Alastor, un joven hombre de Luisiana, tras perder su trabajo en la radio se ve en necesidad de buscar uno nuevo; convenientemente se le ofrece una gran oportunidad para lograr su nuevo objetivo.
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- Este fanfic es un Au humano, donde en lugar...
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Alastor:
Lucifer me colgó sin dejarme hablar, realmente no es como si tuviera algo más que decirle, pero me gusta ser el que cuelga y no al que dejan colgado. En fin, luego tomaré mi venganza.
Me dirigí hacia donde estaba Charlie haciendo fila para pagar el helado que le había encargado su padre y le dije que me esperara mientras yo tomaba lo que a mí me había encargado. Hubiera preferido que le encargará a ella lo más pesado para qué lo cargará, pero supongo que aquí hay favoritismo.
— ¿Me pides otro cono de sandía? —
—No, mi querida Charlie, ya comiste demasiado, vas a vomitar —.
—Pero si me cabe otro cono — Charlie me veía con ojos de súplica, pobre niña, si supiera que eso no funciona, si no funcionó con personas suplicando piedad, menos con ella suplicando otro helado.
—Y ¿no comerás de todo este helado que pidió tu padre?
—Obvio que sí lo haré— finalmente habíamos llegado a la caja para pagar y, ahora que ya no tenía el helado en mis brazos, por supuesto que Charlie quería que la cargara.
—¡Yo pago, yo pago! — Charlie golpeó mi mano que extendía la tarjeta hacia la terminal y la cajera le sonrió — ¿Puedes prestarme dinero? —Me susurró al oído y luego me quitó la tarjeta de la mano con una gran sonrisa de oreja a oreja, igual que su padre sin dejarme hablar.
—Su hija es adorable — dijo la cajera.
Para esto yo mantenía una sonrisa, pero en mi mente solo pensaba en que el genocidio siempre es gran idea, tenía que cargar a Charlie más los tres tarros gigantes de helado que encargo el inepto de Morningstar y luego está la cajera diciendo que estoy lo suficientemente viejo como para tener una hija de la edad de Charlie
Pero solo suspiré y contesté un tranquilo y calmado — gracias — y a sonreír otra vez.
—No olvides tu ticket, pequeña, disfruten su helado — Charlie se despidió de la cajera con su manita mientras abría el helado de sandwich que le había encargado su padre, al menos logré que se olvidara del cono de sandía.
—No creo que papi se enoje, si como un poquis de su helado—.
—Ni yo creo, comételo todo — listo, con eso tengo mi venganza.
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