17. Tik Tok

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Cuarto de
Kageyama

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Al día siguiente


Hinata Shōyō abrió los ojos lentamente gracias a su reloj interno. Tuvo un sueño increíble, hacía mucho no dormía así de exquisito.

Parpadeó lentamente adaptándose a la luz, con su mano se limpió un poco de la baba que permanecía en sus labios. Su almohada estaba húmeda por ello.

Poco a poco fue consiente del calor intenso cerca a él.

"Que extraño, mi almohada normalmente no esta así de calien... te..."

Abrió la boca y los ojos de par en par al ver que no estaba solo en aquella cama.

"¿Eh? ¿¡EHHHHHHHH!?"

Kageyama yacía a su lado durmiendo profundamente, sus fuertes brazos abrazaban su cuerpo manteniéndole cerca a el. Pronto supo que lo que había babeado y abrazado toda la noche no fue su confiable almohada.

Su corazón latía a mil por hora sin saber cómo salir o zafarse de Tobio sin despertarle. El pequeño se paniqueaba en silencio mirando a todos los lados.

"¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hagooooo?"

Entonces vio una almohada detrás de el y la tomó, con suma delicadeza intercambió su cuerpo por la almohada y logró escabullirse con éxito.

El no estaba quieto, iba de un lado al otro sin saber qué hacer mientras le veía dormir.

"¿Cómo dejé que esto pasara? ¿¡Qué pensará el!? ¡Mierda! Yo..." dirigió su mirada al baño dentro de su habitación y sin pensarlo dos veces, ingresó.

Bajó la tapa del retrete y se sentó en el mientras se hacía una pequeña bolita. Busco en su celular con rapidez el número de Atsumu y se llevó el aparato a la oreja, con la esperanza de que le responda. 

Una voz somnolienta se escuchó del otro lado. —¿Mmmh? ¿Hola?

—¡ATSUMU-SAN!— Susurró el pequeño mordiéndose la uñas.

El rubio frunció el ceño al comprender poco. —¿Mmmh? ¿Shōyō-kun? ¿Qué pasa?

Hinata levantó la mirada asegurándose de que podía hablar con tranquilidad, aparentemente todo estaba tranquilo. —¡ATSUMU-SAN, ME QUEDÉ DORMIDO! ¡ESTOY EN EL CUARTO DE KAGEYAMA!

—... ¿¡QUEEEE!?— La voz de Atsumu ahora sonaba despierta al cien por ciento. Hinata le mandó a callar. —Lo siento, lo siento... No me digas que lo hicieron.

El rubor explotó en su rostro. —¿¡Qué!? ¡No! ¡cla-claro que no! Sólo dormimos... creo.

—¿¡Crees!?

—¡NO LO SE!— Suspiró recostándose en el retrete. —No se qué hacer, necesito ayuda. Mi corazón no puede soportarlo.— se tomó el pecho con suavidad. —Todo iba bien... no quiero que esto haga que todo sea raro para ambos. — bajó la mirada recordando su beso en la lavandería. —No quiero cruzar la línea de nuevo...

Cuarentena MSBY VS ADLERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora