólogo sobre lo injusta que era la carga de trabajo.

Freen sonrió, y en un gesto cariñoso, acarició el cabello rubio de Becky.

—No te preocupes tanto. Esta tarde vamos a salir, ¿recuerdas? —le dijo Freen, refiriéndose al plan que tenían para ir a firmar el contrato del hospital donde Freen planeaba trabajar cuando se graduara.

Becky levantó la mirada, su rostro iluminado por una sonrisa.

—Por nada del mundo faltaría, lo prometo —respondió, con determinación.

Después de ese breve momento, cada una se dirigió a sus respectivas clases, sumergiéndose en sus deberes y estudios. Pero, como de costumbre, al final del día, Freen volvió a enfrentarse a la misma escena que tanto le dolía. Al salir de las aulas, observó a lo lejos cómo Alex y Becky se despedían con un beso en los labios. Freen apartó la mirada, sintiendo una punzada en el pecho.

Becky, sin darse cuenta del dolor de su amiga, corrió hacia Freen con la misma energía de siempre. Freen soltó un suspiro, resignada, y negó con la cabeza.

—No importa cuántas veces te diga que no corras, siempre lo haces de todos modos —dijo Freen, su tono era una mezcla de reproche y afecto.

Becky solo le sonrió, esa sonrisa que siempre lograba desarmar a Freen, e ingresó al auto, lista para el siguiente momento que compartirían juntas. Pero, dentro de Freen, las emociones continuaban acumulándose, creando una tormenta silenciosa que tarde o temprano tendría que enfrentar.

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Freen se encontraba fuera del hospital, tamborileando los dedos contra su muslo con impaciencia. Habían quedado en encontrarse allí hace media hora, pero no había ni rastro de Becky. La lluvia empezaba a intensificarse, y Freen comenzaba a sentirse frustrada y preocupada al mismo tiempo. ¿Por qué no había llegado Becky? Miró una vez más a su alrededor, esperando verla aparecer en cualquier momento, pero la calle permanecía vacía.

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