En una noche tranquila en Gotham, las estrellas brillaban con una intensidad inusual.
Jonathan Kent, un Alfa con una presencia imponente y un corazón bondadoso, volaba sobre la ciudad, buscando a su amigo y compañero, Damian Wayne.
Damian, un Omega con una voluntad de hierro y un espíritu indomable, había estado entrenando intensamente en la Batcueva.
Jonathan aterrizó suavemente en el balcón de la mansión Wayne, sus ojos azules buscando a Damian. Lo encontró en el jardín, practicando movimientos de combate con una gracia felina. Al sentir la presencia de Jonathan, Damian se detuvo y se giró, sus ojos verdes brillaban con una mezcla de desafío y afecto.
-¿Qué haces aquí, Kent?- preguntó Damian, tratando de sonar indiferente, aunque su corazón latía con fuerza.
-Te extrañaba-respondió Jonathan con una sonrisa cálida.
-Pensé que podríamos pasar un rato juntos, lejos de las responsabilidades-.Damian suspiró, pero no pudo evitar sonreír.
-Está bien, pero no esperes que sea fácil.-
Jonathan se acercó y tomó la mano de Damian, sus dedos entrelazándose perfectamente.
-Nunca lo es contigo, Wayne. Pero eso es lo que me encanta.-
Juntos, se dirigieron al bosque cercano, donde las estrellas parecían brillar solo para ellos. Bajo el manto de las estrellas, Jonathan y Damian encontraron un momento de paz, un respiro en medio del caos de sus vidas. En ese instante, no eran el Alfa y el Omega, ni los héroes que el mundo conocía. Eran simplemente Jonathan y Damian, dos almas encontrando consuelo en la compañía del otro.